El gobierno está a punto de alcanzar un acuerdo con los frigoríficos que exportan carne por el cual levantaría la prohibición de las exportaciones de ese producto a cambio de una garantía de sas firmas de un leve aumento en la cantidad de carne que ofrecen a precios bajos hasta fin de año. Eso se lograría sin subir las retenciones a las ventas externas de carne sino por medio de acuerdos o ajustes internos al interior de la cadena de valor de la carne, que agrupa a los productores de ganado, los engordadores y los matarifes y agentes que intervienen entre medio de cada etapa comercial. Por ahora, las cadenas de supermercados quedan afuera del acuerdo aunque las esquirlas pueden llegar hasta ellas.
Desde la prohibición de exportaciones, el gobierno solo negoció con los frigoríficos a pesar de que la Mesa de Enlace, en representación de los ganaderos, convocó a un lock out de nueve días de alta adhesión. La Mesa luego extendió la medida tres días más, aunque con mucho menor acatamiento, al punto que se registraron ventas de ganado en el Mercado de Hacienda de Liniers.
No es la primera vez que el gobierno ningunea a la Mesa de Enlace. Sucedió también durante la suba de las retenciones, a principios de 2020. En ambos casos, el gobierno eligió como interlocutor al Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), en este caso como paraguas debajo del cual se movieron los frigoríficos del Consorcio ABC, que agrupa a los más grandes exportadores: los diez primeros acumulan el 75% de las ventas externas.
El viernes pasado, el presidente recibió a las autoridades del CAA, en un encuentro que fue caracterizado como «positivo» por las partes. Esta vez no estuvo presente el Consorcio ABC (sí lo hizo en un encuentro previo con el ministro de Desarrollo Social, Matías Kulfas) y sí con el coordinador de la Mesa de las Carnes, Dardo Chiesa. José Martins, titular del CAA, adjudicó la suba de los precios internos a la influencia del mercado internacional. «Hay un mercado internacional que está arrastrando los precios», aseguró. Martins observó que las empresas que están en la cadena de valor de la carne tienen «todas las posibilidades de capturar esa suba», con lo que los precios internos debrían subir al compás de la especulación global de materias primas. Para el empresario, el dilema pasa por «ver cómo nuestros compatriotas pueden acceder a la carne como hacían históricamente sin dañar esa posibilidad de exportar».
Según pudo saber Tiempo, lo que se discute es la magnitud de las entregas de carne barata por parte de los frigoríficos. De las 180 mil toneladas mensuales que se consumen localmente en la actualidad, unas 60 mil corresponden a los frigoríficos del ABC. Lo que el gobierno les está pidiendo es que deriven unas 12 mil toneladas, un 20% del total que envían, al plan de precios bajos. De esa forma, la carne en ese programa crecería en un 50% (hasta su supensión a mediados de mayo, junto con la prohibición d elas exportaciones sumaba 8000 toneladas mensuales).
Para los frigoríficos, el acuerdo no está mal, pero tiene un inconveniente: cómo hacer para derivar el costo del convenio en los productores, que son el otro eslabón fuerte de la cadena de valor de la carne. Esa es la razón por la que el lock out ganadero fue también una medida contra los frigoríficos, una suerte de advertencia contra ese tipo de salida.
Según un estudio del Centro de Estudios Agrarios (CEA) mientras el sector de la producción de ganado viene arrojando pérdidas, el sector exportador es el que «se está quedando con gran parte de la rentabilidad de la cadena». Para darle una solución al problema, consideran que el sector de exportadores que compite también en el mercado interno «debería pagar una alícuota entre el 14 o 15% por derechos a exportación (5 a 6 puntos sobre el 9% actual). A partir de esta acción proponemos generar los fondos para los créditos blandos de la cadena, ya que las empresas frigoríficas exportadoras no pagan a los productores ningún diferencial y desde ya hace varios años (incluida sus exportación de vaca conserva), las ganancias se concentran aquí y no llegan al resto de eslabones».
Este es el caso de los frigoríficos que exportan a Israel, Estados Unidos, Alemania, Países Bajos y otros, que en parte consumen la misma carne que en la Argentina. «