Cuando todavía pocos lo escuchaban, mucho menos se lo reverenciaba y, sobre todo, se lo criticaba, Lionel Scaloni planteó la tarea que se requería para la selección argentina. Fue en septiembre de 2018, durante su primera conferencia de prensa como entrenador interino, antes de los amistosos con Guatemala y Colombia en Estados Unidos. Lo que importaba de esos partidos no era el resultado sino que haya nuevos futbolistas para el equipo. “Es el momento -planteó- de que estos chicos se pongan la camiseta y no se la saquen más”.  La tarea era aportar jugadores, formar a esos jugadores, hacerlos de selección. “Para que el entrenador que venga a futuro -dijo- pueda elegir entre todos estos chicos”. El entrenador sería él mismo.

Una arqueología de las conferencias de prensa de Scaloni durante ese tiempo permite entender cómo se construyó este ciclo histórico de la selección. Revisité todas para el libro Revolución Scaloni, un viaje por la formación del entrenador campeón del mundo con la Argentina, que publiqué el año pasado. Después del partido con Colombia, un empate sin goles, Scaloni contó que, por fuera del resultado, lo que se llevaba de Estados Unidos era lo que habían ido a buscar, que un grupo de jugadores sienta lo que significa jugar en la selección. “Siempre hablo en plural -aclaró- porque somos tres tipos, cinco en el cuerpo técnico, pero tres ex jugadores que pasamos toda una vida con esta camiseta y nos enseñaron una manera de entenderla. Arriba de esto no existe otra cosa, no existe ningún club del mundo”. Con él estaban Pablo Aimar, Walter Samuel y, como entrenador de arqueros, Martín Tocalli. Todavía no se habían sumado Roberto Ayala y Matías Manna, lo que ocurriría a principios de 2019. 

Bajo esas premisas, Scaloni reconstruyó el concepto de selección creado por César Luis Menotti, continuado por Carlos Bilardo y transmitido en forma de legado por José Pekerman, el hombre que los había formado, el que implícitamente estaba en sus mensajes. “José para mí es Dios”, dijo en ese momento. Fue ahí, cuando todavía no había sido confirmado en el cargo, que lanzó lo que sería una profecía: “No somos de las mejores selecciones del mundo pero tenemos una cultura futbolística que nos va a hacer volver de los mejores del mundo. No sé cuándo, pero yo creo que no faltará mucho”.

Aunque la mayoría de las veces se convierten en trámites burocráticos, una obligación protocolar para protagonistas que responden a desgano, con evasivas o con lugares comunes, o en los que incluso se recorta más la pregunta/opinión de algún periodista, las conferencias de prensa de Scaloni parecen las escrituras sagradas de esta selección que después de ganar dos Copa América y un Mundial se clasificó al 2026 zarandeando a Brasil.

“Yo soy muy resultadista -dijo en octubre de 2018- pero a lo mejor en este momento cuentan más otras cosas”. Hubo amistosos con Irak, un 4-0 sin problemas, y con Brasil, derrota 1-0 en tiempo de descuento, de la que fue envuelto en un gran fastidio. Meses después, en marzo de 2019, cuando ya lo habían confirmado como entrenador hasta la Copa América de ese año, volvió a la selección Lionel Messi. Después de la derrota con Venezuela 3-1 en Madrid, contó que estaban haciendo pruebas con el equipo. “Salió mal -dijo- pero es mejor que salga mal ahora”. Todavía era tomado como un técnico meme cuando no era directamente sacrificado, pero en la cabeza colectiva del cuerpo técnico estaba el plan de lo que vendría.   

Las escrituras sagradas de Scaloni
Foto: NA

En esa Copa América de 2019 apareció el equipo, el mediocampo, la idea, una forma de juego. La historia, desde entonces, se conoce. Se conoce menos, en cambio, lo que había en la cabeza de Scaloni. Cuando era jugador, incluso, antes del Mundial 2006, ya pensaba en cómo formar grupos. Las entrevistas de ese tiempo también deberían formar parte del libro sagrado del entrenador. “Cuanto mejor te llevás con tus compañeros, a la larga te va ir mejor también en la cancha”, le dijo al periodista Cristian Grosso en una nota antes de llegar a Alemania. “Yo con Lio Messi hablo mucho -le contó-. Es un gran jugador, un gran pibe. ¿Qué edad tiene? ¿18, 19 años? No puede madurar antes que los demás”. 

En ese primer Scaloni se puede encontrar a este Scaloni que lleva seis años y medio como entrenador de la selección. Porque en ese primer Scaloni se puede escuchar también al Scaloni que cambió su idea de fútbol vertical a partir de los jugadores que tenía. “Nos gusta robar para llegar lo más rápido posible al arco de enfrente porque es cuando el rival está desacomodado”, dijo en una de las primeras conferencias de prensa. Pero después supo ver a sus futbolistas. “Nosotros les mostrábamos las imágenes de que, cuando juntábamos diez pases seguidos, era una situación de gol”, le contó a Jorge Valdano en 2023. Eso mismo quedó demostrado contra Brasil. La Argentina se dedicó a juntar pases. Ahí está el gol de Enzo Fernández. Pero también ahí está el gol de Ángel Di María contra Francia en la final de Qatar 2022. 

Armar un cuerpo técnico de trabajo colectivo, encontrar jugadores, darles una idea, cambiarla si no funciona y generar el mejor ecosistema para Messi fueron tramos de la obra que ya tuvo picos de efectividad y belleza. Y que todavía está en progreso.