En pleno reordenamiento después de la derrota ante Javier Milei el pasado domingo, los aliados provinciales de Sergio Massa repasan una a una las ciudades e intendencias que trabajaron a media máquina entre octubre y noviembre y colaboraron en la construcción de la peor elección del peronismo del último tiempo. En ese análisis de pleno duelo, sus asesores encontraron una respuesta poco común: este ballotage tuvo dos ganadores.

Juan Schiaretti fue uno de los primeros referentes en felicitar al libertario por su triunfo el fin de semana. En un texto publicado a través de su cuenta de Twitter, el todavía gobernador de Córdoba hizo gala de su antikirchnerismo -devenido en antimassismo- y se apuró a aclarar a qué se debió el 75% que el ahora presidente obtuvo en su provincia. 

“La voluntad expresada en las urnas refleja el rotundo rechazo de los cordobeses al kirchnerismo, ya que es el peor resultado de las últimas tres elecciones para esa fuerza. Y esto sucede porque maltrataron a Córdoba y al interior de la Patria durante estos 20 años, gobernando desde y para la República del AMBA con una verdadera falta de federalismo”, lanzó.

Quienes rodean al tigrense saben que aquel mensaje no tiene ni un ápice de inocencia. Desde el resultado de las PASO en agosto, el todavía oficialismo apuntó a desplegar una campaña nacional para recomponer las provincias teñidas de lila libertario. 

El cierre de campaña de Milei en Córdoba.

La estrategia de Schiaretti en el balotaje

En Córdoba, el massismo depositó su confianza en el armador Juan José Álvarez, quien se dedicó a tejer redes con el cordobesismo para intentar recomponer los modestos 7 puntos que se obtuvieron en las primarias. Las incontables cenas y charlas de café con todo el abanico de dirigentes dieron sus frutos en octubre, el peronismo nacional trepó al 13,5% en aquella elección.

Tal como contó Tiempo, Massa logró hacerse de apoyos claves en la provincia, en especial de figuras cercanas al gobernador electo, Martín Llaryora. El intendente de Villa María, Martín Gill; el secretario de Participación Ciudadana, Juan Domingo Viola; las legisladoras Nadia Fernández y Tania Kyshakevych, entre otros dirigentes, trabajaron por la candidatura del tigrense y prometieron reunir una cadena de votos que, a la luz de los hechos, nunca llegó.

Con la derrota consumada, los planificadores de la campaña cordobesa le otorgan toda la responsabilidad al todavía gobernador. Audaz, Schiaretti dejó libre a su tropa y logró convencerlos de que aquella “neutralidad” les permitiría jugar sin remordimientos por el único candidato peronista que llegó al ballotage. 

Mientras tanto, y a pesar del pedido desesperado de Estela de Carlotto a días de los comicios, el mandatario cordobés trabajó por lo bajo y se dedicó a sembrar votantes mileistas que cosechó a exactas cuatro semanas de la primera vuelta para entregar por completo la provincia al presidente libertario. 

Foto: Lescano Laura Telam

Aunque los dirigentes que apoyaron a Massa creyeron tener libertad de acción, el día después del triunfo de Milei comenzaron los guadañazos. El legislador Leonardo Limia, perteneciente al círculo cercano de Schiaretti y su pareja, Alejandra Vigo, salió a marcarle la cancha a los huérfanos del tigrense y se apuró a advertir que “se terminaron la grieta y el gobierno del AMBA. Por eso, parte de la dirigencia cordobesa deberá dar cuenta de su error. En esta provincia el interés que nos mueve es el de los cordobeses”. 

Al escrache en la plaza pública recibido, se le sumaron una serie de actitudes particulares de parte de quienes no perdonan que sus aliados tomen con autonomía sus propias decisiones. Desde el lunes, un grupo no menor de figuras comenzó a recibir llamadas de altos dirigentes que reducen su interacción telefónica a gritar “traidor” al oído de su receptor para luego cortar y no volver a responder. Nadie intuyó que la soga de la libertad sería tan corta. 

Córdoba contra Buenos Aires desde Derqui

Fuentes cordobesas expusieron que Schiaretti no soportó la idea de que Massa fuese el líder del peronismo nacional. La relación entre el “Gringo” y el tigrense es tensa desde el comienzo. A pesar de haber compartido espacio en 2015 y otra vez en 2019, el deseo de asfaltar la ancha avenida del centro no logró que el cordobés cediera ante los encantos del ahora ministro. Sólo la presencia de Juan Manuel de la Sota lograba mantener en armonía un vínculo chispeante que sólo logró electrificarse aún más con el paso del tiempo.

Las teorías abundan en la mesa chica, pero quienes se dedicaron a conocer en profundidad la provincia estos meses entienden que el rencor de Schiaretti responde a la idiosincrasia cordobesa de repudio al porteño que se remonta a mediados del siglo XIX y a la presidencia de Santiago Derqui

Las críticas a la “república del AMBA” que lanzó este domingo el gobernador abonan aún más esa teoría. Pero, especialmente, cerca del ministro entienden que el deseo de derrota del candidato justicialista por parte del gobernador se reduce al hecho de que Schiaretti comparte todas y cada una de las medidas que Javier Milei propone llevar adelante en su presidencia

La quita de impuestos al agro, el déficit cero y la eliminación de subsidios a la energía, propuesta de la plataforma electoral del cordobés, dan cuenta de ello. “Es un liberal”, sintetizaron para este medio.

Martín Llaryora, próximo gobernador de Córdoba.
Foto: Laura Lescano / Télam

A pesar de haber jugado todas sus cartas, el gobernador cuenta con sus últimos 20 días al mando de su provincia. Su heredero, Martín Llaryora será quien deba trazar el nuevo destino de una Córdoba agitada, que podría ser de las principales víctimas en caso de que el presidente electo cumpla con cada una de sus propuestas de comercio exterior, y definir si continúa con el legado de su padre político o trabajará para una renovación impostergable.

El todavía intendente de la ciudad capital será, junto a Axel Kicillof, los únicos peronistas con suela por gastar que atravesarán el gobierno de Milei. Ambos trabajarán incansablemente para convertirse en el próximo referente de un peronismo que, sin más, deberá juntar cada una de sus partes y reconstruirse a sí mismo en una nueva versión que logre sanar con eficacia las heridas que dejará una nueva gestión neoliberal.
Con una Córdoba en su máximo punto de endeudamiento y una provincia de Buenos Aires sin aliados en el gobierno nacional, la carrera al 2027 de los jóvenes herederos promete tener infinitas postas.