Suele decirse que el fruto no cae lejos del árbol. En el caso del gran historiador italiano Carlo Ginzburg esta premisa es rigurosamente cierta.
Carlo Ginzburg nació en Turín en 1939. Quien está asociado de manera indisoluble a la microhistoria es hijo de Leone Ginzburg profesor de literatura rusa y literaturas eslavas y Natalia Levi, Léxico familiar, Las pequeñas virtudes, Todos nuestros ayeres y Así fue, son al algunos de los libros de una de las mayores escritoras del siglo XX que pasó a la historia como Natalia Ginzburg.
Leone era profesor de la Universidad de Turín hasta que en 1934 fue echado por no adherir al régimen. Su final sería trágico: permaneció en Roma durante la ocupación alemana y en 1944 fue arrestado, torturado y asesinado por los nazis.
Todos estos datos están en el texto de José Emilio Burucúa que es el discurso que pronunció en 2023 cuando la Universidad de Buenos Aires le otorgó a Carlo Ginzburg un doctorado honoris causa. El prefacio está constituido por el discurso que el propio Ginzburg leyó en esa ocasión.
En nuestro medio Ginzburg es conocido por un libro icónico de la microhistoria como El queso y los gusanos, en el que el historiador se vale de la vida de un molinero del siglo XVI, Doménico Scandella, llamado Menocchio, del que se conservan las actas del proceso inquisitorial que sufrió debido a las particularidades de sus conceptos religiosos.
Menocchio pensaba que el mundo no había sido creado por Dios, sino por un caos primordial del que habían nacido el propio Dios y los ángeles. Puede decirse a grandes rasgos que a partir de Monocchio Ginzburg puede adentrarse en la cultura campesina de esa época. Es decir, acceder a un contexto histórico mayor a partir de la pequeña historia de un individuo. De allí la denominación de microhistoria.
Publicado en 1976, El queso y los gusanos es un ejemplo palmario de una corriente histórica a la que Carlo Ginzburg ha aportado muchísimo y que supone que la historia vista a pequeña escala puede llegar a comprender una historia mayor.

Carlo Ginzburg y una historia sin final
En Una historia sin final Ginzburg reúne 9 ensayos de distinta procedencia que abarcan un extendido período de tiempo –desde Vasari a Freud y Wittgenstein y que muestran de qué forma a lo largo de la historia se ha dado un diálogo entre las imágenes y las palabras.
Dice Ginzurg en el posfacio definiendo la naturaleza del libro y de su método de investigación: “Desde tiempos inmemoriales la especie humana produce imágenes, reflexiona sobre imágenes y habla de imágenes: el homo sapiens es también homo fingens y homo loquens”.
Y continúa: “Las tecnologías han cambiado en el transcurso de los milenios y están cambiando ante nuestros ojos. Utilizamos palabras, es decir, un elemento discreto para hablar de unidades continuas (una pintura, un cartel, una escultura, un edificio), las que a su vez desafían a las palabras”.
“Aquí se han procurado las raíces de la conversación potencialmente interminable entre imágenes y palabras. Me ha parecido más útil explorar esta historia sin final a través de una serie de casos más o menos anómalos”.
El primero de los ensayos es “Historia del arte de cerca y de lejos” busca contestar a la pregunta si es posible una historia global del arte con la misma contundencia con que es posible formular que la ley de gravedad es global.
Le suceden “Las dos perspectivas. En torno a Vasari y un elemento de su éxito”. “Pequeñas diferencias. Ekprasis y Connoise Eurship”, “Las Falsificaciones en el arte”, “La enredadera y el lirio. Un experimento de morfología dinámica”. “Parecidos de familia y árboles genealógicos. Dos metáforas cognitivas”, “Las tijeras de Warburg”- “Une machine a penser”, “Textos, imágenes y reproducciones. A hombros de Walter Benjamin”.
En cada uno de los ensayos Ginzburg hace gala de una norme erudición que no es ostentación de saber, sino que está puesta al servicio del enriquecimiento de los textos y, por lo tanto, es funcional a las explicaciones y aumenta el placer de la lectura.
La edición de Ampersand, tal como nos tiene acostumbrados esa editorial es sobria y minuciosamente cuidada.