Se rumorea que la conferencia ministerial de la OMC que se celebrará en Buenos Aires, servirá como plataforma para anunciar un acuerdo político para cerrar las negociaciones EU-Mercosur relativas a un acuerdo de libre comercio profundo e integral.
La Comisión Europea decidió utilizar la retórica de Donald Trump (América primero) para presentar a Europa como la líder del libre comercio. Se pidió a los negociadores avanzar con la mayor cantidad de acuerdos posibles antes de fin de año, con Japón, México, Chile y el más grande de todos, con el Mercosur.
¿No prometieron que primara la calidad sobre la velocidad? ¿No habían prometido garantizar la transparencia de las negociaciones e involucrar a la sociedad civil en las negociaciones? Parece que la tentación de aprovechar el momento oportuno fue demasiado grande y los gobiernos de la Argentina y de Brasil se mostraron demasiado ansiosos por firmar cualquier acuerdo como para permitir que principios democráticos los frenen.
La evaluación de impacto desarrollada por la Comisión de la UE estableció con claridad la necesidad de que los Estados del Mercosur tomen precauciones para evitar o al menos mitigar la devastación provocada por la expansión de la producción de ganado y de etanol en medio ambientes sensibles.
De no tomarse medidas de mitigación, tanto el medio ambiente como la supervivencia de las personas se verán afectados, teniendo en cuenta que los puestos de trabajo creados en las enormes explotaciones rurales no alcanza a compensar a los pequeños agricultores que han perdido sus lotes. También las industrias, especialmente el sector automotriz del Mercosur, tendrán dificultades para adecuar su producción a un nivel que les permita competir con futuras importaciones, dadas las elevadas tasas de productividad registradas en las fábricas modernizadas de la UE.
Apurar el acuerdo es poco inteligente, teniendo en cuenta que las negociaciones sobre los aspectos importantes van a continuar a puertas cerradas, incluso después de los anuncios. El costo de no contar con la participación de la sociedad civil puede ser alto. Finalmente, los parlamentos podrían terminar rechazando las malas políticas comerciales. «
*Miembro del Parlamento Europeo por la Izquierda Europea (GUE/NGL)