El régimen yihadista se va consolidando en Siria y además de que sus líderes buscan amalgamar a todas las internas con las que llegaron al poder hace un mes, logran el reconocimiento de los mismos gobiernos que los tienen en la lista de los grupos terroristas más peligrosos del mundo. Lo que confirma las suspicacias sobre su fulminante llegada a Damasco para poner fin al gobierno de Bashar al Assad y al mismo tiempo genera no pocas burlas por estos “nuevos mejores amigos” en Medio Oriente.

La agencia de noticias SANA, ahora con sus nuevas autoridades, informa que «el Ministerio de Defensa sirio celebra sesiones organizativas con líderes militares para iniciar el proceso de integración de las distintas facciones en el Ministerio».

La integración de los grupos armados del país es uno de los grandes desafíos para la organización Hayat Tahrir al Sham (HTS) en particular en lo que se refiere al destino de las milicias kurdas-árabes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), ahora mismo enzarzadas en combates contra milicias sirias respaldadas por Turquía.

Este viernes, el hombre fuerte del gobierno de transición, Abú Mohamed al Jolani, se reunió con los ministros de Exteriores de Alemania y Francia, Annalena Baerbock y Jean-Noël Barrot, quienes “fueron al pie” en busca de limar previsibles asperezas con el nuevo régimen. Fue particularmente ilustrativo el momento del encuentro: Al Jolani, de elegante traje y corbata bien occidentales, le dio la mano al francés, pero a la integrante del Partido Verde en la coalición de Olaf Scholz, ni la tocó. Se puso la mano en el pecho, no sea cosa de tener contacto físico con una mujer en público y que la tribuna brame.

Baerbock y Barrot señalaron luego la importancia de integrar a las milicias kurdas, de poner fin al conflicto con Turquía y resaltaron la importancia de proteger a la población kurda. Nada dijeron sobre el apoyo de EEUU a esas milicias, que controlan las zonas productoras de petróleo.

El gobierno se propone integrar a todas las milicias que participaron del acoso contra Assad desde 2011. Los combatientes drusos del suroeste de Siria, sin embargo, insisten en conservar su propia fuerza defensiva.