El miércoles 13 de diciembre, el día que todos y todas las ministras de Provincia de Buenos Aires juraron su cargo, Estela Díaz comenzó su segunda etapa al frente del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad sexual. El único que queda en pie en el país.
Dos días después, Díaz recibe a Tiempo Argentino en las oficinas de la cartera, en la ciudad de La Plata. El Ministerio que conduce comenzó una construcción extensa, sólida y potente en la Provincia. De allí surgieron programas destinados a combatir las violencias con un trabajo situado, municipio por municipio, intentando contener las problemáticas en todos los espacios. “El centro estuvo puesto en sentar bases institucionales”, dice la ministra. “También fue un tiempo de cambiar el enfoque en políticas contra las violencias y de fortalecer la atención y la asistencia en territorio», agrega.
La transversalidad de la perspectiva de género, afirma la ministra, fue otro gran eje rector. «En estos cuatro años próximos vamos a profundizar esas políticas», adelanta.
-¿Cómo fueron abriendo ese camino de pensar políticas públicas feministas desde el Estado?
-En 1985, esta provincia tuvo con Antonio Cafiero como gobernador, el primer Consejo Provincial de las Mujeres. Aquellas mujeres que entonces fueron las protagonistas. Se planteaban algunos ejes de trabajo que para nosotras hoy también son parte de nuestros pilares. Ellas ya hablaban de la violencia contra las mujeres, pero también hablaban de transversalizar la perspectiva de género. Y han tenido un derrotero durante todos estos años, que son los casi 40 años de democracia, con avances y retrocesos. Somos feministas en el Estado, esa es la perspectiva y el mandato institucional que tenemos como ministerio.
-¿Cómo lo lograron?
-Nos insertamos en instituciones que tienen lógicas -como lo es la organización estatal- verticales y fragmentadas. El mandato con una perspectiva feminista es todo lo contrario: el trabajo en red, el diálogo horizontal, con todas. Hemos trabajado de esa manera. Cuando el gobernador Axel Kicillof nos tomó juramento hace cuatro años, nos decía que el gabinete tenía que ser militante, cercano, transparente y que la gestión pública se concretaba en cada territorio. Ese mandato favorece la perspectiva feminista. La mayoría de las acciones nunca las desarrollaba este ministerio solo, sino en conjunto con otros ministerios y organismos, con los municipios y con las organizaciones sociales. Hemos hecho todos los esfuerzos por poner en juego estas dinámicas que aprendimos del movimiento social. Este ministerio existe porque hubo un movimiento que luchó para que los derechos que se ganaron se hagan política y gestión pública.
-¿Cómo se mantienen esas políticas en este contexto?
-Es un contexto muy crítico. Tenemos extrema preocupación por las medidas que se están anunciando y los efectos devastadores que van a tener en las condiciones de vida para las mujeres en particular, que siguen siendo quienes asumen el cuidado de los otros. En ese sentido, el compromiso de la Provincia de Buenos Aires es redoblar los esfuerzos para garantizar el bienestar de las y los bonaerenses. En nuestro caso, en los temas que nos tocan como responsabilidad primaria y en los que abordamos como responsabilidad articulada con otros organismos. La territorialidad va a tener que ser extrema. La violencia por razones de género es una problemática de enormes dimensiones, históricas, pero de enormes dimensiones.
Todo eso vamos a tener que reforzarlo mucho, con mayor articulación de todos los recursos que el Estado tiene, pero también de la sociedad que tiene fortalezas. Tiene organizaciones históricas y el feminismo es una de ellas. La feminización de los ámbitos territoriales es clarísima. Y lo comunitario como un valor para responder en las épocas de crisis con las mujeres como protagonistas. Por eso, los libertarios y el neoliberalismo son tan antifeministas. Saben que hay una fuerza de resistencia, de rechazo. Es donde más les costó conseguir el voto porque hay una alerta de quienes siempre están viendo cómo resolver problemas.
-Ante las medidas que presentó el jueves la ministra de Seguridad, ¿qué pasará con las mujeres que están organizadas?
