Hace unos años surgió el concepto de Conectografía, el cual plantea que el desarrollo futuro de las sociedades en las distintas regiones o países del mundo está directamente relacionado a los niveles de conectividad (redes de infraestructura) y cadenas de suministro que estas posean.

Aplicando la Conectografía en nuestro país, la octava geografía más grande del mundo con la mayor proyección territorial en la Antártida, podemos concluir que el Ferrocarril es una herramienta fundamental para alcanzar el desarrollo local y regional en las próximas décadas.

Los ferrocarriles y un desafío demográfico estratégico

Nuestro país necesita un fuerte crecimiento de infraestructura de conectividad y transporte de mercancías que permita impulsar un desarrollo demográfico más equitativo, para lo que resulta fundamental garantizar los suministros de una región a otra. En ese sentido no existe medio más confiable y eficiente que el Ferrocarril.

Argentina es un país despoblado, con una gran riqueza mineral en el norte, agrícola en el centro y un extraordinario potencial energético en la zona patagónica, donde se encuentra la puerta a la región Antártica, la cual podría ser una de las áreas geográficas de mayor litigio internacional en la segunda mitad del Siglo XXI y sobre la cual nuestro país tiene una superposición en el reclamo de soberanía territorial con el Reino Unido y Chile.

La población argentina atraviesa un momento conocido como “bono demográfico”: el momento de menor cantidad de niños y adultos mayores y de mayor cantidad de habitantes en edad activa, es decir con capacidad de trabajar y producir. Pero hacia mediados de este siglo, el país asistirá a la transición demográfica y el aumento de la longevidad y la baja de la tasa de fecundidad van a elevar la edad de la población. Hoy la edad media es de apenas 32,5 años mientras que las proyecciones de Naciones Unidas plantean que será 41,9 en 2050 y de 51,7 en 2100.

En ese sentido, pensar cómo atraer población y poder construir una red ferroviaria que potencie un desarrollo demográfico por fuera del AMBA, garantizando el transporte y comercio e impulsando la industrialización de nuestras riquezas, resulta fundamental para poblar de manera más equitativa nuestro país, cuestión ineludible para una mejor consolidación y defensa de nuestros recursos.

ferrocarril

Integración Regional

En este plano podemos observar que el Mercosur ha tenido desde su fundación una fuerte integración económica (sobre todo entre Argentina y Brasil) pero ha sido mucho menos potente en el ámbito social. La integración social es indispensable para la consolidación de cualquier proceso de integración regional y es por eso que se debería tomar el ejemplo de la red transeuropea de transporte, cuyo núcleo está en la red ferroviaria, la cual fortaleció y potenció la integración entre los distintos países de la Unión, acortando distancias y acercando así culturas y naciones.

Además de poseer la segunda red de Alta Velocidad del mundo (detrás de China), Europa planea que para 2030 los ferrocarriles de la red básica estén electrificados y atraviesen las fronteras interiores de la Unión Europea en menos de 25 minutos de media. En ese sentido, si bien esa red debe ser multimodal, incluyendo al transporte por carretera y aerocomercial, debería comenzar a planificarse una red sudamericana ferroviaria que permita potenciar la conectividad entre las principales ciudades de nuestra región, generando nodos locales de desarrollo y acercando a nuestros pueblos física y culturalmente para potenciar el progreso humano y el crecimiento económico.

Conectividad Bioceánica y Alta Velocidad

Potenciar las redes de comercio con corredores ferroviarios bioceánicos que conecten nuestras zonas productivas con puertos en ambos océanos a una velocidad promedio de 100 km/h es fundamental para la mejora de la productividad e integración regional, como también el desarrollo de corredores troncales de servicios de pasajeros de Alta Velocidad (en el eje Córdoba – Rosario – Buenos Aires – Mar del Plata o Buenos Aires – Montevideo) con su potencial de desarrollo industrial. Ambos ítems deben ser una prioridad en la planificación de inversiones en infraestructura de transporte en materia de coordinación local y regional.

Conclusión

No existe región en el mundo que se haya desarrollado sin infraestructura ferroviaria y ejemplos sobran: desde el corredor que une Boston con Nueva York y Washington o el eje Los Angeles – San Francisco en EEUU, pasando por Europa Occidental hasta las megalópolis interconectadas de la costa en China. Es por eso que el ferrocarril está llamado a ocupar un lugar central en futuro del país y la región, garantizando conectividad social y cadenas de suministro que permitan el desarrollo integrado y supranacional y, a nivel local, un crecimiento demográfico federal por fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires, fortaleciendo la soberanía en el marco de los futuros desafíos territoriales en un mundo cada día más convulsionado e inestable.

Un gran debate local y regional en este sentido es inevitable y puede ofrecer una agenda de futuro para nuestras sociedades ante tantos intentos de reinstalar discusiones y conceptos que han fracasado en el pasado.