De haber hecho una carrera, un nombre, un estilo a base de canciones distintivas por su modo de interpretación y letras confesionales, Gastón Massenzio pasó, sin más, a un disco que no sería justo y mucho menos preciso definir como meramente instrumental. “Tiene que ver con una faceta distinta a la de cantautor, y también como el resultado de un proceso interno de búsqueda, de encuentro”, dice. Y sin detalles acerca del cambio -cuya explicación siempre suele venir con el tiempo-, dice que se trata de “un proceso liberador”. ¿De qué?, sería la pregunta inmediata. Pero Ucaln llama a preguntar por muchas otras cosas antes que por sus causas. Ellas, las causas, se agradece que hayan existido, y sobre todo que Massenzio haya tenido el tino de escucharlas y hacer algo al respecto.
“Ucaln es una palabra mapuche que significa alejado del camino principal”, explica sobre el título del álbum, y también da pistas sobre esa búsqueda que nació con deseo pero sin destino claro. Lo único certero parecían las ganas de salir de la avenida principal, esa que organiza el semáforo del algoritmo. “Y viene porque justo durante el proceso de creación, encontré un sitio en internet de vecinos, de hijos de gente de Hucal (La Pampa), que es el pueblo donde nació mi abuela en 1937, hija de un italiano. Ahí vivió pocos años y luego el pueblo se fue deshabitando y con la desaparición del tren quedó totalmente vacío. En esa página vecinos de Hucal junto con gente de la Universidad de La Pampa y de pueblos cercanos estaban haciendo un trabajo para ponerlo en valor, restituirlo para en principio transformarlo en un lugar de visita y museo histórico.” Así Hucal con sus vecinos -”hay un solo habitante que oficia de guía”- clarificó la búsqueda de Massenzio: había que hurgar en las raíces, que suelen ser mucho más profundas y lejanas de lo que se pretende reconocer.

“En la página encontré una foto de junio de 1937 donde estaban todos los vecinos de Hucal, y es el mes y el año que nació mi abuela. Hay una bebé, que pensé que podía ser mi abuela, alguien que parece ser el padre con un acordeón. Yo estaba componiendo sin letra, sin saber adónde iba eso. Y soñé o pensé con la música así, la música como si fuera un dispositivo para repoblar.Ahí me empezó a caer la ficha del sentido de mi creación.”
Lo que suena en Ucaln son diez temas (uno de ellos con el nombre del pueblo) que conectan con la música y su sentido, que nunca es uno ni está definido de antemano, sino que se revela ahí, en el proceso de escucha; y por eso ante cada escucha puede resultar diferente. “Así como dice la física cuántica que a veces uno con la observación modifica lo observado, creo que también puede aplicarse a la escucha: la escucha modifica la música. Lo siento con ese poder. Y me gusta el hecho de que no haya letra, que la música haya sido compuesta desde la libertad de hacer música sin pretensión, buscando desapegarme del fruto del resultado de esa creación. Me gusta pensar que esa música también interpele a la escucha, pero que el oyente también sea partícipe activo de esa música. Ahí es donde quizás el dispositivo del disco cobre vida.”

En una escena en la que la música parece vacía y llena de palabras que la quieren llenar diciendo qué hacer y qué no, la disonancia sin letra de Ucaln reclama una escucha que a poco de iniciada se convierte en seducción a seguir hasta el último tema. Hay mucha tira posta, mucha bajada de línea, mucha gente queriendo tener razón. Creo que la música está sumamente intoxicada por la lógica del mercado y eso desvía el sentido original que tendría que tener la música, incluso como dispositivo comunitario de diálogo entre las tribus que se hacía en los pueblos originarios, pensados para los distintos momentos del día y del año, para tareas como la cosecha o la siembra, y todos siendo partícipe, no algo que alimenta el ego.”
-Música sin derecho de autor.
-Sin autor, exactamente. Dicen que cuando la música de uno pasa a ser anónima es como el verdadero logro, el verdadero triunfo. Y hay algo de esta época en la que el rol del artista está desdibujado puesto al servicio de historias en Instagram, de ver si pegás una playlist, y todo lo que sabemos que uno a veces para difundir su trabajo tiene que jugar ciertas reglas pero también les dibuja el sentido de hacer música.
Sin fanatismos ni falsas ideologías, Massenzio recurrió a toda la parafernalia y el andamiaje analógico para la creación del disco, por más que luego en la grabación la tecnología digital haya sido aliada para el resultado final. “Hay algo muy primigenio en lo que tiene que ver con nuestras raíces haciendo música. Dicen que esas iglesias con los techos altos y esas reverberancias grandes con la gente que canta tiene un sentido relacionado con el sentido de la existencia. Hay algo orgánico en el instrumento. Hace unos meses me compré un ronroco y camino por mi casa tocandolo y el placer que siento es enorme. Y eso dialoga con uno mismo, no está proyectándose hacia otro lado. Y me parece que desde ahí es el germen. Y algo que hay que atender. Hay algo de un tipo de resistencia que tenemos que llevar adelante con el mundo de lo tangible, verte con tus amigos, con la gente que querés en vez de verlo en una pantalla, o mandarte mensajitos. Puede ser un buen momento para reconectar con el sentido original que tiene hacer música. Ahí también está la manera de subvertir al sistema desde el aspecto artístico.”
Por el momento no hay presentación oficial a la vista, más que nada porque Massenzio se sumó a Me darás mil hijos y se vienen “conciertos grandes donde participo en guitarra, piano y coros”. Y además de armar la banda (“la quiero hacer con Sebastián Briganti y Claudio Lafalce, que produjo el disco conmigo”) tiene que acostumbrar a sus seguidores a este profundo cambio. “Fue una gran sorpresa entre la gente cercana -dice entre risas-. Esa cosa de cantautor songwriter, el manejo de las armonías que responde al mundo de la canción y de repente se encuentran con este disco, que por suerte fue una grata sorpresa.” Muy.
Gastón Massenzio – Ucaln
Sebastián Briganti: cajón peruano y asalato. Gastón Massenzio: guitarra española, guitarra acústica de 12 cuerdas, charango, ovni drum, kalimbas amanha, melódica, metalofón, flaquita, piano Rhodes y Yamaha CP-80. Arte: Sebastián Molina.