Tarjeta alimentaria; mega ley que declara la emergencia en casi todas las esferas de la vida pública; suba de retenciones; impuesto a la compra de dólares y de bienes en el exterior. Estos puntos son sólo un breve racconto de algunas de las medidas tomadas en los primeros 12 días de la presidencia de Alberto Fernández (AF), que arrancó con un ritmo vertiginoso.
Con el telón de fondo teñido por la necesidad de evitar el default de la deuda y lograr un acuerdo con los acreedores internacionales y el FMI, negociación que será áspera, el nuevo gobierno peronista puso toda la carne al asador para aprovechar al máximo el impulso que tiene cualquier gestión que recién comienza. Un sobrevuelo por esta semana y media muestra momentos de esplendor, en los que la esperanza social se expandió; otros de confusión, tropiezos y correcciones. Todas las percepciones posibles circularon por la química generada por la mezcla de ritmo veloz y decisiones de gran magnitud.
El impacto que tuvieron en la opinión pública las primeras acciones de AF es un tema clave. ¿Cuánto del crédito que tiene un mandatario que inicia ya utilizó?
«La parte de la sociedad que adhiere con fuerza al gobierno está contenta y no son pocos. Ven bien que Alberto tome la manija y vaya para delante con decisiones que buscan gobernabilidad», dijo el sociólogo Carlos De Angelis, coordinador del Observatorio de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. «La mega ley es muy compleja para la gente –agregó–. Es una batería muy amplia de medidas».
«Más allá de esto –remarcó De Angelis– en el amplio mundo del votante blando, entre los que hay albertistas y macristas, se instaló fuerte la cuestión de los jubilados. Fue muy confusa la comunicación sobre ese tema. No fue claro lo de la movilidad. Me parece que los 180 días que se proponen para fijar una nueva forma de actualización se volvieron mucho tiempo. Eso complica la estrategia de resolver primero el frente externo para después acomodar la cuestión interna». «Sin embargo –remató el sociólogo– hay que esperar hasta marzo para ver el impacto del inicio de la gestión».
Para la encuestadora y socióloga Analía Del Franco, el balance de estos primeros días del Ejecutivo Nacional fue «positivo» en la opinión pública. «Hubo variadas situaciones. Fue todo muy dinámico. El presidente había hablado de una situación de emergencia y rápidamente mandó esta ley. Tiene la intención de que los costos de la crisis se paguen de un modo más parejo. El plan Argentina contra el Hambre es para los más vulnerables pero también mueve la economía. Me parece que fue lo más importante de todo lo que se anunció».
Con respecto a la movilidad previsional, sin duda el tema más polémico del mega proyecto del Ejecutivo, Del Franco señaló: «Todo lo que se refiere a los jubilados abre fantasmas en el imaginario social argentino y además hubo confusión. Pero creo que el balance es positivo y hay que terminar de ver la película para analizarlo mejor».
La nueva oposición
El retorno al rol opositor del antiperonismo también es un tema que precisa análisis. Una regla que suelen pregonar los consultores políticos, quizás sobrestimada, es que a la opinión pública, en general, no le gusta que los políticos se peleen entre sí. Que una actitud «colaborativa» es mejor recibida por los votantes. Por eso es que los oficialismos siempre apuestan a términos como «la máquina de impedir» para cuestionar a sus adversarios.
El expresidente Mauricio Macri, en su plaza de despedida, prometió una «oposición constructiva». El PRO y la Coalición Cívica fueron las fuerzas que encarnaron el ala dura, los halcones en la última sesión en la Cámara de Diputados en la que se aprobó la Emergencia. No fue igual la postura de la UCR, que tiene que gobernar tres provincias y no puede cortar todos los puentes con el gobierno nacional.
Y los bloques más chicos, el armado por el lavagnismo y los formados por distintos grupos provinciales, fueron claves para que se sancionara la norma.
«Al núcleo duro opositor le gustó la actitud del macrismo –dijo De Angelis–. Me parece que a la oposición se la percibió un poco desorientada. Se notaron las grietas entre el PRO puro y los radicales. Esa ruptura es bastante notoria. Ayudar con la gobernabilidad al gobierno de Alberto es importante para UCR; en cambio, el PRO está enfocado en cuidar al sector más reaccionario de su base electoral».
La opinión de Del Franco fue muy similar. «Hubo un sector que funcionó dividido y otro, el de (Roberto) Lavagna, que apoyó la ley. Juntos por el Cambio se instaló en un lugar intransigente y empezó a utilizar elementos discursivos que saben que funcionan, como el supuesto autoritarismo peronista».
Al ser consultada sobre el costo político que la oposición podría pagar por la postura que asumió, Del Franco fue escéptica. «Mantienen la grieta –dijo–. No creo que tenga un costo por eso».