Vivimos un momento en que se repite hasta el cansancio que todo es político,  incluso la vida íntima. La afirmación es certera pero las generalizaciones  suelen sonar como una abstracción, como un enunciado coherente pero no del todo palpable.

En la Feria del Libro, que este año abrirá con un discurso del escritor Juan Saturain, en cambio, lo político se hace palpable quizá porque los libros, en un alto porcentaje, son hijos del pensamiento crítico.

Feria del Libro: una caja de resonancia de la política
Foto: Pedro Pérez
Feria del Libro: una caja de resonancia de la política

Por supuesto que existen miles de ejemplos que contradicen esta afirmación: libros oportunistas que aprovechan una coyuntura política para hacer un buen negocio, libros de banalidades, best sellers varios escritos en serie y de una obviedad tal que ya están escritos ya antes de ser escritos.

Fuera  de estos ejemplos, los libros ya se trate de ficción o no ficción parten de una disidencia con los valores instituidos. Así lo afirmó Claudia Piñeiro en 2018 en su discurso de inauguración de la Feria de ese año. En ese momento, citó una frase de Griselda Gambaro: “El escritor estará siempre, en un momento o den otro, en conflicto con la autoridad.

Feria del Libro: una caja de resonancia de la política
Foto: Archivo/Télam

Y agregó: “Me atrae ese lugar para el escritor: el de conflicto con la autoridad. Entendiendo por autoridad –en nuestro caso- el Estado, la industria editorial y los intolerantes que pretenden imponer cómo debemos vivir”.

En ese acto inaugural irrumpió parte de una manifestación que reclamaba que no fueran cerrados los establecimientos de enseñanza terciaria. Tanto Enrique Avogradro, ministro de Cultura de la ciudad como Pablo Avelluto, su par a nivel nacional fueron abucheados y no pudieron hablar.

Feria del Libro: una caja de resonancia de la política
Foto: Maximiliano Luna

Pablo Avelluto

 Es posible que esa noche o quizá fuera en otra noche inaugural de la Feria del Libro, cuando subió Avelluto  al escenario para dirigirse al público, éste optó por dar vuelta la silla y ofrecerle la espalda. Dando muestras de una supuesta fortaleza y de bastante soberbia,  Avelluto dio su discurso en la Feria del Libro ante una multitud de nucas de los oyentes. l

En la Feria resonaron las luchas por lograr la despenalización del aborto y otras tantas reivindicaciones.  En 2011, además, fue invitado a abrir la Feria el Premio Nobel peruano recientemente fallecido Vargas Llosa.

En ese momento, Horacio González señaló que era una tradición que la Feria abriera con el discurso de un autora o autor argentino. Como no podía ser de otro modo, las palabras de González tuvieron una interpretación política. Esta vez, la política irrumpía  en la Feria antes aún de que fuera inaugurada.

La Feria y el estallido de una bomba lingüística

Hubo un caso en que fue el propio escritor encargado de dar el discurso inaugural de la Feria del Libro el que planteó una serie de disidencias con la Feria misma. Se trató de Guillermo Saccomanno.

Sus palabras tuvieron el efecto de una bomba. “La Feria siempre me generó tensión. Y no sólo porque uno se se topa con un injuriante pabellón Martínez de Hoz, que homenajea al esclavista y saqueador de tierras indígenas, antepasado del tristemente célebre economista de la última dictadura. Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria, y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol”.

Y agregó: “En todo caso, es representativa de una manera de entender la cultura como comercio en la que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10% del precio de tapa de un ejemplar”.

Feria del Libro: una caja de resonancia de la política
Foto: Mariano Martino
Feria del Libro: una caja de resonancia de la política

“En esta Feria se han escuchado y se siguen escuchando discursos bien intencionados acerca de la función del libro, de su trascendencia, su empleo como objeto tanto de placer como de herramienta educativa. En fin, discursos que pronto habrán de ser olvidados”.

En la edición de la Feria del Libro del año pasado el entonces presidente de la Fundación El Libro, entidad organizadora de la Feria, Alejandro Vaccaro expresó: “No registra la memoria de nuestra Feria que el Gobierno Nacional haya estado ausente, sin un stand en este evento. La excusa de que la participación del Estado Nacional en la Feria implicaba una erogación de 300 millones de pesos no es otra cosa que una flagrante mentira.”

A esta crítica le antecedieron y le sucedieron muchas otras que fueron recibidas por el público con aplausos.

Milei, quien iba a presentar en la Feria un libro suyo, luego desistió porque la Feria le dijo que no disponía de la seguridad necesaria  para que él pudiera llevar a su acto de presentación o quizá, desistió porque temía los abucheos. Lo cierto es que en la 48ª edición de la Feria del Libro no hubo autoridades gubernamentales

Este año, comprometió su asistencia el secretario de Cultura de la Nación Leonardo Cifelli. Las expectativas que despierta su afirmación son dos. La primera es si cumplirá con su palabra. La segunda es qué reacciones puede producir  en el caldeado escenario político de hoy.