El gobierno apura la liberación de las importaciones para las empresas que acepten poner dólares de su propio bolsillo, sin pasar por el mercado oficial de cambios. Esto descomprimirá la demanda de divisas y protegerá las reservas del Banco Central. El mecanismo fue anticipado por el ministro de Economía, Sergio Massa.
“Desde hoy las empresas que de sus cuentas ponen sus dólares tienen aprobación automática. Si se aprueba el Presupuesto, (ahí se establece que) si vos tenés dólares y no los tenés declarados, una forma legal de ingresarlos formalmente al mercado argentino es a través de las importaciones. Pretendemos cuidar las reservas sin afectar el funcionamiento de la economía y garantizar los dólares para la producción”, dijo Massa en una entrevista ofrecida a El Destape.
La trastienda de ese proyecto está vinculada a las dificultades del Banco Central para hacer equilibrio en el Mercado Único Libre de Cambios. El lunes, en la última rueda financiera del mes, la entidad debió desprenderse de U$S 125 millones. En todo octubre quedó con un saldo negativo de U$S 496 millones, a diferencia del superávit (U$S 207 millones) que había tenido el mismo mes de 2021.
De esta manera, el BCRA terminó en rojo en sus intervenciones de cinco de los 10 meses del año. Las excepciones fueron el período de la liquidación de divisas de la cosecha gruesa, entre marzo y junio, y el régimen especial del dólar soja, que se implementó en septiembre. Hasta ahora, el Central sumó en el año poco más de U$S 4.500 millones. Sin el dólar soja, el saldo a esta altura del año ya sería deficitario.
En el Palacio de Hacienda creen que la crónica deficiencia de la Argentina en generar divisas, materia en la que depende casi con exclusividad del sector agroexportador, se vio agravada por la formación de stocks especulativos de parte de empresas que aprovecharon la brecha cambiaria y los huecos del cepo para traer mercadería a precios baratos. “Venimos de un festival de importaciones espantoso. Por medidas cautelares se han importado el equivalente 129 años de tela para una empresa textil, se importaron toallas por 40 millones con la excusa de la urgencia, se importaron máquinas tragamonedas con licencia automática, mientras que la Pyme peleaba por tener su insumo”, ejemplificó Massa.
Ese fue uno de los motivos por los que se instauró el SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina). Este mecanismo reemplazó al SIMI, que se usaba hasta el mes pasado para obtener el permiso de compra de bienes y servicios. Muchos despachantes dicen que el nuevo sistema quita fluidez a las operaciones y genera muchas trabas y demoras, con lo que en la práctica las importaciones se reducen y la pérdida de divisas del Banco Central se amortigua.
Ahora la propuesta del gobierno es que las empresas tengan una especie de luz verde para traer bienes, si es que utilizan dólares atesorados o depositados en el exterior. Esto descomprimiría el mercado oficial. Para implementar ese sistema falta resolver una herramienta legal que garantice que esas firmas no recurran a la compra de dólares financieros, como el CCL, e incluso el blue, para evitar que esos valores se disparen.
La contracara será que muchos de esos bienes tendrán un precio final más alto para los consumidores, ya que los insumos importados se cotizarán a un valor más cercano a los 300 pesos que a los 160 del mercado oficial. Aun así, la medida podría beneficiar a algunas empresas que están preocupadas por la escasez de materia prima. Hace dos semanas, la Unión Industrial Argentina había reclamado en un comunicado “dinamizar el acceso a divisas para la adquisición de insumos importados”, como también “la necesidad de generar mecanismos previsibles que eviten discrecionalidades y permitan la planificación de la producción”. El nuevo esquema serviría para esos fines.