El Tribunal Oral Federal 5 de la Ciudad de Buenos Aires condenó este miércoles a prisión perpetua al exoficial de Inteligencia de la Marina Jorge Luis Guarrochena por crímenes cometidos contra casi 400 personas en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio de la ESMA.
El represor fue encontrado culpable de los delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos, homicidios, abuso deshonesto y violación agravada. Además, fue responsabilizado por 44 casos de niños y niñas que fueron apropiados.
El TOF, integrado por Fernando Canero, Adriana Palliotti y Daniel Obligado, evitó referirse a cómo continuará la detención de Guarrochena, quien permanece preso en la Unidad 34 de Campo de Mayo. Tampoco se pronunciaron sobre el pedido de querellas y fiscalía para preservar lo que fue el campo de deportes de la ESMA, que, a pesar de los testimonios sobre enterramientos y quema de cuerpos en ese lugar, fue cedido al club River Plate.
Durante la dictadura, Guarrochena integró la jefatura de Inteligencia del Servicio de Inteligencia Naval (SIIN) y la jefatura de Inteligencia Naval (JEIN) del Estado Mayor General de la Armada, en los que se desempeñó en áreas de contrainteligencia y como enlace con la jefatura de Inteligencia del Ejército y con el Batallón 601. Por su jerarquía y especialización, estuvo en los escalones superiores del aparato de inteligencia de la dictadura. En democracia, durante el menemismo, se sumó a la SIDE como asesor en la Secretaría de Prensa y Acción Psicológica en el área de Planeamiento.
A pesar de ese rol central en la inteligencia de la Armada, esta es la primera vez que es juzgado por crímenes de lesa humanidad. En la ESMA era conocido bajo el alias de “Raúl” y sobrevivientes lo ubicaron como integrante del grupo de tareas en varios períodos, como miembro de Operaciones y de Inteligencia.
El dato clave para identificarlo fue aportado por Víctor Basterra, quien fue obligado durante su cautiverio a confeccionar documentación falsa para los represores. En el caso de Guarrochena, hizo un documento en el que aparece con uniforme policial con el nombre de “Carlos Alberto Encina” y logró sacar una copia de esa foto del centro clandestino de detención y aportarla junto a más de 70 de otros represores a la Conadep y el CELS. Durante la instrucción de la causa, se hizo un reconocimiento de esa foto y un peritaje a través de expertos de la Policía Federal, por lo que no quedaron dudas que “Raúl”, “Encina” y Guarrochena son la misma persona.
“Ese sujeto estuvo en el año 1981, 1982 y 1983. No recuerdo en qué meses del año 1981. Lo vi en el sótano, en el COY y en el lugar llamado “los Jorges”, que estaba en un ala lindante con la Escuela Raggio, allí estaban las jerarquías del grupo de tareas. Es un hombre que provenía de Acosta, Vildoza y Perren», relató Basterra.
Si bien negó haber participado del terrorismo de Estado, Guarrochena se vio obligado por las pruebas aportadas por Basterra a reconocer que estuvo en la ESMA entre 1982 y 1983 como parte de Grupo de Operaciones Especiales de la Armada (GOEA), nombre que reemplazó al Grupo de Tareas 3.3.2. Sostuvo que estuvo abocado a tareas de inteligencia secretas por la Guerra de Malvinas y que debió hacerse ese documento falso como cobertura.
Los argumentos de Guarrochena así como los testimonios de sus ex compañeros de armas no lograron poner en duda las pruebas aportadas por sobrevivientes y la prueba documental sobre su rol en la represión.
En esta causa también estaba imputado Gerardo Enrique Ferrer, exjefe de la Compañía B de Ceremonial de la ESMA, quien murió antes del comienzo del debate. Otros dos procesados, Carlos Alberto Bengoechea, quien llegó a ser jefe de la Armada, y el vicealmirante retirado Juan Lombardo, también murieron luego de que fuera elevada a juicio.