Cada vez que sale a dirigir, Flavio Robatto guarda en un bolsillo una frase apuntada en un papelito: “Nunca te olvides”. Cordobés de Río Cuarto, 50 años, el entrenador del Bolívar de Bolivia dice: “Lo tengo clarísimo, pero por si me confundo”. “Su” Bolívar clasificó primero en el grupo E de la Copa Libertadores. Fue el segundo equipo más goleador (13), detrás de los brasileños Atlético Mineiro y Palmeiras (14). En su grupo, Flamengo pasó segundo: Bolívar le ganó 2-1 en el Hernando Siles y cayó 4-0 en el Maracaná. En agosto volverán a cruzarse, pero en los octavos de final. Ningún equipo boliviano alcanzó la final de la Libertadores. Bolívar, líder en el receso del Torneo Clausura 2024 del fútbol boliviano, fue semifinalista en 1986 y 2014.
Robatto, quien coincidió en las divisiones inferiores de Estudiantes de Río Cuarto con Pablo Aimar, se retiró a los 25 años como futbolista, pero ya era, dice, “un entrenador jugando”. Dirigió a equipos de Río Cuarto. A Mitre de Santiago del Estero en el Argentino B. El salto lo dio en otros países de Sudamérica, tras años en las inferiores del Barcelona de Guayaquil. Entrenó en Ecuador (Norte América, Liga de Loja), Colombia (Cúcuta, Jaguares de Córdoba, Huila), Perú (Alianza Atlético) y, de 2021 a 2023, a Nacional Potosí de Bolivia. En 2024 llegó al Bolívar, el más grande de ese país. Hincha de Independiente (“bochinista”), con un canal de YouTube -ahora relegado- porque “me gusta ponerme en el lugar mío de hace 20 años”, Robatto habla acá acerca del fútbol-juego y sus alrededores.
-¿Conociste a César Menotti?
-Mi primer correo electrónico era [email protected]. Tuve la suerte de charlar una vez con el Flaco como dos horas y media en la confitería Saint Moritz. Yo recién arrancaba. Estaba en las inferiores del Barcelona de Guayaquil. Andaba con un joggincito. “¿Me acerco? Es ahora o nunca”. Lo saludé y le dije si podía hablar dos minutos. “Sentate”, me dijo. Y ahí ya está. Inolvidable. En esa época, que sólo había dirigido Argentino B, me decía: “¿Cómo hago para dirigir alguna vez a un equipo de Primera?”. Era mi dilema. Y le pregunto: “¿Qué es lo más importante que debo tener para tener una chance?”. Y me dice: “Lo más importante en el fútbol es la oportunidad; por eso muchos mediocres que no saben nada, dirigen, y muchos buenos, no dirigen nunca. Ahora, cómo encontrás la oportunidad, no sé”. Me quedó eso. Estaba en otro plano Menotti.
-¿Qué es el riesgo en el fútbol?
-No uso la palabra “riesgo”. A los jugadores les digo la frase de (Juanma) Lillo: “No arriesgar es lo más arriesgado”. Para no correr riesgo, vamos a arriesgar. Pero al riesgo no lo contemplo en el fútbol. Si tirás un caño en tu área, puede que sea una boludez. Cuando intento convencer por qué salir jugando, de que en todas las jugadas intentemos crear la primera superioridad, no utilizo la palabra “riesgo”. Si le decís “riesgo”, el jugador levanta los ojos y se asusta. No existe el riesgo en el fútbol. Capaz sí le digo a un jugador “arriesgá” en un pase de gol, en filtrar. Me cuido mucho de usar las palabras, que pueden confundir mucho. “Trabajo”. Nunca la digo.
-¿Por qué defender bien te hace invencible, pero saber atacar te hace ganar?
-Atacamos todo el tiempo. Con Nacional Potosí clasificamos a su primera Libertadores, peleamos el torneo. Y siempre con vocación atacante. La gente veía que los goleadores del torneo salían de Nacional. Pero nos defendíamos mucho teniendo la pelota, con secuencias larguísimas de pases para que el partido no entrara en ese ida y vuelta que nos mataba, porque el equipo del llano le saca ventaja en cuanto a los recorridos a los equipos de la altura. En cambio, la historia de Bolívar te obliga. Que me llamen “ultraofensivo”, me encanta. Prefiero ganar 6 a 5 que 1 a 0. Quizá tenemos un perfil que no es el habitual. Variamos algunas cositas en los dibujos, aunque casi siempre hacemos 4-3-3, pero intentamos atacar todo el tiempo. Juego con dos wines, un 9, un 8, un 10, un 5, los laterales y los centrales. No es que pongo cinco delanteros.
-¿A qué te referís con un fútbol “alegre”, sin “miedo”?
