Hombre de la cultura, escritor consagrado, gestor cultural que todos los años, por medio de la fundación que lleva su nombre, organiza en Chaco, su provincia natal, el Foro Internacional de Fomento de Libro y la Lectura, Mempo Giardinelli asume, además, un compromiso con la sociedad a través de El Manifiesto Argentino.

En esta nota, su visión sobre la batalla cultural que desde el gobierno trata de imponer el individualismo como valor y ataca todo tipo de institución cultural. La situación política y social que atraviesa la Argentina y la reacción de la oposición.

¿Como escritor y gestor cultural que difunde la lectura cree que Milei ha ganado la batalla cultural?

Sólo él puede creer que está ganando alguna batalla. Que de todos modos sería un triunfo miserable, porque todas sus decisiones son antinacionales, antipopulares, de traición a la Patria. Y aunque es cierto que fue votado por millones de argentinos y argentinas, más temprano que tarde abrirán los ojos y verán, como ya se está viendo, el engaño, la farsa, la corrupción, el robo de los bienes públicos, el hambre que es lo que mas crece en todo el país.

Mempo Giardinelli batalla cultural
Foto: Edgardo Gómez

Todo eso es ya inocultable, igual que su manía de alojarse en hoteles de lujo en todo el mundo, la bajeza de sus insultos y genuflexiones, las bataclanas que contrata y el carnaval de lambiscones aplaudidores de sus estúpidas provocaciones orales, todo eso lo muestra como lo que en esencia es: un ególatra ignorante, maleducado, muy inculto y tan soberbio como no se veía desde Menem, a quien supera en antinacional y cipayo. Un tipo así no gana ninguna batalla cultural.

-Suena duro lo que dice…

Puede ser, pero duro no es lo que uno diga. Duro es asistir a la destrucción de la Patria en medio del condenable silencio de decenas de senadores, diputados y dirigentes políticos cuyos silencios repugnan, mientras Milei destruye la República entregándola por monedas y auspiciando a corruptos, fracasados y violentos. Entonces no es que seamos duros los que cuestionamos la entrega y la traición; lo duro es el silencio cómplice de casi todas las dirigencias políticas. Que es tan inmoral como todo lo que hace este gobierno.

Sin embargo hay muchos que sostienen que Milei está ganando la batalla cultural…

-No comparto esa opinión. Hoy la Argentina está desconcertada ante un gobierno maligno y autoritario que no ha ganado nada en términos culturales y mucho menos en términos de convencimiento. Sí es un gobierno al que le sobra audacia, pero para causas infames. Fue así como lograron esperanzar a millones de argentinos enojados y hartos de corruptelas y de la pésima imagen de un sistema político abusado por dirigencias ineptas o corruptas o ambas cosas.

Por eso el silencio de la oposición es hoy escandaloso. Que se hayan aprobado la dizque “Ley Bases” y el mamarracho inconstitucional llamado “RIGI” es la demostración de que la democracia argentina se ha degradado como nunca antes, y es la prueba de que Milei y sus hordas no han ganado ninguna batalla cultural. En ningún organismo un cáncer puede ser materia de celebración.

¿Usted cree que hay camino de vuelta de esto?

-Por supuesto, siempre lo hay y en esa convicción radica la esperanza. La batalla cultural no está perdida. En la vida de todos los pueblos la política y la decencia, y trabajar por la Paz, la Democracia y la Soberanía, es siempre el camino hacia la restauración. Se trata entonces de trabajar cada día por el desplazamiento de los bandidos, para lo que es imperativo y urgente cambiar dirigencias y recuperar la moralidad de la política en toda la República. Es impostergable renovar dirigencias y empoderar de una buena vez a los decentes, los dignos, los patriotas. Que los y las tenemos a montones.

Sí, pero ¿no cree que a este paso cuando concluya el actual mandato, la Argentina pueda tener bandera de remate?

-Eso está por verse. Siempre los pueblos pueden resurgir. Y aquí y ahora el primer paso urgente es acabar con los silencios inexplicables, con el caudillismo inútil, con la succión de calcetines a líderes del hasta hace poco llamado “campo popular” que tienen enormes responsabilidades en el desastre, el desaliento y la desesperanza actuales y en el adelgazamiento de la calidad dirigencial.

Está a la vista que este gobierno de falsos “libertarios” ya empezó el remate. Y que la recuperación de los bienes que están choreando va a ser dificilísima, una verdadera gesta revolucionaria. Por eso mismo el desaliento no tiene cabida en la tarea.

-¿Cómo se ve el gobierno desde la provincia? Se lo pregunto porque aquí hay mucha gente «esperanzada».

-En las provincias, cada una con sus peculiaridades y matices, el desaliento, el enojo, la desilusión, los temores y las necesidades ­–y por supuesto también las esperanzas– son similares a las de la Capital Federal, que ustedes llaman CABA. Pero lo importante, hoy, me parece que es crear la conciencia de que el mejor estado de la República no se sustenta en la cantidad ni calidad de las esperanzas, sino en la recuperación de lo imprescindible: justicia, paz, democracia, verdad, honestidad, soberanía blindada y felicidad del pueblo. No es imposible ni es grandioso. Es la tarea, nomás.

-¿Cómo ve a la oposición en este momento?

-Todavía superestructuralmente deshilachada, dispersa, caudillista, disputando internas y sometida en muchos casos a dirigencias impresentables. Y esto no se puede callar, como tampoco que gran parte del sistema político argentino pasó demasiados años justificando lo injustificable, bancando corruptelas de todos los tamaños y disimulando agachadas a la vez que se toleraban caudillismos arcaicos y de cero transparencia. Pero también y por sobre todo hay que destacar que sí quedan dirigentes ­–peronistas, radicales, socialistas y de izquierdas, y en todas las provincias– que son honestos y abnegados, y muchos inquebrantables. Y que tienen cabida en el corazón del pueblo, aunque se ha vuelto más desconfiado y enhorabuena por ello.

Foto: Edgardo Gómez

Usted en 2023 fue candidato a Presidente. ¿Por qué se lanzó y cómo tomó el resultado, que no fue bueno? ¿Volvería a intentarlo?

-Me lancé porque estaba convencido –y lo sigo estando– de la necesidad de presentar una alternativa política verdadera. O sea sana, limpia, patriótica, con potentes ideales. Sin dudas fue un gesto romántico, pero demostramos a sectores afines, y en particular a la militancia de El Manifiesto Argentino, que presentar alternativas podía ser mucho más que un gesto romántico. Quisimos estampar en la piel de la República una marca diferente de todo lo conocido.

 Por eso impidieron la participación de mi candidatura, que de todos modos fue una extraordinaria experiencia porque aun proscritos demostramos ser la única verdadera opción no sostenida por el gobierno ni bancada por el sistema electoral. Y lo mejor de todo: hubo miles de empadronados que acompañaron nuestra consigna fundamental: Democracia, Paz y Soberanía, que fue el nombre de nuestra participación y con el que no dudo que un día volveremos.