Gabriela Rivadeneira fue presidenta de la Asamblea Nacional ecuatoriana durante el gobierno de Rafael Correa y es una dirigenta influyente de la Revolución Ciudadana. Como muchos de sus pares, sufrió persecución política, lo que la llevó a radicarse en México, aun cuando se mantiene como una referente de lo que sucede en su país. Extrovertida, apasionada, detallista y reflexiva, así se mostró en la charla con Tiempo.
-¿Cómo llega Ecuador a la situación actual si hasta hace un tiempo era poco menos que el paraíso americano?
-En Ecuador se puso a prueba, y se fue perfeccionando, una estrategia de dominación, tomando en cuenta que son 200 años de plena vigencia de la Doctrina Monroe. En 2018, arranca la guerra judicial y la persecución política. (Lenin) Moreno la llamó la “descorreización”. Eliminó una serie de ministerios, entre ellos el de Seguridad y el de Justicia, justamente los que sustentaban el Plan Integral de Seguridad. En paralelo, reducción progresiva de presupuesto para la policía, FF AA y procesos de ayuda social. Con el apoyo de los medios corporativistas, justificaban todo. Lasso lo continuó: un banquero que duró dos años en el poder, involucrado con la mafia albanesa. Su descrédito derivó en el adelanto de las presidenciales. Hoy tenemos a un nuevo presidente que viene de la misma élite económica, que no cree en el Estado, que no cree en el gobierno, que sustenta el pensamiento neocapitalista, neoliberal. Va a hacer lo mismo: jugar al Estado mínimo.
-La receta de siempre.
-Es una norma básica de la física: ningún espacio se queda vacío. Si en el espacio territorial no existe el gobierno, alguien lo ocupa. No sólo pasa en Ecuador sino en muchos territorios de América del Sur: el crecimiento abrupto del crimen organizado y el narcotráfico, al tiempo del cambio de consumo en EE UU. Cuando el fentanilo remplazó a otras drogas, esas drogas, en lugar de ir al norte, se consumen en el sur. Además, Guayaquil es uno de los puertos más importantes, junto con los mexicanos, para la conexión con Asia y Europa. Al ingresar el cartel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación se generan decenas de microorganizaciones que viven a través de mecanismos de extorsión, de lavado y de sicariato. En lo básico, es una toma de territorio con la complicidad de los gobiernos de derecha de turno. Y con la incursión de las fuerzas de seguridad en esas bandas.
-Pauperización del Estado en concordancia con la de la sociedad, complementada con una economía dolarizada.
-La dolarización fue en 1999. Pero durante los 10 años de la Revolución Ciudadana hubo un control exhaustivo del Estado. Salida de divisas, control de capitales, una estructura financiera nacional. Lo primero que hacen los gobiernos neoliberales es jugar con la palabra “libertad” y liberan el mercado: si lo sueltas, las redes de narcotráfico entran directamente al sistema internacional. Según la CELAG, en el 2023, Ecuador lavó u$s 3,5 mil millones en el sistema financiero internacional. Eso lo permite un Estado mínimo que atraviesa una crisis multidimensional: la económica, la migratoria más la escalada de violencia. El 50% de los ecuatorianos está hoy en la pobreza y la pobreza extrema. Destruyeron lo que se hizo en 10 años de la Revolución Ciudadana, cuando a Ecuador lo llamaban el “jaguar latinoamericano” (NdR: el ministro alemán Jurgen Beerfeltz en alusión a los tigres asiáticos). Hoy no sólo está empobrecido: es el más violento con 44 homicidios cada 100 mil habitantes.
-Un escenario complejo, con temas entrelazados. ¿Cómo se supera esta crisis?
-Pues no por un decreto si no se tiene un plan. La deserción escolar te da un primer indicador: quiénes son los que integran esas organizaciones sino esos jóvenes, niños y adolescentes, que no tienen otra opción que meterse a la fácil. Le estamos poniendo una metralleta en la cabeza a alguien que fue abandonado por el Estado. El justificativo que tuvo el decreto de Noboa fue la fuga de uno de los presos más peligrosos, como el Fito, pero justifica una nueva alianza del gobierno de turno con el narcotráfico; le da luz verde a las FF AA para hacer operativos en el territorio y envía la ley de “recuperación de seguridad social y económica”. Así, de paso, implanta el IVA sobre toda la sociedad y perjudica, sobretodo a los sectores empobrecidos. En lugar de penar a quienes sacan los recursos del país, o impuestos a las grandes fortunas: qué coincidencia que Daniel Noboa sea el hijo de una de las personas más ricas del país y uno de los consorcios más deudores del fisco.