-De todas las que dijeron, no escuchamos una medida que nos diga cómo van a mejorar las condiciones de trabajadores y trabajadoras para acceder a servicios básicos como la alimentación, la salud, la educación. ¿Qué vamos a hacer con las políticas de cuidado? ¿Qué va a pasar con esas mamás que no sólo no les va a alcanzar el ingreso para que se coman dos comidas diarias, sino que además tienen que salir a buscar cómo resuelven todas esas cuestiones, porque cuando hay más crisis, aumenta la participación laboral de las mujeres… ¿Van a garantizar servicios de cuidado para esos niños? Nosotras sabemos que mayor desigualdad económica es mayor desigualdad de género y mayor violencia social.
-¿Cómo ve el recorrido que ha tenido el feminismo? Porque se habla mucho, incluso desde adentro, de los movimientos feministas, de un retroceso. Y cuando yo la escucho hablar a usted del impacto que ya está en la sociedad de los movimientos feministas da la sensación de que no es así
-Los feminismos han crecido muchísimo después de haber tenido una presidenta mujer con dos mandatos y de 12 años de ampliación de derechos muy marcados. Y a partir del 2015 con el NiUnaMenos, después con la marea verde, con los paros de mujeres. Los años de resistencia en las políticas neoliberales han consolidado un movimiento con una enorme masividad. Ahora, post pandemia y particularmente en el feminismo a partir de lograr un hito fundamental como fue la interrupción voluntaria del embarazo, quedó desmovilizado. Pasó con todos los movimientos sociales. Pero nosotras también nos encontramos con la realidad de que el feminismo llegó a todo el territorio. Las localidades más pequeñas de esta provincia han sido movilizadas por el tema y ha llevado el debate a la mesa cotidiana, porque también plantea el orden de jerarquías, de violencias, de desigualdad que supone el machismo en las relaciones interpersonales. Hay una transformación social profunda que han dado las pibas, sobre todo.
-Hubo un crecimiento de los discursos de odio, no sólo contra mujeres, también y sobre todo contra las diversidades sexuales, ¿qué sucedió allí?
-Y contra toda persona que piensa distinto. El estigma de quien piensa distinto lo que no se aloja en su pensamiento único es estigmatizado, empujado, golpeado. Alientan niveles de una violencia política creciente. Y la verdad es que nosotros apostamos al revés, a una sociedad que viva en paz, que se reconozca en la diferencia, que aloje las diferencias como algo que nos enriquece como sociedad y que se dé posibilidades de que todas desarrollemos nuestros proyectos de vida. Y que para eso debe haber un Estado que nos acompañe.
Tendremos que pasar este tiempo, que entender que va a haber un período lógico donde las personas que lo votaron van a tener una expectativa positiva. Milei se encargó de reiterar insistentemente que el ajuste lo iba a pagar la casta y la política. Es evidente que eso no es cierto porque va a estar ajustada la inmensa mayoría de este pueblo. Lo vimos en Brasil cuando gobernó Bolsonaro. Ahí tenemos un espejo. Brasil termina después del mandato de Bolsonaro, con niveles extremos de pobreza y con enormes niveles de violencia política. Hoy Lula está recomponiendo el entramado de esa sociedad, pero las secuelas son muy duras porque no pudimos, en los cuatro años de gobierno del Frente de Todos, recuperarnos de la tremenda herencia del endeudamiento y el Fondo Monetario, algo que condicionó cómo se desarrolló el Frente. O sea que ellos te dejan una hipoteca enorme hacia el futuro. «
El único ministerio de género en pie
El trabajo que realizó el Ministerio de Mujeres de PBA no tuvo el mismo ataque que sí tuvo el nacional. En ese sentido, Estela Díaz afirmó que había una mayor visibilidad de esos ataques y atacarlo tenía más valor simbólico. “Estamos en un contexto que lamentamos profundamente. Somos la única provincia que ha quedado con el organismo responsable de las políticas de género con nivel ministerial. Cuando llegamos veníamos en un proceso de ampliación: se crea el Ministerio de Nacional de mujeres, en Provincia de Buenos Aires y en Córdoba. Después se fueron ampliando a cuatro provincias más y llegaron hasta seis”, dice la ministra.
