-¿Qué es lo que vas a exponer dentro las de muchas fotos de escritores que hiciste a través de tu carrera como fotógrafa?

-Va a ser una serie de 30 fotos de escritores elegidos de  una manera súper ecléctica, es decir que hay fotos del año 92 o 93 que eran analógicas. Hay escritores que ya no están como Piglia, como Fogwill o como Laiseca . Luego, expongo también fotos digitales que hice este año de escritoras y escritores como Sylvia Iparraguirre, Jorge Consiglio, Margarita García Robayo,  Dolores Reyes, la autora de Cometierra que es la que ilustra el flyer de la muestra o Belén López Peiró.

Lo más interesante de esta muestra, es que es un proyecto desarrollado en la Biblioteca Popular de Saavedra. La idea es justamente hacer  una movida barrial. La exposición no es una galería ni en un centro cultural, no es una muestra en un lugar específicamente consagrado para eso. Esto es algo totalmente inusual para mí porque la hacemos en un lugar de la Biblioteca donde por la mañana ay un taller de yoga, el fin de semana hay  un coro y también está la muestra.

-Es una linda idea llegar a un espectador que no es el que habitualmente va a una galería de arte.

-Sí, yo estoy feliz con la idea porque me parece que hoy por hoy esta todo tan difícil, hay tanto individualismo, esto de no mirar al otro que estos lugares son como mágicos. Trabajar en una biblioteca popular como la de Saavedra es una gloria. Es un lugar de encuentro al que va todo el mundo y todo el mundo se conoce, donde todos ayudan y colaboran. Me devuelve un poco la fe en la humanidad (risas).

Foto: Alejandra López

¿Siempre te dedicaste a hacer fotos de escritores?

-Sí, desde que empecé.

-¿Qué te motivó a hacer fotos de escritores desde el principio?

-Yo estudiaba Letras para dedicarme a la fotografía.  El  mundo de la literatura era el mundo en el que me sentía más cómoda. De hecho, muchos de los escritores consagrados de hoy fueron compañeros míos de la facultad o docentes o ayudantes.

Fui alumna de Viñas, de Beatriz Sarlo, de Graciela Speranza. Estaba más o menos en la mitad de la carrera cuando dejé. Yo tenía como hobby la fotografía y de futura profesión la literatura. Mientras tanto, trabajaba de otra cosa porque hice un traductorado de francés y trabajaba como secretaria bilingüe.  En  un momento me tuve tal crisis que pensé que tenía que hacer las cosas al revés: leer como hobby y que la fotografía fuera mi trabajo.

Fue dar vueltas las opciones y fue complicado  porque yo vengo de una familia de laburantes y decir que iba a ser fotógrafa producía mucho susto porque se suponía que era tomar mucho riesgo. En mi familia no había artistas ni gente que se dedicara a algo como la fotografía. Finalmente salió bien y pude trabajar de lo que quería, trabajar con escritores.

-¿Cuánto hace que trabajas como fotógrafa profesional retratando escritores?

-Creo que empecé en el 90. Comencé trabajando en la última etapa del  El porteño, y luego enseguida empecé a hacer fotos para Planeta cubriendo las presentaciones de libros. Pero mientras tanto yo pedía hacer fotos de solapa y molesté y molesté hasta que me dejaron hacerlo. Fue una especie de pelea conseguir ese lugar.

Me imagino que, con independencia de la obra que haya escrito, debe haber escritores más dúctiles para trabajar con ellos. Pienso, por ejemplo, en cómo será Laiseca frente a la cámara.

-El retrato es raro, porque hay gente a la que le divierte hacer fotos y se pone a jugar como Fogwill. Pero para mí no es tan importante a capacidad histriónica, sin alguien que esté dispuesto a colaborar y a entregar algo porque el retrato tiene mucho de conexión  y de intercambio, muy de encuentro. Entonces a veces  hay escritores que no tienen ese costado tan lúdico pero puede conectar con el trabajo que vos estás haciendo y que pasen otras cosas.

Foto: Alejandra López

– También debe de haber escritores tímidos que no la pasen tan bien con las fotos.

-En general, todo el mundo la pasa mal con las fotos se escritor, médico o bombero. Enfrentar a un profesional de la fotografía es complejo. El fotografíado se siente frágil, vulnerable, no está tan cómodo consigo mismo como estar muy canchero frente a la cámara pero pueden hacer cierto intercambio artístico que tiene que ver con cierta comunicación que circula en el momento de la toma.

-¿Cómo es retratar a César Aira, por ejemplo, que no da entrevistas?

-Aira hace tiempo que no se deja fotografiar. Dejó de dar entrevistas porque decía que como escribe tanto, si diera entrevistas por cada uno de sus libros estaría todo el tiempo dando entrevistas y no es algo a lo que quiera dedicarle ese tiempo. Para no ser injusto y darles entrevistas a algunos sí y a otros no, prefiere no darles entrevistas a nadie.  Yo tengo fotos de él del 93 y quería fotografiarlo otra vez, pero no se daban la circunstancias.

Por suerte, se comunicaron conmigo de una editorial brasileña que iba a publicar parte de su obra. A Aira le importa un cuerno sacarse fotos o no sacarse, no le importa nada, está en otra película, tiene la cabeza en otra cosa. Sin embargo, fue súper amable y yo tengo una foto preciosa de él en la que está muy raro porque tiene una barba gigante como muy poca gente lo vio. Dye hecho, alguna gente que vio esa foto, no lo reconoció. Está muy recluido, se dedica a leer, a escribir. No es Fogwill en el sentido de que no se va a tirar de cabeza en una fotografía.

Foto: Alejandra López

Una de las últimas fotos que hice fue a Sylvia Iparraguirre y tambén ella es una persona súper encantadora, amable y cálida. Trabajar con ella es, como decía mi abuela, coser y cantar. Es muy placentero  trabajar con ella porque no es una persona que está tratando de imponer algo. Por el contrario, es muy relajada, escucha, propone, conversa y la pasamos bien.

-¿Qué expectativas tenés respecto de la muestra?

-Más que nada, participar de la movida barrial. Me interesa formar parte de lo que ellos motorizan que es muy interesante y que dentro de esta coyuntura terrible que estamos viviendo son los lugares que tenemos que apuntalar. Son lugares de encuentro, lugares comunitarios. Además, esta muestra, que termina el 4 de agosto va ir a la Feria de Editores que dura tres días.

Sale de un lugar y va al otro que, de alguna manera, es un lugar parecido a la biblioteca: es comunitario, se construye colectivamente. Ambos proyectos me parecen muy interesantes. Me interpelan a nivel personal.

La Biblioteca Popular de Saavedra Dirección está ubicada en Av. García del Río 2735, CABA. Entrada libre y gratuita.