Aunque todavía no se conocen detalles de cómo será implementado, este año, el del Mundial de Francia, será el año de la profesionalización del fútbol femenino en Argentina, casi noventa años después de que esa profesionalización llegara al fútbol de los hombres. La AFA prepara el anuncio para el sábado luego de que este semana Claudio “Chiqui” Tapia confirmara que inyectarán dinero en los clubes para que paguen salarios a sus jugadoras. De hacerlo, no se tratará de una simple concesión: es un logro del movimiento feminista dentro del fútbol, de una campaña que tuvo que superar obstáculos como el quite de banderas de las canchas, y también de una mujer que puso su nombre y su cuerpo en favor de la causa, Macarena Sánchez. Las cosas como son.
Tapia infló el pecho en las horas previas al #8M. Lo dijo en un homenaje a las mujeres y también lo escribió en Twitter. Aseguró que su gestión sería la de la igualdad de género en el fútbol argentino. Esa será la línea que marcará una vez que anuncie que desde la AFA se invertirán, según adelantó el sitio Doble Amarilla, 24 millones de pesos anuales para que puedan repartirse los dieciséis equipos que juegan en la Primera División del fútbol femenino, que tendrían un mínimo de ocho contratos por equipo y un máximo de once.
Con ese dinero, los sueldos estarían en torno a los 13 mil y los 15 mil pesos, que son los salarios básicos de los futbolistas que firman su primer contrato en Primera C. Las categorías profesionales para la temporada 2018/2019, las cuales se publicaron en el boletín de AFA Nº5501, estableció que el salario básico promocional (para jugadores de entre 16 y 18 años) de la división profesional más baja sea de 13.200 pesos. El salario básico es de 15 mil. Los del Federal A saltan levemente a 15 mil y 17.400, igual que la Primera B. La idea es equiparar la Primera División de las mujeres con la Primera C.
Pero no se trata sólo de salarios. La campaña por un fútbol femenino profesional, que el sábado tuvo una gran jornada con el partido entre Boca y Lanús en la Bombonera (ganaron las locales 5-0), no sólo reclamaba que se pague por jugar sino que haya mejores condiciones de trabajo. Que las jugadoras de los distintos equipos tengan, por ejemplo, obra social o prepaga. Que se paguen los traslados, que se garantice la ropa para los partidos y para el entrenamiento. Y que la recuperación física por alguna lesión también corra por cuenta del club. Una relación laboral como la de cualquier futbolista.
En la AFA sostienen que el proyecto de profesionalización será puesto en marcha en 90 días, y que fue consensuado con Futbolistas Argentinos Agremiados. Sin embargo, no está claro que haya habido representantes de las futbolistas en esa mesa. Hacía tiempo que otros sectores trabajaban en la idea. Pero para nadie es tiempo de buscar autorías o sacar chapa por protagonismo. Sí será interesante saber, en caso de que se dé este paso, qué ocurrirá con las futbolistas que jueguen en esos equipos pero no logren tener contrato. Todo está a la espera del anuncio de AFA.
Tapia nunca había mencionado que tuviera como objetivo profesionalizar la actividad para la principal categoría femenina. Pero desde enero los tiempos se aceleraron, cuando la UAI Urquiza le avisó a Macarena Sánchez que no sería más parte del equipo y la jugadora le inició una demanda contra el club y la propia AFA para que se le reconozca su relación laboral. La causa tenía su nombre pero, a la vez, era una causa colectiva. Por eso es que el reclamo por un fútbol femenino profesional se extendió por distintos sectores, se militó en cada cancha, en carteles y banderas, también en hashtag. Ahora puede ser una realidad. Pero como la historia son episodios encadenas, nada de lo que se cuente de acá en más en el fútbol femenino se puede contar sin Macarena, que también representa a todas las mujeres que estuvieron todo este tiempo al frente.