Recuperar la figura de Rodolfo Ortega Peña, de su tarea como abogado laboralista, como defensor de presos políticos, como historiador revisionista, como diputado nacional con un pie en la calle y otro en el palacio, o como orador de lengua filosa no fue solo un acto de pura curiosidad por el pasado reciente. Fue, en gran medida, el resultado de un proceso político que lo inundaba todo en los días de fines de 2001 e inicios de 2002. Su nombre había empezado a aparecer en las conversaciones que teníamos con Felipe Celesia en medio de la redacción en la que trabajábamos juntos, y siempre estaba relacionado con la defensa de presos políticos o con el estudio sobre la deuda externa como dispositivo de saqueo y control.

Esos dos ejes estaban muy presentes en esos días. Lo siguieron estando después y continúan hasta hoy. Es que el estudio sobre la matriz de endeudamiento que Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde hicieron sobre la banca Baring Brothers permite entender uno de los dramas que arrastra la Argentina y tantos otros países de la región. “Baring no es un nombre más en la historia política argentina. En nuestra historia política de tanto sometimiento, endeudamiento e intrigas financieras, mostrar el significado de nuestra ‘relación’ con la Casa Baring (…) entroncándola con el pasado histórico argentino, es lo que permitirá al pueblo detener en forma definitiva la penetración de esa nefasta Banca”, escribieron en el primer artículo sobre el tema, en 1964.

Detallaron cómo fue que el empréstito, que firmó Bernardino Rivadavia por 700 mil libras, pero le costó 1 millón al gobierno de Buenos Aires. Después de pagar comisionistas, quedaron quinientas mil libras en oro que debían llegar al Río de la Plata. Pero los prestamistas decidieron no enviar el metal porque evaluaron que “saldría muy caro en Londres” y giraron letras de cambio contra comerciantes, que no eran ni más ni menos que los comisionistas que ya habían cobrado su parte. El dinero no fue utilizado para las obras previstas y la banca británica había tomado la precaución de crear una hipoteca sobre la tierra pública argentina. Nada que, a esta altura, nos sorprenda.

Esa serie de notas se convirtió luego en el libro “Baring Brothers y la historia política argentina”, que se volvió uno de sus trabajos más exitosos y recordados. Fue el primero que leí, mucho antes de debatir con Felipe sobre cuáles podrían ser los caminos de salida de la crisis política, que terminó con decenas de muertos por la represión en diciembre de 2001 y muchos más provocados por la crisis económica. Ese tipo de mecanismos, el verdadero mecanismo que destruye países y sociedades, y que llega después de que sus operarios se instalan en los puestos de mando, fue vuelto a activar años después y nuevamente volvió a gravitar sobre la realidad argentina. Es un dispositivo que otra vez está siendo aceitado.