Macarena Sánchez -27 años, santafesina y delantera- protagoniza acaso la mayor revolución del deporte argentino de los últimos años. Su demanda tras haber sido echada por la UAI Urquiza en el medio del torneo inició el camino del sueño del fútbol femenino profesional en Argentina. Pasaron menos de 90 días desde que en enero escribió una carta para exigir sus derechos laborales hasta que firmó el primer contrato profesional junto a las 14 compañeras con las que compartirá el plantel en San Lorenzo. Fueron meses en los que se convirtió en referente para muchas más allá de la pelota y también blanco de algunos odios: hackearon sus redes y recibió amenazas. En el medio, la AFA anunció una inversión de 120 mil pesos por club para que los equipos de Primera contraten a ocho jugadoras. Maca -como la llaman todas y todos- quería nada menos que volver a jugar y que su trabajo se profesionalice. Su historia tiene un final feliz y amplía derechos en un contexto de retrocesos.
-¿Tenés que tener cuidado con lo que soñás?
-¿Por qué?
-Porque querías la profesionalización del fútbol y volver a tener un club.
-(Se ríe). Ahora sueño con jugar de nuevo, volver a salir campeona y jugar la Copa Libertadores. Tengo una espina porque no pude ser campeona en ninguna de las tres que participé. Sueño con volver a ese torneo.
-¿Y en lo colectivo?
-Falta muchísimo. Por ejemplo, todas las jugadores deberían tener contrato. Las de la B también. A la vez es necesario que el fútbol del interior sea escuchado tanto por las ligas como por la AFA y que la asociación inserte a los clubes en este torneo. También queda pendiente un gran trabajo en relación a los divisiones infantiles y juveniles. Confío en que el resto de las cosas van a empezar a caer. Obviamente con sueldos de 15 mil pesos nadie puede vivir en la Argentina, pero es el primer paso. Es una base. Vamos a luchar por todo lo que falta como fútbol infantil en las escuelitas, en los barrios. También más contratos para todas y que cada club tenga un equipo femenino. Paso a paso lo vamos a lograr.
-¿Qué representa el fútbol para vos?
-Siempre digo que es todo, pero creo que no hay palabras para describir lo que significa. El fútbol me da identidad, me hace ser la persona que soy, me dio los valores que tengo y me enseñó a pelearla desde siempre. Ser mujer y futbolista es pelearla constantemente, tener que batallar en un ambiente que es difícil. El fútbol me dio mucha valentía, coraje y es algo que rescato entre todas las cosas malas que se sufren como jugadora.
-¿Y que es el fútbol feminista?
-Es un sueño. No es algo que hoy realmente exista porque todavía estamos yendo hacia eso. Debería ser un fútbol masculino feminista y un fútbol femenino feminista. Veo más factible construir un fútbol femenino y feminista. Sé que es dìficil pero sería buenísimo porque el feminismo lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres y contra todo lo que a nosotras nos oprime. Sería un sueño ver un fútbol feminista en el futuro, que el feminismo se inserte en el fútbol y que las y los que formamos parte de este ambiente le abramos las puertas al feminismo.
-¿Cuándo te identificaste como feminista?
-Siempre lo fui y nunca le puse un nombre. En este ambiente es imposible no ver y notar las diferencias, las injusticias de género. A partir del 2015 con la marcha de NiUnaMenos, le puse un nombre y desde ese momento lo milito desde otro lugar. No es desde el enojo y el no saber qué hacer sino que el feminismo me dio las herramientas para saber cómo luchar y cómo pedir.
-¿Qué puede aportar el fútbol femenino y hoy no se ve reflejado?
-Tiene más buena fe, solidaridad y no está tan rivalizado como el masculino. No hay violencia dentro de la cancha y tampoco afuera. Hay que agarrarse de eso y no contaminarlo. La profesionalización no tiene que atraer todo eso que está contaminado en el fútbol masculino. Hay que mantener la línea para que el masculino se copie de nuestros valores y esfuerzo. Necesitamos que sepan que nosotros tenemos que laburar a la par de ellos y ellos a la par nuestra porque el fútbol es uno solo.
-Se llenó un estadio para un partido de la selección femenina. ¿Otro sueño es que empiece a ocurrir en los clubes?
-Eso está al caer. Si hasta ahora no se dio fue por falta de difusión y porque los medios de comunicación no cubrían los partidos o los torneos. También por falta de información y por el mito de creer que las mujeres jugamos mal al fútbol. Se comenta mucho, pero nunca fueron a ver un partido femenino. Va a ser fundamental el rol de los medios de comunicación para que le den la misma importancia que al masculino. A nosotras nos tienen que dar el mismo espacio.
-¿Qué valor le das a este triunfo colectivo en un país en el que se retrocede en términos de derechos laborales?
-Tiene muchísimo valor. Todo esto se logró en muy poco tiempo de visibilización. No es poco porque lo venimos peleando hace muchísimo. Es una de las cosas más importantes que logramos las mujeres en la historia del país. Es muy fuerte pensarlo y decirlo, pero es una realidad. Tenemos esa mochila puesta y tenemos que llevarla con responsabilidad, sabiendo lo que es el fútbol femenino y sin arruinarlo. También tenemos que seguir peleando porque todavía falta, pero este momento queda en los libros de historia y en la memoria de todas las jugadoras.
-¿Por qué pasó de reclamo a realidad en menos de tres meses?
-Fue fundamental la visibilidad que tuvo mi caso y también la situación de la Selección argentina tanto cuando hicieron el paro como cuando reclamaron ser escuchadas durante la última Copa América. También es fundamental el momento histórico y social que estamos viviendo las mujeres. Esta cuarta ola feminista puso su grano de arena en todo esto. Obviamente también las jugadores de fútbol tuvimos un rol. Todas aportaron en mayor o menor medida y siempre se mostraron a favor de que esto sucede y lo militaron.
-¿Qué viste en San Lorenzo?
-Lo elegí porque fue la única institución que se acercó a escucharnos sin ningún tipo de interés, sin cámaras y sin sacar provecho de la situación. Además es un club grande que pregona la igualdad de género y la justicia social, y eso me atraviesa por completo.
-¿Hay una fecha establecida para que puedas volver a jugar?
-La verdad que no. El libro de pases está cerrado. Ojalá que pueda jugar. Si no lo tomaré como un tiempo de entrenamiento y de parate para volver con muchas más ganas.
-¿De dónde surge tu compromiso?
-Tengo papás muy militantes de todas las causas sociales. Mi mamá trabajó muchos años vinculada a los derechos humanos y ahora está en la Defensoría del Pueblo y mi viejo es gremialista. Siempre me inculcaron valores sociales. Mi mamá me llevaba a los barrios, siempre tuvimos conciencia social. Con el tiempo se fue transformando, lo fuimos puliendo y se transformó en conciencia de género. Mi hermana es abogada en HIJOS, las otras dos militan también para HIJOS y tengo un abuelo que no conocí que murió en la dictadura. Tengo una historia atrás de todo esto que también San Lorenzo comparte y que también milita como club. Es algo que se une: mi familia me lo inculcó y hoy termino en un club que lo defiende.
-¿Qué relación tienen tus hermanas con el fútbol?
-Las tres son hinchas de Colón. Hicimos hockey cuando éramos chicas pero yo elegí el fútbol y en ellas no prosperó. No tienen tanto vínculo con el deporte. Se entrenan y salen a caminar, pero no mucho más. La única que siempre jugó deportes fui yo.