“Está obra en particular a la gente le hace bien. Pero es bueno ir a un teatro, es bueno ir a un cine, está bien que ahora están las plataformas que te distancian mucho más, pero es bueno mantener el contacto. Y esta es una obra ideal para el domingo y más a las 6 de la tarde: uno sale renovado, emocionado, hace bien.” La gran venta la hizo Guido D’Albo, y corresponde a Wonder Boy, la obra de Francisco González Gil que protagoniza junto a Sebastián Dartayete.
La segunda temporada de lo que fue uno de los éxitos de teatrales del 2023 estaba en los planes pero se dudaba sobre cuándo y cómo, especialmente debido al tremendo ajuste recesivo que hizo el gobierno del presidente Javier Milei, que genera tanta incertidumbre: “porque los teatros te piden un aumento de entrada, pero no sabés si la gente lo va a poder pagar. En el interín fui nominado para los María Guerrero y eso nos impulsó a arriesgarnos un poco más”.
Así es que la obra vuelve el próximo 6 de febrero, aunque en nueva sala: Nün Teatro Bar (Juan Ramírez de Velasco 419). “Nos tiramos a la pileta”, ríe D’Albo: “En este país la parte de cultura siempre tiene un componente mayor que en otros lugares, nosotros estamos acostumbrados y no podemos parar de hacerlo”.
La historia de Wonder Boy es la de un treintañero (Dartayete) que quiere abrir con su novia un bar temático en Pinamar y su tema son los ‘fichines’. El nombre de la obra es el de un juego de los ‘80 y ‘90, del que sólo queda una máquina y está en “un pueblo chiquito, en un bar de un viejo Hucha (D’Albo) que la tiene tapada con una sábana”. El encuentro entre el personaje ya entrado en años y el joven en ese pueblo perdido es “donde se desata todo”.
Guido D’Albo y los fichines
D’Albo dice haber jugado mucho “hasta los ‘90, pero más que nada al flipper más que a los ‘fichines’”. Un vicio que no dejó (“si hay algún amigo que tiene una máquina en su casa o veo una en un bar me pongo a jugar”), pero que “dejó” por el teatro: “Hoy juego en el teatro, mi parte lúdica está toda arriba del teatro”.
Que además le permite intercambiar pareceres y sentires con gente de otras generaciones, como sucede en esta obra, “y como antes sucedió con actores mayores, cuando empecé allá en los ‘80”. Con esa distancia que ofrece el camino recorrido, dice hoy casi con certeza: “Después de tantos años y de haber estudiado mucho en su momento, de haber conocido todas las técnicas, uno termina haciendo su propio método con lo que le sirve de cada cosa. Uno va conociéndose más y actuar, una vez que conciliás con el director y con el autor, es tirarte a un juego. Ni te das cuenta si estás usando una técnica u otra. Entrar al escenario es como tirarte a una pileta climatizada en pleno invierno.”
-Se va convirtiendo más en un juego que en un oficio.
-Exacto. Y es un momento de total felicidad para uno. Y para el público. Darle a la gente una hora para que se olvide de los problemas y se oxigene es algo fantástico.
Esa dicha, D’Albo la atribuye al paso del tiempo. “En mi caso tuvo que ver con los años. Creo que hagas lo que hagas a medida que pasan los años te vas haciendo problemas por muchas menos cosas. Creo que vivimos en una sociedad que nos está llevando a un individualismo terrible y lo lúdico queda también en lo individual. En el celular, la computadora no está lo lúdico en grupo, eso te permite otra forma de sociabilización. Sí me encantan los juegos de mesa, por ejemplo. Pero eso de enfrascarte en un juego con una computadora vos solo y el mundo está girando y no sabes qué pasa y no te importa nada y no tenés intercambio con nadie, no me resulta. Y creo que es eso lo que está pasando ahora, porque evidentemente conviene tener a la gente desconectada.”
Una sociedad, la que describe, bastante parecida al proyecto de sociedad que se desprende de la ley ómnibus que Milei mandó al Congreso, junto al DNU que firmó en el 20 de diciembre, y que, según dijo, quiere dejar sellada para siempre. “Sinceramente creo que tiene que mediar algo de cordura. Es un absurdo querer modificar toda la estructura de un país en todos los ámbitos en quince días. Soy parte de la Junta Fiscalizadora de Sagai (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes) y fue una decisión de la Comisión Directiva no salir solo a pelear por los artículos que afectan a las sociedades de gestión, sino por todo el ámbito de cultura: bibliotecas, teatros, por todo.” En su opinión deberían tratarse cada uno de los proyectos por separado para poder darle la discusión que se merece, “no una ley ómnibus que abarca un montón de cosas, más un montón de cosas que no debemos ni saber”.
El éxito de una obra -y más en el alto estándar del teatro argentino- siempre marca un momento social: hay algo de ella que está hablando de ese sentir que va más allá de lo individual y nos conecta con los otros. “Una misma obra le pega diferente a cada miembro del público. En verdad es un misterio por qué el público acompaña. Pero esta obra creo que habla de las relaciones humanas desde un lugar y una situación muy concreta, chiquita, en un barcito hecho pelota de un pueblito entre dos personajes completamente distintos, y habla de la condición humana. En la forma en que se intercambian estos personajes y que se modifican mutuamente hace que el público se identifique desde la emoción y la ternura. Y creo que justamente en este momento en que está todo tan violento, una obra que vuelve a las relaciones humanas y a la ternura, no a la violencia, la gente lo necesita. La coyuntura siempre ayuda a que una obra hablando de determinados temas tenga más referencia que otras.”
Wonder Boy
Una obra de Francisco González Gil. Actúan Guido D´Albo y Sebastián Dartayete. Domingos a las 18 (a partir del 4/2) en Nün Teatro Bar, Juan Ramírez de Velasco 419.