“Nuestra perspectiva y deseo era que cada vez más provincias tengan ministerio y no que retrocedamos de semejante manera. Hoy no nos sentimos privilegiadas por ser el único ministerio, sentimos mucha pena por el retroceso. Porque la ampliación y la garantía de derechos es la que nos posibilita un desarrollo a todas. Cuando mejora la calidad de vida del conjunto es cuando mejor nos podemos desarrollar”.
Las chicas que quieren jugar al fútbol
El Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires tuvo entre sus tantas políticas la del Torneo de Fútbol Femenino, que tuvo la participación de 80 equipos de las ocho regiones de la provincia.
Esa política es una de las que más le gustaron a Estela Díaz porque, comenta, no la pensaron desde un principio y fue una demanda en los diversos territorios.
“Miles y miles de pibas en más de 80 municipios tuvieron la oportunidad de jugar en las principales canchas de sus pueblos y cerrar el campeonato en el Estadio Único de La Plata. Porque las pibas también sufren desigualdades y discriminaciones en el deporte”, dice Estela Díaz.
“Nos llegó por la demanda de las chicas que querían jugar al fútbol y no tenían oportunidades, no la dejaban jugar con sus compañeritos. Y acompañamos en denuncia, junto con el INADI en casos de exclusión. Hacer el campeonato fue una manera de promover esta visibilidad. Hay una profesionalización de las mujeres en el fútbol es muy reciente. Pero hace muy poco que le pagan como profesionales y le pagan infinitamente menos que los varones. Para los que dicen, como, el presidente de la Argentina, que no existen las brechas laborales, miremos el fútbol nada más para ver: no hay brechas, hay abismos”.
El desafío de trabajar con los varones
Uno de las tareas del Ministerio fue crear la Dirección de Promoción de Masculinidades Para la Igualdad de Género. Fue clave para dar nuevos debates en los territorios.
“Desde la dirección se trabaja no sólo cuando hay violencia sino también en la promoción del cambio y la transformación a la que apostamos es con los varones, en procesos colectivos. A futuro es una convocatoria que tenemos que seguir haciendo. Nosotras decimos que el feminismo no es una propuesta de felicidad sólo para las mujeres, también lo es para los varones cuando se sacan de la mochila esos mandatos de la masculinidad que a ellos los hace poner en riesgo en el ejercicio del vínculo con los otros varones y entre ellos mismos. Lo vimos en algunos hechos trágicos como peleas entre varones que se matan. Ese es un modo de ejercicio de la masculinidad patriarcal machista. La falta de cuidado sobre su propio cuerpo, la segunda causa de muerte en los jóvenes varones es por accidentes de tránsito y ese es un mandato de la masculinidad. Nosotras invitamos a que se cuiden, a que cuiden de otros y de otras, y que se cuiden ellos también. Es un cambio que favorece la vida de todos y de todas para el conjunto, no sólo para las mujeres”, dijo la ministra Estela Díaz.
El Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad tuvo una política localizada a la hora de pensar los programas. Algunos de ellos.
Copa Igualdad: fue una demanda que surgió durante la gestión. Se jugó ocho regiones y tuvo la participación de más de 80 seleccionados municipales.
Mar para Todas: desde que se impulsó esta política, viajaron a Chapadmalal 31 contingentes con más de 2000 personas entre infancias, mujeres y diversidades, de más de 50 municipios.
Ellas no fueron contadas: en la tercera edición recibió más de 210 relatos. Reúne narraciones de todas las regiones de la Provincia de Buenos Aires.
Mariposas: consiste en la realización de actividades artísticas y culturales que promuevan la construcción de la memoria colectiva en las comunidades en torno a las víctimas de femicidios, travesticidios y transfemicidios.