El grupo Cambio Rural nació de un programa oficial del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del ex Ministerio de Agricultura, que fue dado de baja por el actual gobierno nacional.
“Hace poco más de cuatro años se generó el grupo de ganadería regenerativa en Gualeguaychú, dentro de Cambio Rural. El programa contemplaba el pago de viáticos a un coordinador, que es un ingeniero agrónomo, pero al darse de baja decidimos seguir pagándolo nosotros, para no tener que desarmar el proyecto. Hoy, el grupo tiene autonomía y funciona muy bien”, contó Juan Pablo Oppen, productor de Gualeguaychú que hace ocho años decidió prescindir del uso de agroquímicos en su producción.
“Hablamos de ganadería regenerativa porque estamos reconstruyendo algo que se rompió antes -dijo el productor-. En general, lo que se rompió es el suelo por el pastoreo continuo, en el que permanentemente las vacas están comiendo siempre en el mismo lugar, degradando el tapiz vegetal”.
Oppen destacó la intención de evitar el uso de agroquímicos. «Las herramientas que tenemos son la desmalezadora o la posibilidad de meter muchos animales juntos en una pequeña superficie para que se coman todo lo que hay allí, hasta lo que antes se consideraban malezas, que no lo son porque hemos descubierto sus condiciones nutricionales”, sintetizó. Es sólo el punto de partida porque, según dijo el integrante de Cambio Rural, «empieza a ser un sistema muy virtuoso y rentable: no gastás plata en desmalezar o fertilizar, y en la misma superficie podés tener más animales, con menos costos de inversión y mejores ganancias”.
Pastoreo racional: cómo lo hacen
“Nosotros necesitamos concentrar nutrientes naturales: la bosta y la orina del animal. Entonces, cuadriculamos el campo en parcelas chicas, en las que toda la hacienda está junta durante uno o dos días, bosteando y orinando en el mismo lugar. Después, la hacienda pasa a otra parcela y esa materia orgánica se va a incorporar al suelo y va a generar más fertilidad, más porosidad en la tierra, más microorganismos y la aparición de otras especies forrajeras nativas”, explicó Oppen.
“Los animales continúan su recorrido por el resto de las parcelas y quizá vuelven a esa en 60 o 90 días, entonces esa parcela va a estar sumamente fértil. La fertilización, que antes había que comprarla en dólares y que te intoxicaba la tierra, hoy la remplazamos por la bosta y la orina de la vaca. El círculo es virtuoso: el animal está desmalezando a boca, fertilizando y generando carne”, enfatizó.
Pero, si el virtuosismo es tal, ¿por qué la mayoría no lo implementa? “Porque demanda mano de obra y estar todos los días en el campo”, contestó Ricardo Godoy, productor desde hace 30 años, que tiene 100 hectáreas propias y arrenda 65.
“Inclusive, tenés que capacitar a la gente que trabaja con vos, porque, en general, no están acostumbrados a este sistema. Están preparados para otro tipo de trabajo, pero acá hay que estar en el campo, hay que trabajar todos los días”, afirmó.
El grupo Cambio Rural
Son 12 productores distribuidos en buena parte de la geografía entrerriana. La heterogeneidad y la diversidad es una de las características que destaca al grupo: hay pequeños y medianos; quienes tienen campos propios y quienes arriendan; quienes no utilizan agroquímicos hace años y quienes lo van haciendo paulatinamente.
Una vez por mes tienen una reunión en el campo de alguno de ellos. Previamente, el ingeniero agrónomo coordinador visita ese campo, para hacerlo, luego, junto a los 12 que conforman la grupalidad.
“En cada juntada surgen un montón de interrogantes y problemas que van a ser abordados por todo el grupo. Desde la experiencia propia, cada integrante evalúa, diagnostica y comparte información con sus pares. Porque lo que le está pasando a uno es probable que ya les haya pasado a otros, entonces, generalmente, existen herramientas para abordar cada situación”, explicó Godoy.
“Una instancia muy positiva es cuando, sin la presencia del productor anfitrión, el grupo hace un análisis de la situación, comparte puntos de vista, critica, sugiere y, luego, se convoca al productor; lo interrogamos bastante, sobre por qué hace o deja de hacer tales cosas, y le decimos lo que nosotros haríamos en su caso”, detalló Oppen.
“En la siguiente reunión, que va a ser en otro establecimiento, durante los primeros minutos el productor que había sido visitado cuenta qué pudo poner en práctica de lo recomendado, qué no y los porqués de cada decisión. Es una instancia de enriquecimiento total”, remarcó el productor.
Crisis del sistema productivo
Hace algunos años, la ganadería regenerativa era una rara excepción, pero en la actualidad son cada vez más las experiencias conocidas. “La crisis del sistema productivo actual es tan grande que el productor cada vez tiene menos rentabilidad, porque se la pasa gastando plata en insumos que no le están dando resultados. La maleza es cada vez más resistente, entonces cada vez necesita más insumos, es una lógica perversa en la que el ganador es quien vende ese insumo, no el productor”, apuntó Oppen.
Ante esta situación, no parece una rareza que haya más productores agropecuarios, sobre todo los más jóvenes, que se sumen a la agricultura regenerativa. En este sentido, la experiencia práctica del grupo Cambio Rural es determinante para quienes quieren conocer de qué se trata.
“Acá no hay verso: cuando miran lo que estamos haciendo, cuando conocen y lo comparan, por ejemplo, con los campos de al lado, se dan cuenta que esto funciona”, concluyen los entrevistados.
* Integrante de Revista La Mala de Gualeguaychú, especial para Tiempo Rural
Infografía: Diego Abu Arab