-Pero todos se sumaron ante el llamado del gobierno.
-Sí. Lo que demuestra que por más voluntad política de unión, la respuesta del gobierno fue darnos la espalda, poner militares en las calles, presentar su plan de construcción de cárceles al estilo Bukele y, encima, ese proyecto de ley. Hay que saber quién está detrás de la toma de decisiones de Noboa.
-¿Cómo juega EE UU?
-En el gobierno de la Revolución Ciudadana se sacó la base militar de Manta: el país mejoró sustancialmente sus indicadores de seguridad y quedó un candado en la Constitución sobre todo tipo de cooperación militar extranjera. En 2019, Moreno entrega la isla San Cristóbal (en Galápagos) para vuelos militares diarios. No es casualidad esta crisis de seguridad. Y hoy (por el viernes) el gobierno de (Joe) Biden anunció el viaje de la directora del Comando Sur con su equipo para “dotar de inteligencia” al gobierno… Nada es casual.
-Aprovechan las circunstancias o es mera complicidad?
-Cada vez que sucede un conflicto como este hay que ver qué está detrás. No es fortuito. Se produce tras un empobrecimiento brutal, en medio de la avanzada regional del crimen organizado. Yo reivindiqué el mensaje que mandó el presidente (de Bolivia, Luis) Arce dando la solidaridad y advirtiendo que el caso ecuatoriano es una alerta para la región. El crimen organizado debe ser tratado en conjunto. En los ‘90 pasó en México y en Colombia con la famosa figura de “narcoestado”. Ahora está presente en Ecuador, en Perú, empieza a vislumbrarse alguna información sobre Argentina. El tema debe ser articulado y tratado en la región. Es la alerta que deja Ecuador. Hay que tomar medidas drásticas.
-Te referiste a una serie de circunstancias que marcan un paralelo con lo que sucede en la Argentina y cómo se llega a este episodio.
-Este tipo de fanatismo es propio de todo gobierno de derecha. Lo digo con mucho respeto a quienes eligieron a Javier Milei en Argentina. Pude participar en los procesos electorales y estuve en Argentina. Era increíble ver a sectores medios y populares que iban a votar a Milei. Cuando les decía: “Pues mira, va a privatizar salud, educación, seguridad social, va a poner impuestos”, me respondían que no, que no lo iba a hacer… Pero hace lo que dijo, que es meter al pueblo argentino en una trampa donde se juega el imaginario psicológico de que nada puede ser peor, y por lo tanto, cualquier alternativa, por más alocada, es una salida. Jugar con los imaginarios colectivos es un arma que siempre les sirvió a las derechas extremistas. Por eso es tan importante reflexionar y dar mucha información a nuestros pueblos. La educación popular debe volver a ser un mecanismo directo para combatir estos avances de una derecha cada vez más fascista. Nos hemos olvidado de que somos latinoamericanos. Somos de piel, de carne, de sal, de vernos ojo a ojo. Un tema que debemos volver a militar y también un tirón de orejas a las organizaciones de izquierda.
-No sólo el avance de la derecha. También se impone una autocrítica.
-Claro. No sólo el avance de la derecha. También lo que nosotros dejamos de hacer. La Revolución Ciudadana cumple su séptimo año de resistencia, logramos sobrevivir, pero no es argumento. No estamos haciendo educación ni organización popular. En mi pueblo se dice: la gente come cuentos de los políticos, en especial de derecha. Le dicen lo que quieren escuchar y cuando son electos actúan de otro modo.
-Los gobiernos de ambos países son de raíces parecidas, pero los perfiles de los presidentes difieren.
-Sí, claro. Con diferentes modelos y ejercicios de gobierno. No puedo decir que Noboa es Milei. No, Noboa es un joven graduado de Harvard, una persona modosa que tiene una supuesta familia ejemplar, ideal a los ojos estéticos implementados por el eurocentrismo que tenemos en el continente. No es odiador, no es violento, tiene otro tipo de perfil político. Sin embargo, comparte una característica: gobiernan para la casta de las élites económicas, militares y mediáticas que acabaron con décadas de crecimiento en la región. Hay que ponerles mucha atención a las acciones que implementan este tipo de gobiernos. «