El FMI dio a conocer este martes el documento de análisis de la coyuntura nacional sobre la base del cual el viernes aprobó la octava revisión y liberó los fondos pautados según el acuerdo establecido entre el Estado nacional y el organismo. Se trata de alrededor de U$S 800 millones.

El viernes el directorio del organismo internacional emitió un comunicado mediante el cual daba el visto bueno para liberar los fondos pautados. Los fundamentos presentes en el documento que dio lugar a la decisión se conocieron hoy e indican un empeoramiento del pronóstico de caída del PBI en 0,75 puntos.

Menos inflación a costa de menos actividad

Para el organismo liderado por Kristalina Georgieva, la economía nacional se contraerá un 3,5% durante 2024 cuando, hace apenas cuatro meses la proyección indicaba una caída del 2,8%.

El documento pronostica una desaceleración de la inflación en tanto indica el porcentaje del 140% para todo el año cuando, su informe anterior, proyectaba un 150%.

Las dos caras del ajuste

Para el FMI el “esfuerzo fiscal” que lleva adelante el gobierno merece ser respaldado a pesar del impacto que creen que provocará en la actividad, el empleo y la situación social. De hecho el directorio considera probable que la tendencia a una contracción del PBI se profundice dando lugar a “una recesión prolongada”.

El texto sobre la Argentina que se conoció hoy señala que “la actual recesión económica podría prolongarse más y el proceso de desinflación podría resultar más persistente, provocando penurias prolongadas e intensificación de las tensiones sociales, incluso con el refuerzo del gasto social«. Dicho de otro modo, la preocupación del organismo pasa por la viabilidad política y social de una política que respalda pero de la cual conoce sus efectos. Por eso incitan a afinar el lápiz a la hora de implementar el ajuste considerando “el frágil panorama social y político”.

Para el organismo el “el programa sigue firmemente encaminado” y permitió haber “sobrecumplido con todas las metas cuantitativas”. A la vez alertan acerca de la necesidad de “mejorar la calidad del ajuste fiscal, dar los primeros pasos hacia un marco mejorado de política monetaria y cambiaria, y aplicar reformas para desbloquear el crecimiento, el empleo formal y la inversión”.

Reforma tributaria y laboral

A pesar de poner de relieve el sobrecumplimiento de las metas el organismo cree necesario mejorar la calidad del ajuste. Es por eso que, preocupado por la caída de la recaudación empeoró sus pronósticos de saldo fiscal con relación a la anterior revisión. Para el FMI habrá superávit fiscal primario durante 2024 pero el mismo será del equivalente al 1,7% del PBI cuando, un trimestre atrás, creía que el mismo se ubicaría en el 2,1% del PBI.

A la vez indican que recién a lo largo del segundo semestre se verificaría un cambio de tendencia a partir de una mejora en la actividad “a medida que se alivien los obstáculos de la consolidación fiscal, los salarios reales comiencen a recuperarse y la inversión se recupere gradualmente”. Para eso exigieron avanzar en las reformas estructurales entre las que destacan la del régimen previsional,  la “flexibilización del mercado laboral”, una reforma tributaria que incluya la “eliminación de puestos distorsivos”, la restitución del impuesto a  las ganancias sobre los salarios y una nueva norma de coparticipación federal.

Con la mira en el Congreso

Para lograr ese objetivo el organismo considera crucial la aprobación definitiva de la ley Bases y el paquete fiscal incluyendo la derogación de la eximición de ganancias sobre los salarios que no fue considerada por el Senado y podría retomar en la cámara baja.

También esperan que la ley aporte “mejoras en el marco legal e incentivos adecuadamente diseñados para grandes inversiones a largo plazo en hidrocarburos y otros sectores estratégicos” en referencia al Régimen de Incentivos para Grandes Inversores (RIGI).

Sobre el sector externo destacan el crecimiento de las reservas que pasaron de -U$S 11.200 millones en diciembre a +U$S 300 millones en la actualidad. Con todo exigen una flexibilización de la política cambiaria que incluye una posible aceleración de la devaluación, la paulatina flexibilización del cepo cambiario y la garantía de ofrecer una tasa de interés real positiva en moneda local. Solo así creen posible avanzar en la “transición hacia un nuevo régimen monetario” que, a lo sumo, asumirá la forma de la competencia de monedas.