El arribo de Javier Milei a la Madre Patria careció, por cierto, de la pompa que le corresponde a un jefe de Estado, ya que en el aeropuerto de Barajas sólo fue recibido por el embajador argentino, Roberto Bosch Estévez. Mientras tanto, la vicepresidenta española, Yolanda Díaz, declaraba a la prensa que el insigne visitante era «un generador de odio».
No es una exageración decir que este sujeto se siente muy cómodo en su disfraz de payador perseguido, ya que su primera actividad en la tierra ibérica fue presentar su libro, El camino del libertario, que el Grupo Planeta había retirado de la venta apenas unas horas antes por falsear allí sus propios datos biográficos al atribuirse un doctorado imaginario. Una usurpación de títulos y honores que no le impidió ponderar a su anfitrión en Madrid.
–Cuando yo era un ser despreciable, y nadie me quería –dijo–, Santiago Abascal era el único que me abrazó.
Se refería así al líder del partido franquista Vox, quien se autopercibe como «Il Duce» del siglo XXI.
Pero, además de abrazarlo, aquel individuo es el titiritero que convirtió a este muchacho cargado de complejos físicos y psicológicos en un fenómeno político de alcance global.
Al respecto, es necesario retroceder casi un lustro.
En este punto resalta la figura de Victoria Villarruel, quien, por aquellos días, era la puntera local del armado internacionalista de Vox.
¿Cuál fue su papel en la construcción de este Golem?
Pues bien, esta abogada de 49 años había logrado hasta entonces una módica notoriedad por su amor hacia la Doctrina de la Seguridad Nacional, entre otros postulados de la última dictadura. Sin ser tan rústica como la ya olvidada Cecilia Pando, ella no era menos negacionista, consiguiéndose así un sitial en la prédica de lo que los adoradores del genocidio llaman «memoria completa». Un berretín que supo despuntar desde su propia ONG, el Centro de Estudios Legales sobre Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV).
No obstante, aquella actividad fue relegada a un segundo plano en 2017, al ser sumada a las filas de Vox. Fue cuando entro en escena Javier Ortega Smith, el segundo de Abascal.
A este individuo se lo vio junto a Villarruel en agosto de 2019, durante su visita a Buenos Aires, al ofrecer en el Círculo Militar una conferencia ante un público que lo aplaudía a rabiar. Así, con aquel sencillo pero emotivo acto, Vox puso un pie en Argentina –al igual que en Paraguay y México– mediante un sello bautizado «El Club de los Viernes», cuyo crecimiento se cifraba en la organización de eventos. Desde entonces, los viajes de Villarruel a Madrid se tornaron frecuentes. En aquella ciudad la recibía el mismísimo Abascal, quien tomaba nota de sus logros. El más prometedor fue la captación de Milei.
Por entonces, aquel economista cincuentón solía frecuentar únicamente algunos programas televisivos por ser el novio de la cantante Daniela, una exintegrante del grupo Las Primas, famosa por sus hits: “Sacá la mano, Antonio» y «Tocame con el piripipi».
Milei, ya separado de ella en 2019, empezó a formar parte del público de «El Club de los Viernes», junto con otras ilustres figuras como el influencer Juan Doe, el exdirigente de la Ucedé, Carlos Maslatón; el diputado macrista Francisco Sánchez y el economista Roberto Cachanovsky. Fue en ese ámbito donde la buena de Villarruel puso el ojo en su singular temperamento. Y al poco tiempo, fue convocado para inaugurar allí un ciclo de conferencias ante 150 asistentes.
Su flamante mentora no tardó en presentárselo a Ortega Smith.
–Así que tú eres mi famoso tocayo. Me han hablado mucho de ti– fue la frase del dirigente español, en medio de un cálido apretón de manos.
Al «tocayo» le brillaban los ojillos, tal vez al intuir que su vida acababa de dar un vuelco. No se equivocaba.
De manera que, lejos de ser un producto milagroso de la «antipolítica», Milei es en realidad una criatura prolijamente amaestrada para deslumbrar al sector más cavernícola del electorado. Un Frankenstein suturado a imagen y semejanza de una coyuntura del poder.
Así pasó a ser una promesa en el campo del arte de lo posible.
Su prueba de fuego ocurrió el 9 de octubre de 2022 en el espacio Mad Cool de Madrid, durante el festival Viva 22, organizado por Vox. En el cual a él le tocó ser uno de los teloneros.
Ante sus casi 20.000 asistentes fueron proyectados videos con saludos y adhesiones de prestigiosas personalidades ubicadas en dicha franja ideológica, como Donald Trump, el primer ministro polaco Mateusz Morawieck, su par húngaro, Viktor Orbán, y la entonces futura premier italiana, Giorgia Meloni.
En cambio, los asistentes disfrutaron de modo presencial a quien ya era nuestro Führer de entrecasa. Un honor para el país.
Había que verlo trotar hacia el escenario, vitoreado por la multitud como si fuera una estrella de rock. Entonces dijo:
–No sabía que aquí me conocían tanto…
Su asombro, algo infantil, era genuino.
A continuación hubo que apreciar los decibeles de sus cuerdas vocales al soltar un discurso de barricada, ya muy compenetrado en el papel que debía interpretar. Siempre con los brazos extendidos, denostó al «zurderío», al «tema de los conflictos étnicos», al «tema de los pueblos originarios» y al «tema de la agenda ecológica». También excluyó de su cruzada purificadora a «los tibios» y se las agarró con «el virus del lenguaje inclusivo». Pero no sin abrevar en un axioma algo hitleriano: «Somos superiores en todo».
Ya se sabe que, un año y dos meses después, ese tipo fue entronizado en la Casa Rosada, con su domadora como vice.
Pero la pobre Victoria quedó relegada a la función de tocar la campanita en el Senado, licuándose también su gravitación en Vox.
Abascal y Smith apenas la recuerdan. Ellos ahora se relamen al tenerlo a él, su invento más milagroso, en el cierre del multitudinario evento fascista que colmará este domingo las tribunas del Palacio de Vistalegre, en Madrid. Pero, bajo el sol madrileño, para Milei no todas son rosas. Porque, en paralelo, diferentes organizaciones democráticas convocaron a movilizarse en repudio a dicha cumbre y, en particular, a la intervención del mandatario argentino,
Mientras tanto, su par español, Pedro Sánchez, lo calificaba de «negador del feminismo, de la justicia social y de la dignidad laboral».
Y a la vez, los empresarios locales que durante la mañana del sábado se reunieron con él abandonaron la Embajada Argentina sin acordar ni una sola inversión, y con la certeza de que aquel hombre con ideas alocadas es apenas una extravagancia de la política, no desprovista de cierta peligrosidad.
Paradojas del presente. «