Ocurrió el 8 de septiembre durante el cierre de campaña del Frente de Todos (FdT) en Tecnópolis, cuando la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo referencia, entre otros tópicos, al lujoso departamento que María Eugenia Vidal adquirió en el barrio de Recoleta con fondos difíciles de justificar.
Al respecto, sus palabras fueron: “Pese a la crisis de vivienda que hay en el país, la ex gobernadora pudo conseguir un piso igual al mío, en la zona más cara de Buenos Aires, a mitad de precio”. Y agregó: “A nadie le llama la atención… Nadie le pregunta nada”.
Aquel mismo miércoles, la precandidata de Juntos por el Cambio (JxC) le salió al cruce. “Es el resultado del trabajo de toda mi vida”, arrancó, no sin esgrimir una candorosa justificación: “Cuando me divorcié, vendí mi casa (un chalecito en Morón) y me quedé con la mitad, al igual que la mitad del auto”. También habló de una hipoteca “privada” a pagar en diez años. Y finalmente, dijo: “Cristina tomó en su discurso lo que escribió (Horacio) Verbitsky. Una vez más el kirchnerismo hace una denuncia electoral antes de las elecciones”.
Es cierto que el director del portal El Cohete a la Luna supo dedicarle al tema un detallado artículo, publicado el domingo anterior con el título “¿Y por casa como andamos, vidalita?”. Pero su revelación, que se desplomó sobre la dirigencia macrista con el peso de una enorme roca en el océano, fue fruto de un tuit subido el 20 de agosto nada menos que por Esmeralda Mitre. A saber:
“Hola @mariuvidal: contanos cómo hiciste para, en 3 años, pasar de vivir en Morón a “la isla”, en Recoleta, en la esquina de mi casa. ¿Hiciste magia?”.
Es raro que la “paloma” predilecta de Horacio Rodríguez Larreta haya omitido el papel de su nueva vecina en esta espinosa cuestión, habida cuenta de que CFK la había mencionado en su discurso: “Pónganle –soltó– que soy una groncha peronista. Pero esto que estoy diciendo, ¿saben por quién me enteré? Por una rubia que no es peronista, no es groncha y que si esto fuera monarquía no sería menos que una duquesa”.
La respuesta de la aludida no demoró en llegar por Twitter: “Gracias vicepresidenta @CFK por sus cálidas palabras”.
¿Acaso ella se está convirtiendo –como diría John William Cooke– en el nuevo hecho maldito del país burgués?
Ya nada queda de aquella mujer que, en noviembre de 2015, firmó una carta de apoyo al entonces presidente electo Mauricio Macri, junto con otros intelectuales y artistas, entre los que estaba Juan José Sebreli, Juan Acosta y Federico Andahazi. Tampoco quedan ya rastros de quien fuera la sacrificada esposa de Darío Lopérfido, a quien incluso consoló amorosamente cuando este tuvo que renunciar a la Secretaría de Cultura porteña y, luego, al Teatro Colón por un exabrupto negacionista.
El tipo había afirmado durante una entrevista radial que en la Argentina no hubo 30.000 desaparecidos durante la última dictadura y que aquella cifra “se arregló en una mesa cerrada”. Dos años después, a Esmeralda –ya separada del antiguo sushi– se le ocurrió salir en su defensa, afirmando que la cantidad de víctimas del Holocausto también era imprecisa. Eso, desde luego, le valió una denuncia de la DAIA.
Quizás entonces sus retinas vislumbraran el primer destello del mundo real. Bien vale evocar aquel episodio.
Quienes por esos días presidían la DAIA le pidieron explicaciones en una reunión que resultó sumamente ríspida.
“Yo estaba muy angustiada, entonces Cohen Sabban me llevó hacia un cuarto, me abrazó y me dijo que me quedara tranquila porque de ahí iba a salir como una heroína. Luego me dijo que lo mejor sería seguir la conversación al día siguiente en mi casa. Algo que acepté”, fue su relato sobre el comienzo de aquella situación que culminaría en un memorable escándalo.
Ya en el departamento de Esmeralda, Cohen Sabban le dijo que, además de ir al Museo del Holocausto para esclarecerse, debía viajar a Alemania con una docena de estudiantes para visitar campos de concentración. Y que eso le saldría unos 80 mil dólares. Ella aseguró que tal suma no la tenía. Pero el dirigente comunitario la tranquilizó, diciéndole que podía pagar en cuotas.
No obstante, aquello no fue lo peor. Porque, seguidamente, le tocó un pecho y le quiso dar un beso. Primero en el cuello y después en la boca, ella lo esquivó, antes de levantarse del sillón para comunicarle que debía irse, ya que tenía otra reunión pactada también en su casa. Por toda reacción, Cohen Sabban le dijo: «Quedate tranquila, que no te voy a garchar».
Es sabido que el tipo tuvo que renunciar a la DAIA unos días después.
En marzo de 2020 falleció Bartolomé Mitre, el padre de Esmeralda. Ello generó una agria disputa con sus hermanos por temas sucesorios. Aquellas desaveniencias terminaron por disiparse. Pero entonces empezó una guerra contra Julio César y Fernán Saguier por el control del paquete accionario del diario La Nación.
Exactamente al año, ella confirmó públicamente un rumor que ya corría como un reguero de pólvora: “Macri invirtió unos 15 millones de dólares en la señal televisiva La Nación+ para ayudar a la familia Saguier, quienes –según sus propias palabras– tienen “una deuda de 50 millones de dólares”.
Recientemente, en el programa Sobredosis de TV, de C5N, despotricó contra la ex gobernadora bonaerense por “su ignorancia y falta de empatía”.
–¿Te estás haciendo peronista? –le preguntó la conductora, Elisabeth Vernaci.
La respuesta fue:
–Antes fui bastante crítica con el kirchnerismo. Voté a Macri. Creí en Macri. Y ahora me estoy convirtiendo en peronista por Macri. No soy un panqueque. Simplemente cambié de idea.
Vueltas “populistas” de la vida. «