Los resultados de los primeros meses de gestión de Javier Milei son contundentes y la dirección es clara: mayor concentración del ingreso para los que más tienen, más de la mitad del país en niveles de pobreza y duplicación de la indigencia. Hay una caída en todos los indicadores que conforman al mercado interno mientras que los únicos sectores que muestran números positivos son aquellos dedicados a explotar nuestros recursos naturales y llevarlos al resto del mundo con poco empleo en el país.
Es lo contrario de lo que el sentido común esperaría como solución para salir de una crisis económica atravesada por un poder adquisitivo en deterioro, como la que veníamos atravesando, pero que mantenía niveles de actividad y empleo. Lejos de mejorar el escenario ahora debemos sumar a la licuación constante de los ingresos la falta de trabajo y un horizonte de una economía que genera aún menos puestos de trabajo, donde se consume menos, se produce menos, se recauda menos impuestos y por ende se necesita un mayor ajuste en las cuentas públicas para pagar los salarios docentes, médicos y las jubilaciones. Un círculo vicioso que redunda en una economía para pocos donde la plata alcanza cada vez menos.
Con los datos públicos vemos la caída del 5,1% en la actividad económica en el primer trimestre del año, superando las proyecciones más pesimistas. Tanto el consumo, como la inversión y las importaciones están en franca caída mientras que el único número positivo se encuentra en las exportaciones. En un país donde más del 70% de los puestos de trabajo los producen las pequeñas y medianas empresas que se orientan al mercado interno no deja de preocupar el horizonte que traza la actual política económica de reorientar todos los esfuerzos hacia la venta al mercado externo. Los resultados están a la vista en el aumento del desempleo y los anuncios de empresas que cierran o se van del país ante un panorama depresivo de actividad económica y una recuperación que no llega.
En el siguiente gráfico se evidencia el resultado en los bolsillos de la población de la gestión actual: los estratos altos, es decir el 20% de la población más rica, concentró 3 puntos porcentuales más que el año pasado. Es el único estrato que aumentó sus ingresos relativos y lo hizo a costa de la reducción en los estratos medios (40% de la población) que perdieron 1,7 puntos porcentuales y los estratos bajos que perdieron 1,3 puntos porcentuales. Queda clara entonces la dirección de este gobierno: en el primer trimestre del año, con inflaciones de dos dígitos y derrumbe en el consumo y la actividad, el estrato alto aumentó su concentración del ingreso a costa de lo que perdieron los grupos medios y bajos.
De esta manera, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en el primer trimestre del año, la distribución del ingreso empeoró profundamente, llevándonos a los niveles de desigualdad de 2008 cuando la economía venía mejorando a partir del estallido del 2001.
El escenario es tan deplorable que incluso supera el momento más crítico de la pandemia en el segundo trimestre de 2020. Este crecimiento en la desigualdad entre los que más ganan y las que menos ganan muestra que un hogar rico gana 15 veces lo que gana un hogar pobre. Así se configura una redistribución del ingreso en el gobierno de Javier Milei, pero a contramano de una sociedad más igualitaria, generando una redistribución del ingreso en favor de los sectores más ricos de la sociedad.
Pobreza y género
Esta cruda realidad debemos leerla en términos de género ya que, como hemos dicho en incontables oportunidades y como demuestran los datos públicos de manera estructural, en nuestro país la pobreza se encuentra feminizada mientras que la riqueza se encuentra, principalmente, en mano de varones. No quiere decir que todas las mujeres son pobres y menos aún que todos los varones son ricos, sino que hay una mayor presencia femenina en la pobreza y una mayor presencia masculina en la riqueza (gran ejemplo de esto es que tres de cuatro personas incluidas en el Aporte a las Grandes Fortunas fueron varones).
Lejos de un Estado que no interviene, la intervención de esta gestión es favorecer y enriquecer a los más ricos y concentrados a costa de empobrecer a los sectores populares donde las mujeres son mayoría, en los hogares monomarentales, en las inscriptas en el ex Potenciar Trabajo y en los sectores más atacados por este gobierno, que no satisfecho con licuar las prestaciones avanza también con la persecución judicial a las organizaciones sociales que intentan con muchos esfuerzos responder ante tanta necesidad mientras el ministerio de Capital Humano no compra alimentos ni reparte los comprados por la gestión anterior.
No satisfechos con la redistribución del ingreso, los mercados financieros piden una nueva devaluación mientras los sectores que ganamos y vivimos en pesos limitamos cada vez más nuestro poder de compra mientras el desempleo nos respira en la nuca.
La distopía avanza y nos está llevando puestas. «
En cifras
De todas las personas perceptoras de ingresos, la brecha entre mujeres y varones respecto al ingreso total individual es de 25,8%. Es decir, contemplando todos los ingresos que se perciben, sean de origen laboral o no laboral (como jubilaciones y pensiones, cuotas alimentarias, subsidios, etc.), las mujeres perciben ingresos que en promedio son un 25,8% menores que los de los varones.
En el mercado de trabajo, las mujeres ganan en promedio un 25,6% menos que los varones. Estos datos corresponden a la totalidad de ocupadas/os, cualquiera sea su categoría ocupacional, calificación o jerarquía, y observando en este caso los ingresos provenientes de su ocupación principal.
(dato: Ecofemidata)
La nota es parte de la alianza entre Tiempo Argentino y Ecofeminita, una organización aliada que trabaja para visibilizar la desigualdad de género a través de la elaboración de contenidos claros y de calidad.