Estefanía Banini tuvo que irse de Mendoza para vivir del fútbol. Era imposible de lograr en su ciudad. Y también en el país. Su carrera la construyó afuera donde encontró una condición básica que en la Argentina todavía no existe: un sueldo. Por su talento le dicen «La Messi», una descripción que no la incomoda. «No lo veo como algo negativo porque si queremos igualdad no nos pueden molestar las comparaciones», dice Banini que, a los 27, juega para Washington Spirit en Estados Unidos y forma parte de la Selección que peleará por la clasificación al Mundial 2019 en el repechaje.
¿Cómo nació el vínculo con el fútbol?
Si me preguntás por qué, no sabría decirlo. Fue algo así como un capricho. A los cinco estaba decidida a jugar al fútbol y se lo dije a mi familia. Al principio no les gustó la idea pero finalmente me apoyaron.
Durante diez años fuiste la única mujer en Cementista de Mendoza.
Sí, a medida que fui creciendo encontré historias similares. Hoy hay otra realidad: las mujeres se han animado a jugar y están cambiando la mentalidad machista. Ahora sí es más fácil encontrar lugares, pero antes encontrabas muchas trabas.
¿Cuáles fueron?
Mi primera barrera fue que lo aceptara mi familia. Después todos los clubes me decían que no podía jugar. Hasta que fui a Cementista. El entrenador que me dejó jugar fue Eduardo Pérez. Ni lo pensó. Me dijo que me sumara. En él encontré un refugio muy grande. Todavía tengo amistades de esa época en la que me contuvieron y cuidaron. Por eso tengo muchos sentimientos con Cementista. Los rivales exigían que mis padres firmaran una nota en la que se hacían cargo si pasaba algo y además desistían de reclamar cualquier cosa al torneo.
¿Y el resto qué decía?
Había padres que no soportaban que «humillara» a su hijo en la cancha. Fue un proceso duro que lo pude atravesar con mi pasión y mi decisión fuerte por el fútbol. Intenté convertir todo lo negativo en algo que me diera fuerza para seguir.
¿Cómo procesabas todo eso?
Sufría mucho porque quería jugar. Lloraba porque había mucha gente que no me dejaba. Yo era chica, me ponía mal y no entendía por qué no me dejaban jugar. Vi mucho dolor en mis padres que sí entendían lo que pasaba. Necesitamos un cambio. Muchos países han avanzado más que nosotros, aunque siento que algo está cambiando.
¿En qué lo ves?
Todo parte desde las mujeres que se animan a jugar, y a decir que quieren patear la pelota. Cada vez somos más. Ahora en las canchas ves partidos de chicas. Para mí el fútbol es un tema secundario. Lo relevante es el cambio de mentalidad, de dejar de tener una mirada antigua.
En ese sentido, ¿la Copa América de Chile fue un punto de inflexión?
Me fui contenta porque logramos un impacto y estamos logrando un cambio, aunque para eso hay que mantenerlo. Es un punto importante si se convierte en un cambio real.
¿Cómo surgió la foto con la mano en la oreja?
Hace años peleamos por distintas cosas y la idea era ser escuchadas en lo que pedíamos. Sabíamos que había mucha difusión. Por suerte la pegamos y dio resultado.
¿En qué necesitan ser escuchadas?
Queremos practicar, juntarnos en las fechas FIFA y poder estar preparadas para enfrentar a los rivales. Ahora tenemos el repechaje para ir al Mundial de Francia y no hay tiempo para perder. Necesitamos un proyecto serio porque está claro que el fútbol femenino existe en la Argentina y hay con qué jugarles a las grandes potencias.
¿Qué aprendiste en las ligas de España, Chile y Estados Unidos?
Encontré países que apoyan al fútbol femenino con otra mentalidad. Chile, por ejemplo, está mucho más organizado. Lo mismo en España que está tratando de igualarlo con el fútbol masculino. Acá, en Estados Unidos, es profesional. Da un poco de bronca tener que irme del país, dejar una cultura y amigos para vivir como jugadora. Pero me acostumbré a extrañar. Tenemos un país que podría ser una potencia mundial, pero necesitamos un desarrollo.
En la última conferencia, a Jorge Sampaoli le preguntaron sobre el avance de la igualdad de género en el fútbol, ¿qué te pareció?
La respuesta no tuvo mucha relación con la pregunta, fue demasiado general, pero lo bueno es que le pregunten. Es un avance y me pone feliz. Valoro que empiece a aparecer este tipo de temas con figuras importantes. Soy positiva y considero importante que la gente del fútbol masculino pregunte sobre el femenino porque abre muchas puertas. Ojalá que la próxima sepan que puede aparecer este tipo de consultas y que entiendan que el fútbol femenino existe.
¿Cómo vivís la previa del Mundial masculino?
Como futbolista y como hincha, tengo mucha esperanza. Lo vivo con mucha ansiedad y emoción: es muy lindo tener compañeros de profesión que puedan defender esta camiseta en Rusia.