Fotos, fotos y más fotos. De eso están hechas las redes. Un rápido scrolleo en Instagram y las pupilas se saturan de imágenes perfectas. La fotografía dejó de ser algo más que la sola representación de un hecho diario.

Por eso, el objetivo principal de “En el principio fue la magia”, la exhibición de fotografía que tiene lugar en el Centro Cultural Kirchner hasta diciembre, es despertar a la mirada contemporánea del letargo al que nos conducen los dispositivos y devolverle a la fotografía su carácter artístico.

 La  exhibición propone hacer una pausa del scrolleo de redes para volver a los conceptos elementales de la fotografía a través de un conjunto de artistas que investigan las posibilidades de la luz, la cámara oscura y los materiales fotosensibles. Asombro, sorpresa, magia, imperfección; todo eso trae esta exposición. «El error es una forma de hackear el dispositivo», dice a Tiempo Francisco Medail, el curador.

La exposición, que tiene lugar en las cuatro salas del quinto piso del CCK, explora obras de diecinueve artistas y dos colectivos invitados. A partir de sus imágenes, estos fotógrafos tienen la capacidad de despertar a los espectadores.

fotos

“Las personas se detienen frente a las piezas y entran en duda, paran un segundo a pensar, van a la cartelera a asegurarse de que lo que están viendo es finalmente una fotografía”, cuenta Medail. La exposición está llena de imágenes que parecen pinturas o que exploran diferentes texturas a tal punto que parecen un objeto en sí mismo. 

“La capacidad de parar, de estar al menos tres segundos frente a una imagen, es la antítesis de lo que pasa con la fotografía en redes sociales, con ese scrolleo donde cada vez más el tiempo se evapora en las manos y tratamos de comunicar cosas en la menor cantidad de segundos posibles; la mirada es demasiado veloz”, apunta.

Estas obras buscan que el espectador se detenga, se haga preguntas, pueda estar un tiempo frente a la pieza tratando de resolver dudas: ¿cómo lo hizo?, ¿de qué manera?, ¿con qué materiales?, ¿qué cosas me está mostrando?

“El arte tiene que proponer algo distinto a lo que proponen los contenidos de las plataformas. La fotografía oscila entre ser una pieza de engranaje en el sistema de entretenimiento y ser una obra de arte. Es interesante que una fotografía que está colgada en la pared no brinde la misma experiencia que la que aparece brillando en la pantalla de un celular. Es un desafío para la fotografía poder sostener esa condición de herramienta expresiva. En tanto medio de exploración, tiene que demostrar que puede ser algo más aparte de una forma de comunicación en el formato de las redes sociales”, afirma el curador.

Fotos y adormecimiento visual

Una de las estrategias para salir del adormecimiento de la mirada es la exploración del error. “Vivimos en una anestesia visual permanente en donde apretás el botón y ya sabes que el celular, por más que haya muy poca luz o las condiciones no estén dadas por otros motivos, va a sacar una foto perfecta. Incluso, hay posibilidad de que ni siquiera te salga movida aunque te tiemble el pulso cuando hacés click. Los avances tecnológicos tratan de hacer que la imagen te salga lo más perfecta posible. El error permite salir de ahí y abre otra posibilidad”, dice y continúa:

“Estos artistas retoman un gesto disruptivo de las vanguardias de principio del siglo XX que hacían del error una herramienta constitutiva de su proceso de producción. El error permite correrse de lo que el dispositivo espera que se produzca.”

“Los aparatos tecnológicos que usamos en el presente están hechos para alcanzar un objetivo específico: fotos miméticas y perfectas. El error es una forma de hackear el dispositivo. Estas obras recuperan el espíritu transgresor de las vanguardias y generan un corrimiento; ese corrimiento permite nuevas cosas: otras poéticas y otras maneras de aproximarse a la imagen fotográfica”, explica.

La exposición aborda cuatro ejes independientes entre sí que se desarrollan en las cuatro salas del quinto piso del CCK. Una de las salas está atravesada por el aspecto físico y químico de la fotografía, las posibilidades poéticas de la materialidad en los primeros 150 años, lo analógico y la relación con la naturaleza.

Otra de las salas aborda los dispositivos fotográficos, las búsquedas artísticas vinculadas a hackear el dispositivo, trabajar con cámaras oscuras o fabricar cámaras nuevas caseras que permitan vislumbrar elementos que las cámaras comunes no muestran.

Luego, las dos salas de las esquinas actúan en diálogo y recuperan poéticamente el carácter fundacional de la fotografía, el de producir imágenes como herramienta tanto de la ciencia como de las artes visuales. Por un lado, hay una sala que explora la relación de la fotografía con las artes a partir del vínculo con el retrato y la naturaleza.  Por último, hay una exploración de la relación de la fotografía con las ciencias, como herramienta científica y conocimiento del espacio.

“La fotografía ha acompañado al humano en su exploración galáctica”, dice Medail. Se pueden ver obras que fotografían el sol y la luna en tiempos de exposición muy largos y en cámaras que se adaptan en telescopios. En un mundo saturado de imágenes perfectas y repetitivas, «En el principio fue la magia» propone una pausa y un renacimiento de la mirada. La fotografía es un puente hacia lo desconocido y nos impulsa a mirar más allá, hasta las estrellas.

“En el principio fue la magia” puede visitarse hasta diciembre en el piso quinto del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151, caba), con entrada libre y gratuita.