En la noche del 22 de octubre de 2023, Facundo Diz se preparó para subir al escenario y compartir con sus votantes y vecinos los resultados que lo declararon intendente (Unión por la Patria) de la Municipalidad de Navarro, un pueblo bonaerense de 20.000 habitantes al suroeste del AMBA, a 125 kilómetros de la Capital Federal. El lugar elegido para el acto fue una canchita de fútbol y, casualidad o no, el micrófono quedó ubicado a la altura del punto penal: el área sigue siendo su hábitat natural, como cuando era futbolista profesional.

A sus 8 años, Diz dijo por primera vez que quería ser futbolista e intendente de su pueblo natal. En 1998 cumplió con la primera parte cuando debutó en la Primera de All Boys e inició una carrera que seguiría, hasta 2019, en Banfield, San Telmo, Tigre, Olimpo, Platense, Quilmes, Tristán Suárez, UAI Urquiza y Sportivo Italiano, además de dos breves experiencias en Venezuela y Estados Unidos.

El segundo paso, el de la política, comenzó en 2015, cuando fue el primer concejal en la lista ganadora del Frente Para la Victoria que encabezaba Santiago Maggiotti, mientras Diz aún jugaba en la B Metropolitana. En el 2019 repitieron la fórmula y el resultado pero, tras la partida de Maggiotti al Ministerio de Desarrollo Territorial de la Nación en 2020, Diz asumió como intendente de Navarro. Luego de tres años en el cargo, en 2023 resultó electo por los votos. Si no son muchos los futbolistas que se muestran públicamente interesados en la política, aún menos son los que involucran de lleno.

-¿Por qué decidiste meterte en política?

-Me empezó a interesar por el relato familiar de quiénes fueron Perón y Evita. Vengo de un hogar de clase baja, donde todo costaba mucho. La gente de Navarro me ayudó mucho en mi infancia y los inicios de mi carrera. Mi viejo -Jorge Indio Diz, máximo medallista argentino de los Juegos Paralímpicos- se volvía loco si veía a un nene sufriendo. Me crié con que siempre se le podía dar algo al que menos tenía y la política es la mejor herramienta.

-¿Siempre tuviste esa vocación?

-A los 15 años me puse de novio con mi esposa y dos años después abrimos un merendero que funcionó hasta la pandemia. Nuestras cinco hijas iban a merendar con el resto de los chicos. También fundé un club porque de pibe no pude entrar en uno por no ser socio. Esa experiencia me hizo generar conciencia, quería un club donde todos puedan estar, divertirse, hacer deporte y, si uno podía pagar una cuota, que la pague. Cuando ya era futbolista, siempre que algún político de Navarro me buscaba para colaborar con alguna causa a beneficio de la gente, yo estaba. No me importaba el color del partido.

-En Argentina, y no sólo en Argentina, la mayoría de los futbolistas no están acostumbrados a manifestarse sobre temas políticos. ¿Por qué pasa?

-Me genera un poco de bronca que no se pronuncien, hacen la más fácil al no meterse. Hay que romper ciertas estructuras, no tiene nada de malo que un jugador se exprese a favor de un proyecto político o candidato. Ser tibio o no emitir una opinión en un momento tan crítico como el que atraviesa el país, no habla bien de nadie. No son malas personas por eso, pero no está bien. Igualmente, hay que opinar con argumentos, tampoco es cuestión de opinar por opinar. Vi muy mal que, después de salir campeones del mundo en Qatar, (los integrantes de la selección) no vayan a la Casa Rosada. Están representando a Argentina. Tendrían que haber ido a saludar al presidente y al pueblo desde el balcón, sea del color político que fuera, porque era el presidente de los argentinos y elegido democráticamente.

¿En los planteles que integraste se hablaba sobre política o la actualidad del país?

-Siempre estuve politizado porque me gustaba. Suele ganar el discurso de la antipolítica entre los futbolistas, pero están equivocados porque política es cuando vas al almacén, pagás la luz o tu mamá se puede jubilar. Esto pasa porque no se incentiva al jugador a tener un interés por fuera de la pelota, menos si es algo que genera polémica. Por ejemplo, yo perdí materias de abogacía (se recibió en la Universidad de Lomas de Zamora) porque hubo técnicos que me decían “el fútbol o el estudio”, y elegía el fútbol porque era lo que me daba de comer. Nos falta superar la sumisión que tenemos ante el poder. Cuando nos demos cuenta de que se pueden romper esas cadenas, va a ser diferente. También tuve la suerte de que me dirigiera Roberto Saporiti (UAI Urquiza) y, al inicio de cada práctica, eran 40 minutos de charla sobre la vida y la política. Él tenía un pensamiento distinto al mío, era muy amigo de Alfonsín, pero esos intercambios eran muy interesantes.