-He puesto jugadores que no venían jugando que tienen mucho que ver con esos que enamoran a la gente, como el Patito Rodríguez, como Ramiro Vaca. Juegan bien y te “adornan” algunas cositas. Sobre todo en la Copa Libertadores, Bolívar era un equipo que siempre esperaba y veía qué pasaba. Salir a jugar generó al principio mucha incertidumbre, “miedo”. Voy al caso de (Carlos) Lampe, el arquero, que no jugaba mucho con los pies y se ha animado, tiene un altísimo porcentaje de efectividad en los inicios de juego. Eso convenció a los demás. “Si éste, que tiene casi 40 años, juega, entonces yo también”. El miedo a jugar, sobre todo en Copa, existe.
-¿Cómo se le gana a Flamengo? Los equipos brasileños dominan: ganaron las últimas cinco Libertadores.
-Si bien en Brasil perdimos feo en el resultado, 4-0, nosotros tuvimos la misma posesión que Flamengo y casi 20 llegadas, con mano a mano y tiros en los palos. Bolívar ya se animó; es lo más importante, que adopte esa valentía. Va a ser durísimo. No me creo la ventaja de definir en La Paz, porque en Brasil va a ser un infierno. En la altura, los tiempos son más lentos y el árbitro colabora. Si no le das ritmo, la aprovechás menos. Es simple: Brasil, al margen del factor económico y la competencia interna recontra buena, tiene los mejores jugadores. Y, con todo, saca ventajas. Los siete equipos que participaron de los grupos se metieron en octavos. Tienen muchas chances. Pero quién te dice… Este Bolívar es un equipo valiente. Tenemos tiempo para entrenar, para sacarles el susto, y ver qué pasa.
-¿Cómo se trabaja el factor emocional?
-Los chicos están disfrutando mucho. Es un plus. Al principio salían jugando por obligación. Ahora le encontraron el gustito. Se olvidan a veces del resultado, de esas demoras en el lateral, de salir una de tres. Es el factor emocional de disfrutar. Si decís “emoción” o “felicidad” en el fútbol, te pegan una patada, los dirigentes y parte de la prensa. Pero si vas a lo realmente cierto, el estado de ánimo -porque un equipo es un estado de ánimo- es casi lo más importante. La mejor táctica es que un futbolista tenga ganas y esté feliz. Después, hay un millón de cosas que se desprenden. Los jugadores siempre dicen: “El entrenador está en el vestuario o en la oficina de los dirigentes”. Cuando se dan cuenta de que estás en el vestuario, ya es mucho más fácil todo. Y después, les agrego a los jugadores: “Somos todos compañeros de laburo”. No creo mucho en la distancia entre el jugador y el entrenador. Soy su compañero. Por supuesto, mando y decido el once y la metodología y no se pasa la falta de respeto, pero en el ambiente somos compañeros de laburo, el jugador con el técnico, con el profe. Ese es el mejor ejercicio para trabajar el estado de ánimo de un equipo. Si entrena mejor, juega mejor. No me creo las charlas motivacionales, de que “hacelo por tu papá que se murió”. No me salen.
-¿El futbolista puede aprender a saber jugar?
-Al jugador no lo convencés desde el ejercicio: lo convencés desde el concepto, desde el preguntarle si sabe para qué hacemos tal ejercicio. No es obligarlos a jugar a dos toques en un reducido. Mejora cuando lo ayudás a interpretar. En los primeros entrenamientos, el Pato (Rodríguez) gambeteaba y tocaba cortito, y el objetivo del ejercicio era que recorrieran ciertos metros para lograr lo propuesto por el profe. Muchos ejercicios tienen escondido el componente físico. Entonces se lo dije. Le podés enseñar desde ese lado, y no tan riguroso en cuanto a los toques y las zonas. Muchos jugadores, pasados los 30, como el Pato, te dicen: “Mirá, pensé que era así”. El Pato es un wing. Me dice: “No puedo estar 20 minutos sin tocar la pelota, me vuelvo loco, y me decís que esté abierto para que fije al lateral, para que no pueda cerrar”. Y le mostrás una imagen para convencerlo desde el punto de vista conceptual, pero después tenés que convencerlo desde el juego, porque el jugador quiere jugar. Encontré un equilibrio. “Si pasan dos minutos y no tocás la pelota -le dije-, cambiá con el interior y agarrás la pelotita para que tu egoísmo se sienta más cómodo”. Y ahí lo convencí. Son detallecitos que les quedan a los futbolistas.
-¿Por qué el futbolista, a veces, tiene que hacer lo que no entrenó?
-El conocimiento, al jugador, le sale. Es un juego imprevisible, hay un campo enorme para la imprevisibilidad. Nosotros, desde afuera, definimos ciertos patrones, los ayudamos, pero lo demás es todo verso. En la cancha, es la “dinámica de lo impensado”. Forma parte de lo hermoso del fútbol. El jugador tiene que sentirse con la libertad de hacer. El entrenador, muchas veces, restringe la libertad de los jugadores. Trato de hacerlo lo menos posible. Pero ves equipos que están directamente estructurados y los jugadores se sienten enjaulados. Si bien admiro mucho a (Marcelo) Bielsa, incluso más allá de lo futbolístico, sus equipos, en muchas oportunidades, trabajan siempre igual en muchos aspectos y limitan mucho la lectura de algunos jugadores, los más creativos y pensantes. El fútbol es un juego y el azar tiene una importancia tremenda. Si perdiste no es que trabajaste mal, y si ganaste tampoco es que hiciste un buen trabajo. El trabajo es el mismo, es uno, pero el resultado final, no.
