Falso: incierto y contrario a la verdad. Fraudulento, engañoso. En su stand up del lunes pasado Manuel Adorni nombra mi película Cocanis, entre otras, usándola como ejemplo sobre el mal uso de recursos del INCAA: apoyar películas que venden pocas entradas, justificando así los recortes de presupuesto en el INCAA y los cambios arbitrarios en la gestión, plasmados parcialmente por el decreto que anunció ese día.

Su afirmación es falsa y engañosa, para empezar. Había distintos tipos de subsidios en INCAA.

Mi película ganó una Vía Digital: son pequeños proyectos documentales, de bajo costo. Casi nunca se estrenan en cine pues no tienen el estándar de producción propio del cine distribuido en salas, no tienen la obligación establecida por el reglamento del concurso ni el apoyo económico al estreno que sí se da a películas de otros tipos de subsidio (mayores), que sí deben estrenarse en sala.

Y sacar de una planilla de bordereaux de salas las películas que menos entradas vendieron no es hacer una auditoria. Los documentales digitales tienen otros modos de exhibición.

Mi película se dio en Espacios INCAA, en dos ciudades del interior, dato que revela Adorni. Y también en el Centro Cultural San Martín, donde se estrenó. Esto no le salió en la auditoria.

Se proyectó en Canal Encuentro dos veces, llegando por este medio a 300.000 espectadores estimados. Y en Festivales de Uruguay, Chile y Bolivia. En Corrientes y en Córdoba.

Es decir que el argumento es FALSO pues no está basado en datos significativos.

Sin entrar en otros detalles como: los realizadores también ponemos dinero, y cuando no funciona también lo perdemos, la mayor parte del dinero paga trabajo y servicios (vuelve a la sociedad virtuosamente), todos los gastos son rigurosamente rendidos y peritados.

Hacer una película es un trabajo enorme, y redunda en capital simbólico. Hacemos documentales que al “mercado” no le interesan. Y si, lo que no se cuenta no existe.

Se utiliza a películas y realizadores como conejillos, se los señala en la plaza pública para que los lacayos de la red los quemen a insultos y acusaciones. Son, somos, el enemigo.

Cocanis, de Fabian Duek.

Y parece que es útil generar miedo. Lo pensaremos dos veces antes de hablar. ¿Y para que ese miedo?

Hoy les permite ejecutar una extraña “venganza” para con uno de sus enemigos elegidos, el Cine Nacional. Supongo que por eso insisten con los discursos moralizantes. Si nosotros somos culpables y por tanto malos, ellos están en lo correcto y son los buenos, sea lo que sea que hagan. Ante el silencio cómplice de prolijos republicanos que se indignaban por todas las razones posibles y hoy callan ante el atropello público, y los señalamientos fascistas.

La ética del funcionario “te la debo”. Los datos, las auditorias, los diseños a futuros, los planes a realizar, también.

Y si los datos fueran ciertos, ¿qué?

¿Qué es lo que proponen? ¿Cuáles son los fundamentos? ¿Cuál es el plan, cómo lo diseñaron, con quién? ¿Estaría justificado atacar una obra, señalar a las personas que las realizaron?

El Gobierno, por medio del interventor y del ahora presidente del INCAA, en solo seis meses ha desguazado el INCAA y los planes de fomento, despidiendo trabajadores en base a eufemismos, sin auditoria ni plan que explique nada. Yendo contra lo que establece la propia Ley de Cine. Llegan al extremo de suspender procesos iniciados, eliminando apoyos que estaban otorgados, deteniendo concursos, no pagando cuotas o pagándolas tardíamente, ahogan a las películas en ejecución no actualizando los presupuestos, incumpliendo obligaciones que el estado asumió al otorgar ese fomento.

¿Y la Justicia? ¿Y la comunidad del cine? ¿Cuánto más aguantará? ¿En cuántas partes más nos vamos a dividir? ¿Tendremos miedo de perder algún beneficio? Y las figuras del medio, los que tienen una voz audible, ¿se quedarán con la seguridad que brinda el trabajo concentrado?

El decreto anunciado establece que se podrá acceder a un solo fomento por año. Las productoras grandes, varias de ellas asociadas a los grupos multimedia ¿abandonarán el negocio?

La Ley de Cine, como estaba, ya los tenía de grandes beneficiarios.

Hablar como si esto fuera importante parece fuera de lugar. Hablar del dinero para el cine cuando un 55% de nuestros compatriotas está en la pobreza también.

¿Entonces? Quizás, cuando eligen un enemigo y machacan con lugares comunes apoyados por la maquinaria de las empresas de comunicación, validados por el silencia de los “amigables”, azuzando la caza de brujas, deshumanizando al que piensa de otra manera, sometiendo de modo real y simbólico, abren la ansiada posibilidad de pasar al acto.

Si la Patria es una Empresa y el Presidente es un gerente que garantiza la ganancia de los poderosos, donde las mayorías quedan de lado y los jubilados son casta ¿será que la gente (antes pueblo) buscará la forma de recuperar lo que le pertenece?

¿Fin?

* Productor y director de cine