Fue calificado como el clon de Emmanuel Frédéric Macron. Gabriel Attal nació en Clamart, Francia, hace 35 años. Homosexual, hijo de madre rusa y padre tunecino, abogado recibido en la Universidad Panthéon-Assas. Pasó por el socialismo y por varios ministerios. Desde el último 9 de enero es el primer ministro impulsado por el presidente. Lo apuntan como el más firme  candidato a sucederlo en 2027, cuando Macron no pueda ser reelecto.

El domingo pasado por la noche, Attal renunció al conocerse los resultados de la elección legislativa que ubicó el Nouveau Front Populaire (la alianza de izquierda) en primer lugar y luego al Ensemble (Juntos, la coalición de Macron)por encima de la ultraderechista Rassemblement National (RN), que había festejado antes de tiempo. Pero el presidente urgió al primer ministro a que se quedara “al menos durante la transición”. La frase no es para soslayar. En el Reino Unido, a la mañana siguiente de la elección en la que venció el laborismo, su líder, Keir Starmer, fue convocado al palacio de Buckingham, y el rey lo instó a formar gobierno. En Francia, el sistema electoral genera una resolución más compleja. Macron, viejo lobo de la alta política, lo sabe. Y se propuso embarrar la cancha desde el primer momento.

Tiene en cuenta un aspecto. El Nuevo Frente Popular nació el pasado 10 de junio a la sombra del terror que provocó el triunfo de la ultra derecha en las parlamentarias europeas. Queda claro que su principal impulsor es Jean-Luc Mélenchon, nacido hace 75 años en el puerto marroquí de Tanger, hijo de argelinos, de dilatada experiencia en la gestión, ministro del gobierno de Lionel Jospin. Histórico dirigente de la izquierda radical, sea cual fuera el frente que integrara. Candidato a presidente en 2012, acabó apoyando al socialista Francoise Hollande. En 2017, obtuvo el 19,6% tras Macron (24%), Marine Le Pen (21,3%) y François Fillon (20%), pero en ese período, hizo mucho ruido en la Asamblea Nacional, con su banca de diputado. En 2022 fue tercero, con el 21,95%, detrás de Macron con un (27,84%) y Le Pen (23,15%). Obsesivo impulsor de frentes de izquierda, lo logró en la cámara con la Nueva Unión Popular Ecológica y Social, malograda por las disputas internas de France Unbowed (Francia Insumisa), que  fundó en 2016.

Acomodadas las piezas, aseguran, y con esa experiencia en los hombros, ante el terror provocado por la victoria de la ultra en las europarlamentarias, logró reunir a la izquierda en el Nuevo Frente Popular, inspirado en la alianza de la resistencia española, urdida en enero de 1936 para enfrentar al fascismo. El NFP abraza a formalmente a Francia Insumisa, el socialismo, el comunismo, los ecologistas y otros menores, con posturas de socialdemocracia, progresismo, ecologismo, socialismo, laicismo, reformismo europeísta, tercermundismo, antineoliberalismo, antifascismo y antirracismo. En estas páginas, Eric Toussaint explica de maravillas los fundamentos del sorpresivo triunfo de hace algunas horas.

La cuestión es que ganaron y Mélenchon esa misma noche salió a vindicar el derecho del NFS de reclamar el cargo de primer ministro. No sólo eso: exigió la urgente anulación de la reforma previsional de Macrón, inmediatos aumentos salariales, precios máximos y otros medidas de carácter popular. Y le envió un mensaje a sus socios del NFP: «Cumplir el programa, todo el programa».

Pero, si bien su partido es preponderante en la alianza, con lo que se supone que el primer ministro debería ser él, también es el más confrontativo con Macrón. Y, además, de inmediato empezaron a tallar otros líderes de NFP como  el socialista Olivier Faure y la verde Marine Tondelier, entre otros. No tiene las mismas expectativas el comunista Fabien Roussel, que quedara afuera en la primera vuelta. El socialista salió públicamente a reconocer: «Estoy dispuesto a asumir como primer ministro. Estaré en contacto con nuestros socios». Recordó: «Estaremos en un Parlamento dividido. Vamos a tener que hablar, discutir y dialogar. Y marcó un límite a Mélenchon. «Hay una crisis tras otra y hay que hacerse responsable». Al rato, la ecologista Sandrine Rousseau, también reveló las apetencias de su sector por el cargo. ¿Qué opinarán sobre esos cruces los millones que salieron a las calles francesas el domingo avalando la unidad ante el fascismo y se gastaron las gargantas al grito de “No pasarán”?

El fútbol, cuestión primordial en el Reino Unido

El jueves 4 el Partido Laborista lograba una estridente victoria en las parlamentarias anticipadas. Su nuevo líder, factótum del triunfo que haría regresar a uno de los suyos al mítico 10 Downing Street, es Keir Starmer, un abogado, que le pone los pelos de punta a los sectores más progresistas del partido británico. A la mañana siguiente ingresaba al Palacio de Buckingham convocado por el rey Carlos III, quien formalmente lo declaró vencedor y por consecuencia, lo instó a asumir como primer ministro y formar gobierno. Así fue.

Los nombres que le dieron forma a su gabinete llevan el sello conservador de Starmer y las primeras medidas de gobierno lo reafirmaron, aunque aún celebran la derrota de las ultraderechas que no sólo amenazaron a la Gran Bretaña.

Starmer es bien inglés: nació hace 61 años en el muy londinense municipio de Southwark. Justamente, a pocos días de asumir, el flamante primer ministro celebró que su selección de fútbol se clasificara en Alemania, a la final de la Eurocopa, y en las últimas horas, un comunicado expedido por el Palacio de Kensington da cuenta que Guillermo, el príncipe de Gales (uno de los dos hijos de Carlos, el máximo heredero de la corona) irá al partido que se jugará hoy ante España en el Olímpico de Berlín. No irá solo. Lo acompañará el primer ministro Keir Starmer.