-¿Qué son los “paisajes tácticos”?
-Lo que ve el jugador cuando recibe la pelota, sobre todo. O cuando la está por recibir. Lo que puede mirar según cada situación, y ahí en qué podemos ayudarlo para que mire mejor, para que ese “paisaje” esté más abierto y limpio. El otro día me pasó con Henry Vaca, un wing, un personajón, que juega en la selección y jugó en Brasil e Israel. Me dijo el primer mes: “La verdad, profe, que no sé qué hacer. Estaba acostumbrado a recibir para el uno contra uno contra el lateral y para ver después quién me hizo el movimiento. Acá, en cambio, mi lateral a veces está cerrado, otras abierto, me pasa el interior. Tengo tantas opciones, que me nublo”. Increíble. Los jugadores creativos deciden sobre la marcha. Y, a lo mejor, les tenés que dar una libertad distinta. Y, como entrenador, te queda entonces estructurar sabiendo que la va a perder. Cuando el jugador siente que puede hacer lo que quiera, encontrás su mejor versión.
-En 2023, la federación boliviana anuló el torneo por arreglos de partidos, sobornos y alteración del VAR para las apuestas. Lo denunció hasta el expresidente Evo Morales, titular de Palmaflor. ¿Qué sucede en Bolivia?
-En el ámbito político hay una disputa interna muy grave, que por ahí desde afuera no se ve. El año pasado dirigí a Nacional Potosí contra Palmaflor con una remera de Maradona. Termina el primer tiempo y, desde atrás del banco, un guardaespaldas me dice: “Profesor, ¿me acompaña?”. El estadio del Trópico es muy lindo. Subí y, en un palco, me estaba esperando Evo. Lo saludo. “Juega bien su equipo”, me dice. Me toca la remera de Diego. Y alguien me filma. A la noche fui a cenar con él. Ese video se lo mandan a la federación y al presidente de Nacional Potosí, lo más anti Evo que existe. Casi me echan. O sos o no sos. Se siente. Maradona vino a jugar a La Paz con Evo para que la FIFA no le sacara la localía. Hoy, en el Hernando Siles de La Paz, hay un mural de Evo y Maradona: “Se juega donde se vive”. Nosotros entramos por ahí al vestuario.
-¿Cómo incide el City Group en Bolívar?
-Bolívar-fútbol depende del City Group. Lunes y viernes nos reunimos con el grupo, con el director metodológico, y hacemos informes. Estamos muy cerca en cuanto a lo metodológico y a la información. El mismo informe de los partidos que recibe Guardiola lo recibimos nosotros. Hace poco vino el preparador físico, el segundo del City, a charlar con nosotros. No hay obligación, pero te marcan ciertas pautas. Nosotros, con mi cuerpo técnico, somos mucho del juego de “posición”. Cumplimos pero porque creemos en un tipo de entrenamiento y de fútbol. Ellos adoptaron algunas cosas nuestras que hacemos: a todos los jugadores les mandamos un plan individual antes del partido y al otro día su video individual con el cumplimiento del plan. Lo adoptaron los equipos del City Group. Todo es “copiado”, como dijo Bielsa. Después le das tu toquecito. De todo lo robado y mezclado sale algo nuevo. Nunca vi dos partidos iguales, ni siquiera dos jugadas iguales, aunque algunas se parezcan.
-¿Por qué no te podés adaptar a diferentes planteles si reconociste que el “mejor” entrenador es el que lo hace?
–La primera frase que te dicen en el curso es que el mejor técnico es el que se adapta mejor a cada plantel que tiene. Si tenés un equipo medio pelo, tenés que jugar de una forma, y si tenés un equipo bueno, de otra. No creo nada. Estoy alejado al mil por mil. No es una virtud; creo que en todos los equipos que se dirige se puede intentar hacerlo jugar igual en el aspecto principal de la idea, en que sea protagonista y juegue desde abajo. Si tuviera que dirigir un equipo que pelea el descenso, se supone que me voy al descenso, porque no cambiaría lo que creo que te acerca más a ganar por lo que piensa el resto del mundo: un 4-4-2, reducir márgenes de errores, y esperamos y seguramente estamos más cerca del puntito.
-“Muy pocas veces el mejor entrenador sale campeón -dijiste-, y muy pocas el peor se va al descenso”.
–El mejor entrenador es el que le saca el mayor potencial a un equipo en cuanto a su idea. Es el que mejora más a los jugadores. Irse al descenso es consecuencia de un montón de cosas, como muchas veces el que sale campeón no es el mejor entrenador. Estoy seguro de que al 80% de los futboleros, si le preguntás si (Carlo) Ancelotti es el mejor, no te dice que sí, por más que sea un crack con una cercanía espectacular con los jugadores. La mayoría te va a decir (Pep) Guardiola, que es una excepción: es uno de los mejores y casi siempre gana. Igual, es mucho más importante lo que hacen los jugadores.