La palabra pesimismo recorrió esta tarde los grupos de mensajería instantánea de brokers y especuladores. No es para menos. Al cierre de esta nota, todos los activos argentinos, tanto en pesos como en dólares, caían y, como contrapartida, el riesgo país se acercaba a los 800 puntos básicos.
En algunas casas de bolsa se trataba de minimizar el derrumbe de este martes, adjudicándolo a los “ruidos” que provocan los desmanejos de Donald Trump en el comercio y las finanzas globales.
Sin embargo, la magnitud del hundimiento y sus características develan que, si bien las algaradas del presidente de Estados Unidos tienen con lo pelos de punta a los inversores, en la Argentina se está procesando un fenómeno particular.
Ya no es un secreto para nadie que el desarme de posiciones en pesos está en marcha. Arrancó con suavidad dos semanas atrás y en los últimos días tomó fuerza. En los mentideros se habla de que son los bancos (de capital local y del exterior) los que estarían bajándose de la bicicleta financiera, tras largos meses pedaleando con vigor.
Al desarmar posiciones, crece la demanda de los bonos argentinos que se emplean para conseguir dólares en el mercado financiero y depositarlos en el exterior. Ese es el llamado dólar contado con liquidación (CCL), que este martes cotizaba cerca de $ 1300, con un salto de más del 3% en el día, y acumulaba una suba del 6,5% en lo que va de marzo.
La contracara de la suba del dólar CCL es el derrumbe del valor de los bonos en pesos que se emplean para hacer la bicicleta, por caso las letras capitalizables (Lecap), que perdieron entre un 3% y un 7% de su valor solo en este martes.
La estampida también llegó a las acciones que, si bien no se emplean para el “carry trade” por el mayor riesgo que tienen, suelen ser adquiridas en épocas de bonanza financiera para maximizar la renta. Por ejemplo, entre abril de 2024 y enero de 2025, el índice Merval subió un 124% contra un alza del dólar CCL del 15%. Es decir, el inversor que vendió en enero las acciones que adquirió un año atrás habrá ganado más de un 100% en dólares.
El pesimismo del mercado hace referencia a que aun con el acuerdo con el FMI, no habrá estabilidad hasta que el gobierno determine una política cambiaria (el valor del dólar) concreta y estable en el tiempo, algo complejo por la propia dinámica de la tablita que Milei y Caputo han impuesto.
La venta masiva de acciones a partir de enero es otro indicador de que los inversores le picaron el boleto a la bicicleta financiera. Desde enero, el Merval cayó más del 15%.
Esta es la locura especulativa que el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, quieren sostener a rajatabla, con un dólar barato cuyo precio se “actualiza” 1% por mes, en una suerte de emulación de la tablita financiera de Alfredo Martínez de Hoz, el ministro de Economía de Videla entre 1976 y 1981.
El pesimismo también alcanzó a los contratos de dólar futuro, que es una apuesta a un valor del dólar para una fecha determinada, en general los cierres de cada mes. Para el caso de la apuesta sobre el valor del dólar para fin de abril, los inversores jugaron a que estará en $ 1168, con una suba del 7,5% en apenas mes y medio, un alza muy por encima de lo que calcula Economía.
Por último, la demanda de bonos dolarizados para hacer la operación de CCL deriva en una intervención del Banco Central en su intento de evitar que se amplíe la brecha entre el CCL y el dólar oficial. El resultado es una merma de las reservas, con casi U$S 500 millones menos entre el viernes pasado y el lunes. En una horas se sabrá cuánto perdió el BCRA hoy.