Contra todo pronóstico, en la segunda vuelta electoral de las legislativas francesas del domingo 7, la extrema derecha referenciada en Marine Le Pen no sólo no triunfó sino que acabó como tercera fuerza detrás del Nuevo Frente Popular y también de Ensemble, la alianza del presidente Enmanuel Macron. Para el historiador y doctor en Ciencias Políticas, Éric Toussaint, un ya habitual analista presente en estas páginas, fue clave la movilización y la propuesta de unidad.

–Los resultados del balotaje tiene distintas causas. Las expectativas generadas por el triunfo de la extrema derecha en primera vuelta llegaron a creer en lograr la mayoría absoluta por parte del candidato Jordan Bardella. Sufrieron una gran derrota. De un total de 577 parlamentarios sólo lograron 142 escaños, aunque aumentó 50 desde 2022. Les faltaron 150 para cumplir con sus expectativas. Hay que comprender que la disolución de la Asamblea Nacional, por parte de Macron, tras la derrota del 9 de junio, se generó la novedad del Nuevo Frente Popular convocado por Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon. Si se comparan los resultados de la propuesta de la izquierda de la NUPES en 2022, el crecimiento fue de 40 diputados en estas elecciones. Se debió a la gran movilización de la izquierda y su propuesta unitaria. Francia mostró que es clave. Por su parte, Ensemble perdió 90 legisladores respecto del 2022 y quedó sólo con 160. Además, la derecha tradicional, dividida, pasó de 61 diputados a 39. El reagrupamiento de la izquierda, con una propuesta unitaria, fue determinante.

–¿Cómo se conformó el Nuevo Frente Popular?

–Para comprender lo que pueda ocurrir de ahora en más, es importante la correlación de fuerzas internas. La principal es la Francia Insumisa con 75 parlamentarios; los socialistas tienen 60; los Verdes con un poco menos de 30 y el PC, 10. Francia Insumisa mantiene un leve incremento en relación a las elecciones del 2022. La novedad es el aumento de los socialistas, que habían perdido un gran caudal de votos con el gobierno de François Hollande, entre el 2012 al 2017. Ahora duplican el número de legisladores.

–Además hubo una participación electoral récord.

–Alcanzó el 66%, con un aumento significativo en relación a elecciones anteriores. La movilización de los electores de izquierda ha sido importante y permitió un resultado electoral muy positivo. Además, porque esa movilización se hizo, mientras los medios de comunicación demonizaban a los líderes de izquierda, principalmente Mélenchon.

–Fue clave la constitución del “cordón sanitario”.

–Se intentó constituir una propuesta integradora. Abarca a los socialistas moderados, que habían logrado un resultado electoral mejor que en las anteriores legislativas europeas. Y se agregaron los Verdes, el Partido Comunista y el Nuevo Partido Anticapitalista. En primera vuelta, el 32,5% de los votos fue a la extrema derecha; el 28% al Nuevo Frente Popular y luego Ensemble, con el 20%. Se definió una táctica de “cordón sanitario” para evitar a la extrema, que en caso vencer, hubiera cohabitado con Macron, con su primer ministro. Frente a ese peligro el NFP propuso retirar sus candidatos en las circunscripciones que ocuparan el tercer lugar, para favorecer al candidato opuesto a la extrema derecha. Obligó a Macron a tomar la misma decisión, y en los hechos, también los Republicanos. Lo más positivo ha sido el reagrupamiento de la izquierda que se ha constituido en el bloque más numeroso. El nuevo gobierno de Cohabitación todavía no está resuelto. Cómo se conformará es la incógnita.

–¿Cuál considerás el escenario más factible de un gobierno de Cohabitación?

–El programa del Nuevo Frente Popular es totalmente incompatible con la política de Macron. Es una clara ruptura. Por ejemplo, plantea la abolición de la Reforma Jubilatoria, impuesta por Macron el año pasado con una fuerte resistencia social. Pero también es cierto que el programa no es anticapitalista. Los socialistas moderados, que son parte del Frente, entre ellos Hollande como parlamentario electo, tuvieron que aceptar un programa radical. Pero claro, como duplicaron su número de parlamentarios, ahora su inclinación va a ser distanciarse del programa y seguramente van a decir que hay que abrirse a la oferta de Macron. De la necesidad de hacer una alianza responsable, lo que implica en este caso abandonar el programa del Nuevo Frente Popular. Esto va a estar en el centro de la vida política francesa seguramente de las próximas semanas y meses.

–O sea que el nuevo gobierno de Cohabitación no está todavía para nada seguro.

–Es muy factible que Macron vaya a va intentar convencer a los socialistas moderados para construir una alianza de gobierno. Tal vez con un sector de los verdes, o de los representantes del partido Comunista. Si se hace esto, implicaría prácticamente la desaparición del programa Nuevo Frente Popular. Y seguramente el sector que tome esta decisión pagaría un costo en relación a sus bases. Pero a la vez implica cuál será la alianza que dirija a Francia hacia las presidenciales del 2027. Está claro, que en simultaneo hay todo un sector de la Izquierda Radical, en los Movimientos Sociales, en los Movimientos como ATTAC, Francia, otras asociaciones, sindicatos como la CGT, el Sindicato SUD Solidaire, que habla de una voluntad de crear una dinámica de los de abajo en favor de la dinámica electoral exitosa del Nuevo Frente Popular. Junto a los militantes de Francia Insumisa y otros partidos de la Izquierda Radical como el NPA, el Nuevo Partido Anti.Capitalista, que está junto a los Movimientos Sociales, con parte importante de la base del PC y de militantes de los Verdes que puedan llevar una dinámica desde abajo y poder con una unidad de las izquierdas, concretar alrededor de un programa de ruptura del neo-liberalismo. Este proceso en Francia se da en un contexto europeo e internacional, donde la deriva de la extrema derecha sigue en ascenso.

–Más allá de estas elecciones, ¿cómo se llegó al crecimiento exponencial de la extrema en los últimos años?

–Está claro que dentro de las filas de los parlamentarios socialistas hay responsables de sus políticas social-liberales que generaron una gran decepción. Para entender el crecimiento de la extrema derecha, hay que remitirse al gobierno de Hollande, que había sido electo tras una campaña en la que definía que su enemigo principal eran las finanzas y el gran capital financiero. Y que muy rápidamente tras ser asumir, terminó haciendo una política cómplice de los grandes bancos. Recordemos también que fue a buscar al joven Enmanuel Macron, al Banco Rothschild, quien fue ministro de su gobierno, antes de presentarse como independiente a las presidenciales del 2017, y logró atraer para su gobierno, a varios ministros que venían de formar parte del socialista. Además, en momentos internacionales cruciales, le dio la espalda al gobierno griego de Alexis Tsipras, ayudando a su aislamiento y la posterior capitulación en el 2015. Esas desilusiones constituyeron un abono favorable al crecimiento de la extrema derecha.