Con la saga de hits cumbiancheros lanzados desde el escenario por el legendario grupo Los Ángeles Azules, se bajaba el telón de una tarde festiva, suerte de previa de lo que será la celebración dentro de cuatro días en ese mismo lugar -la emblemática Plaza El Zócalo-, donde Claudia Sheinbaum cerró su campaña para las presidenciales del domingo, en las que que se convertirá en la primera presidenta mujer de la historia mexicana.
Una multitud, calculada en 550 mil personas por las autoridades, abarrotó la histórica plaza y todas las calles aledañas (para imaginarse, algo similar a algún 24 de marzo en Argentina), para bancar a la candidata del oficialista partido Morena a la que los sondeos le dan entre 15 y 30 puntos de ventaja, en un país donde no hay segunda vuelta.
Miles de personas de las barriadas populares, que coparon el metro y decenas de colectivos, infinidad de sindicatos y organizaciones civiles, rostros curtidos del México mestizo, y también sectores universitarios y profesionales del progresismo autóctono. Una variopinta base social que respalda el proceso liderado por Andrés Manuel López Obrador, quien dejará la presidencia con más del 60% de aprobación.
“En México quedó atrás el neoliberalismo”, ratificó Sheinbaum en el comienzo de su discurso. Durante 40 minutos, desplegó los 20 ejes principales de su programa de gobierno y se comprometió “a guardar el legado” del actual mandatario, a quien llamó “el mejor presidente de la historia de México”.
“Andrés Manuel López Obrador ha hecho una hazaña en nuestro país, se han puesto los cimientos y el primer piso, pero aún falta la consolidación y el avance de este cambio verdadero que sigue siendo el anhelo del pueblo de México, por ello he convocado a construir juntas y juntos el segundo piso de la Cuarta Transformación”, arengó
La armónica transición de liderazgo, envidiable para varias experiencias de América Latina, quedó simbolizada también en la actualización del canto jingle de campaña: al clásico “es un honor, estar con Obrador” se le sumó el “es un honor, estar con Claudia hoy”.
En el epílogo de una larguísima campaña de casi un año, Sheinbaum reivindicó la antinomia entre el conservadurismo y la construcción de un estado de bienestar, sintetizando el proyecto de Morena con el concepto de “humanismo mexicano”.
En varios fragmentos de su discurso, hizo mención al orgullo de, seguramente, convertirse en “la primera mujer presidenta en 200 años de la República”. Señaló: “Es tiempo de mujeres y de transformación, eso significa vivir sin miedo y libres de violencia, y desde esta tribuna le digo a las jóvenes, a todas las mujeres de México, compañeras, amigas, hermanas, hijas, madres, abuelas: no están solas. El canto-alarido de respuesta de “¡presidenta! ¡presidenta!” simbolizaba el cambio de época.
“Nos vemos aquí el próximo 2 de junio en la noche para festejar la victoria”, se despidió mientras la calurosa tarde se iba transformando en noche y el contaminado aire de la capital mexicana zafaba de una lluvia que amenazó todo el día. La multitud desconcentraba y ocupaba los incontables boliches de comida al paso que dibujan el mapa cotidiano de lo que fuera la histórica Tenochtitlan.
Las otras candidaturas
También tuvieron sus cierres de campaña los otros postulantes. Xóchitl Gálvez, la candidata de la coalición de los partidos tradicionales (PRI, PAN y PRI) encabezó tres actos en el municipio mexiquense de La Paz, en el estadio Arena de Monterrey y en su natal Tepatepec, en Hidalgo.
Finjió demencia con las encuestas y aseguró que “están muertos de miedo en Palacio Nacional; están temblando porque saben que los buenos somos más y estamos hartos”, y cerró con una frase bíblica: “Tengan la certeza, Dios está con nosotros. Tengan fe; si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?”.
Por su parte, Jorge Álvarez Máynez, candidato por el Movimiento Ciudadano y tercero en los sondeos, apuntó al voto joven con un festival en el barrio Condesa de la Ciudad de México.
Más de 98 millones de mexicanos y mexicanas están habilitadas para votar este domingo en las elecciones “más grandes de la historia”, ya que habrán 20.708 cargos en juego. Además de la Presidencia, se renovará la totalidad del Congreso —las 500 bancas de Diputados y las 128 del Senado—, la gobernación de la Ciudad de México y la de ocho estados, así como 31 legislaturas estatales y miles de cargos locales.