¿Por qué algunos futbolistas reconocidos tienen un discurso más cercano a sectores de derecha?

-El jugador que triunfa y ha tenido una carrera exitosa deportiva y económicamente, cree que alcanzó un lugar donde no le debe nada a nadie, porque consiguió todo con esfuerzo propio. En parte tiene razón, pero seguramente fueron a un club de barrio, a una escuela pública y los atendieron médicos cuyos sueldos eran pagados por el Estado o se formaron en la universidad pública. El jugador que se va a Europa y triunfa, vive en una burbuja, quizás no sabe cuánto está el kilo de pan. Se vuelcan a un pensamiento más característico de los sectores altos de la sociedad a los que creen que pertenecen, aunque nunca van a ser reconocidos como uno propio. El Kun Aguero y Tevez opinan de esa manera, pero hace 20 años seguramente muchas personas de su entorno fueron beneficiadas por políticas públicas y la asistencia estatal. Puedo entender que haya jugadores que, después de 15 años en Europa, vuelvan a Argentina y vean cosas que todavía están mal, niños sufriendo como ellos cuando eran chicos y descrean de todo. Diego (Maradona) se metía desde las entrañas y estaba del lado de los que menos tenían. Por eso es lo que es todavía. Va a ser eterno.

-¿Por qué te identificás con el peronismo?

-Siempre se habló de Perón en mi casa, mi abuelo estuvo detenido por ser peronista. La sensibilidad humana que tiene el peronismo siempre me atrajo. La igualdad de oportunidad para alguien que vive en el interior del Chaco o en un country en Tigre; para una empresa multinacional o una PYME. Todas esas conquistas tienen el mismo nombre, justicialismo. Es muy fácil decir que uno es peronista o kirchnerista y después tomar decisiones muy a la derecha o muy a la izquierda. Hay que sostener las ideas con actos y ser considerados con la situación de los demás. Hay que ser argentinos, hay que ser peronistas y hay que ser honestos.

-Jugaste en clubes presididos o vinculados a personajes fuertes de la política nacional y bonaerense. En Tigre (Sergio Massa era el encargado del fútbol), Quilmes (Aníbal Fernández, presidente) y Tristán Suárez (Gastón Granados, presidente).

-Fue casualidad, a los tres clubes me llevó (Ricardo) Caruso Lombardi, que me había tenido en All Boys. Con Sergio (Massa), Aníbal (Fernández) y Gastón (Granados) empecé a experimentar lo que es la política. En Quilmes, Aníbal venía todos los jueves a comer lechón que yo llevaba desde Navarro y hablamos de todos los temas, charlas muy constructivas. Cuando se fue él, se generó un desorden y el club descendió. Tristán Suárez estaba en la B pero era un club de la A. Aprendí muchísimo de ellos tres. Con Sergio tenemos reuniones casi semanales, somos amigos. Me ayudó mucho y me sostuvo, junto con Axel (Kiciloff), cuando acá me soltaron la mano. Me parece mentira que a cualquiera de ellos les mando un mensaje y me contestan inmediatamente o me pasan el contacto de alguien que me pueda asesorar.

¿En qué cambió tu vida ser intendente?

-Hasta el cigarrillo agarré con esto. Me está afectando mucho la salud. No me puedo despegar de los problemas. Me presentan una preocupación y la tomo personal. Hasta que no se soluciona, no paro. Antes me reclamaban una plaza para el barrio, asfaltar una calle. Ahora, que les paguemos la luz o les demos de comer. Hay 24 obras de infraestructura paralizadas. Durante la campaña dijeron barbaridades en mi contra, que era narcotraficante y falopero o que tenía hijos extramatrimoniales. Eso afectó a mi familia, a mi esposa la llaman todo el tiempo, una de mis hijas tiene depresión. En un momento el planteo era: la familia o el pueblo. Dije ‘Es el pueblo, pasaré a tener 20 mil hijos más’. Navarro es mi sexto hijo. Nunca quise irme de mi ciudad. En mis 21 años de carrera, 18 seguí viviendo en Navarro. A Quilmes son 145 kilómetros de ida y 145 de vuelta, todos los días, eh.