No es exagerado decirlo así: Ken Bensinger es la persona por la que Argentina y gran parte de Sudamérica comenzó a enterarse de lo que declaraba el testigo especial Alejandro Burzaco en la Corte Federal de Brooklyn, en el marco del juicio por el FIFAGate. El empresario argentino hablaba, el periodista contaba a través de Twitter dándole contexto a la historia de corrupción organizada, y los medios argentinos replicaban la información. Bensinger 42 años, radicado en Los Ángeles, hoy en el sitio BuzzFeed News pasó la Navidad lejos de Estados Unidos, en el pueblo de Recreo, 20 kilómetros al norte de Santa Fe capital. Con el padre de su esposa argentina, volvió a visitar el Cementerio de los Elefantes, estadio de Colón; y en sus ratos libres apuró la escritura de «Red Card», su primer libro, que se publicará antes del Mundial de Rusia 2018 y que contará el camino al juicio que cambió el orden del fútbol internacional.
¿Cómo llega al libro?
Hice un par de notas antes del Mundial de Sudáfrica 2010, sobre Maradona como director técnico de la Selección. Pero como adulto el fútbol me empezó a gustar cuando viví cuatro años en México y me hice hincha de Pumas. Ocurrió también que antes de Brasil 2014 hice un reportaje sobre el dirigente estadounidense Chuck Blazer, que en ese momento era parte de la investigación de Estados Unidos y nadie lo sabía, yo tampoco. Sospechaba que Blazer estaba embarrado en corrupción e hice una nota larga con él. No me contó mucho. La nota salió y nada más, pero un año después fue un súper éxito: con los famosos arrestos de mayo de 2015 supimos que Blazer era el topo, principal colaborador del FBI.
¿Cómo vivió la repercusión de la cobertura?
Fue en muchos países de Sudamérica, pero el testimonio de Burzaco y Argentina fue más fuerte que nadie. Me di cuenta en las redes sociales. Nunca estuve muy metido, informar está lejos de mandar tuits, pero por varios motivos me convino trabajar así y tuve una reacción inesperada, impresionante. Todavía gente relacionada con el caso me escribe y me dicen cosas que antes no se hubieran animado. En una ocasión, el chofer de Joseph Blatter en Zúrich, un español, me dijo que (Julio) Grondona era para Blatter como un hermano, cómo lloró su muerte. Aún hoy es llamativa la lealtad que provocaba.
¿Por qué Burzaco es el testigo más importante?
El caso tiene dos tipos de gente corrupta: una es la que recibía coimas, dirigentes, y la otra es la que las pagaba, empresarios. Como dicen aquí en Argentina: para bailar tango se necesitan dos. Burzaco era la persona que pagaba todas las coimas. Cuando el gobierno lo tuvo de colaborador, fue una gran oportunidad para sacar la ropa sucia. Él puede hacerlo porque estaba metido en el alto nivel del fútbol.
¿Cómo era la relación con Grondona?
La relación de Burzaco con Grondona fue central. Gracias a Grondona se pudo coimear a todo el mundo, ya que controlaba el fútbol sudamericano. En realidad, esa relación existía antes con Torneos, con Luis Nofal y Carlos Ávila. Ellos empezaron a coimear a Grondona. Nofal manejaba las coimas a Grondona y luego de que muriera en 2010 es Burzaco el que empieza la relación fuerte. De hecho, atestiguó que al principio no se llevaba nada bien con Grondona, pero aparentemente el dinero cura muchas diferencias.
¿Qué hubiera pasado si viviera Grondona?
Estaría preso en Estados Unidos, como (José Maria) Marin y (Juan Ángel) Napout, o arrepentido como colaborador. Grondona asistía a todos los eventos importantes de la FIFA, y entonces hubiera estado en el hotel el día de los arrestos. Él no está nombrado en la imputación, pero sí de manera anónima; es muy evidente que es él. La única pregunta es si se hubiera arrepentido o no. Como colaborador, Grondona hubiera sido lo máximo, tendría más impacto que Burzaco.
¿Qué le asombró en el juicio?
Es muy difícil de superar la historia de Jorge Delhon, funcionario de Fútbol para Todos. Burzaco, en su primer testimonio, habla de que coimeó a un funcionario público y, de repente, se cobra su propia vida. Me han dicho que no está 100% confirmado, pero que es muy probable que se suicidó por eso. Otro día, un acusado, Manuel Burga, expresidente de la federación peruana, hizo gestos amenazantes, el de cortarle el cuello, a Burzaco, y este se largó a llorar. También Burzaco contó que el empresario Guillermo Tofoni le dijo a Grondona cuando nombraron Papa a (Jorge) Bergoglio que él había sido el primer Papa, y que a Grondona no le parecía gracioso, no le gustaba. Hubo otros momentos cómicos: cuando un jurado dormía todo el tiempo y la jueza Pamela Chen lo echó.
¿Cuándo se conocerá la sentencia a Burzaco?
Hay una fecha, pero no hay que prestarle atención. Es tan valioso como testigo, que lo tienen en reserva, no quieren sentenciarlo antes de que su tarea como colaborador acabe, y más si existe la posibilidad de que más gente venga al juicio por extradición, como por ejemplo José Luis Meiszner, que está en Argentina. La fecha de sentencia de Burzaco ha cambiado ya cuatro veces. Puede que sea mayo.
Fue llamativo que haya acusado de pagar coimas a las principales empresas de medios de Sudamérica y que exceptuara a Clarín, socia de Torneos en TyC Sports.
Fue lo primero que explotó cuando empecé a mandar tuits. Fox, Globo de Brasil, Televisa de México, son potencias, empresas muy grandes. Lo interesante fue cómo se encargó de aclarar, según él, que Clarín no es corrupta. Lo aclaró, y después dio detalles de las otras empresas. Tampoco hay otro directivo de Fox acusado. Mis amigos en la Argentina no le creyeron mucho.
¿De qué le sirvió el viaje a Argentina en 2016?
Cuando viajé, confirmé que Grondona era el centro del mal del fútbol. Pero luego pensé, y perdón que lo diga, que posiblemente era así porque es muy del carácter argentino, de creerse el mejor y el peor en todo. Entonces descarté un poco la idea de que Grondona era el hoyo negro del centro del universo, pero después del juicio volví a creer que Grondona era el capo di tutti capi, el más malo de todos, y tengo fe en lo que decían los argentinos: Grondona fue el peor de todos. Testigos hablaron de sus traiciones, manejos, mentiras, soberbia. Murió hace más de tres años pero sigue siendo la figura central de la narrativa de la corrupción futbolística.