«El fondo es una institución perversa. Porque cuando un país hace un montón de zafarranchos, ya nadie lo financia y está a punto de explotar, ¿qué hace? Le pone la guita y le permite tirar el ajuste para adelante. Que es lo que está buscando este gobierno. Este gobierno no tiene credibilidad, no tiene reputación, no tiene voluntad de pago. El ajuste se lo tira al próximo gobierno».
No es otro que Milei, quien dijo esto. Se sabe: es un perverso, un mentiroso, alguien que no tiene una ética mínima. Y sin embargo funge como presidente de la República. El que pidió a su tropa y a los «opositores», más cipayos que nunca, que en el Congreso votaran la voluntad del FMI, ni quiera su propia voluntad. Hizo los deberes. Porque el FMI quiere que persistan tipos como él, que va a acatar sin chistar, que va a matar a la gente de hambre, les va a quitar los medicamentos a los jubilados…
Así pasó esta semana. Lo peor sucedió adentro del Congreso: esta vez un ejército de legisladores del capitalismo más salvaje reprimieron al pueblo, lo condenaron por décadas al ajuste perpetuo. Avanzaron con su malón de votos sobre jubilados, el trabajo, la ciencia, la cultura, la vida, sobre la hipoteca de los sueños que ya había concretado Macri. Chorros de saliva invertida en justificar lo imposible. Carros de asalto de bloques que firmaron la destrucción. Deuda pimienta en los ojos de las víctimas argentinas. Derribaron todas las vallas de la cordura y el decoro. Y celebraron con abrazos emocionados, ellos y por supuesto sus patrones del círculo rojo. Mientras a Bullrich le resultaba frustrante lo que reflejaba la realidad: no era necesaria la salvajada del otro miércoles. Se habrá mordido los labios ante la falta de humo y sonidos de cañón.
Afuera los hombres de azul se quedaron casi en sus lugares, añorando la trifulca. Adentro, en cambio, hicieron una tarea más prolija y más duradera. El cipayismo, la entrega y la traición.
Si no te ganan afuera con la muerte, te la dan adentro con algo más lento, parecido.
El acuerdo con el FMI no es sólo un pésimo negocio. Implica menos años de vida para millones. Ese abrazo absurdo fue la provocación de la jornada. ¿Qué celebraban? ¿Qué gracia tiene gobernar endeudándose como siempre hacen las derechas, la de Martínez de Hoz, la de Cavallo, la de Macri, la de Milei?
Toda la vida lo mismo, endeudándose. No saben generar nada, paran la industria, paran el trabajo, detienen la vida y entonces todo lo que pueden hacer es pedir para sostener el dólar y bancar un poco la inflación. Si ese fuera el asunto, qué jefe de hogar no se anima a alimentar a los suyos, a asegurarles la salud y futuro saliendo por el vecindario para ir al vecino más rico y decirle: ¿cuánto me podés prestar? No te lo voy a pagar nunca, pero en vez de mandar yo en mi casa, en mi familia, mandarás vos…
Y apenas horas después, le realidad que les explota en las manos, incluso a las mafias mediáticas. Dos periodistas de LN+ hacían un repaso de cuándo entró o salió el FMI de nuestras vidas. Y uno de ellos eligió la honestidad de demarcarse de lo que es el mandato. No fue pensado. Casi espontáneamente Juan Pablo Varsky se salió del camino buscado por el patrón y expuso la realidad: Néstor Kirchner y Cristina Fernández, en 12 años de mandato, no sólo no tomaron préstamos sino que saldaron la deuda y la dejaron en cero.
No pudo sino transitar el camino del reconocimiento de quienes fueron los trágicos endeudadores de la Argentina. Y quienes efectivamente hicieron lo contrario: aquellos que han sido acusados de robarse todo, fueron en realidad los que salvaron a la Argentina durante 12 años, aún señalados vilmente por los medios mafiosos que son los que aniquilaron el futuro.
Lo solemos afirmar una y otra vez. Los liberales económicos, la derecha odiadora (no sólo la de diarios políticos, sino de la gente, que se torna despreciable cuando no sabe, cuando ignora y cuando odia) son especialistas nada más que en pedir dinero. Viven del mangazo que les permite subsistir e hipotecan al pueblo de tal forma que de verdad solamente la cárcel podría hacer justicia con ellos. Martínez Díaz, Cavallo, Macri, Milei, sus progenitores, la AEA, los Rocca, los Magnetto, los grandes delincuentes económicos: Deuda, más deuda, dale deuda. ¿Quién no gobierna así?
Ellos con sus mafias mediáticas le han hecho creer a la gente que los que robaron fueron justamente los que desendeudaron al país. Lo que se dijo finalmente en esa nota en la que revisan cómo se endeudaron los gobiernos, es la pura verdad. ¿Cómo es entonces? Los malos son los que pagan la deuda sin pedir prácticamente nada. Y los buenos son estos personajes de opereta, el Orejudo, el Pelado, el Haragán y el Loco que vivieron, y viven pasando la gorra. Estas caricaturas de gobernantes son los elogiados, día tras día, en los títulos de la mafia. Y Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner son, día tras día, insultados hasta el grotesco.
Así construyeron el odio con esta falacia insostenible. Los arquitectos de la brutalidad de la injusticia que se ha cometido en la Argentina. Los envenenadores y la gente de la derecha, completamente loca: hay que estar muy mal para traer a nuestras vidas a Milei, a Marra, a Lemoine, a Adorni, a la Villarruel. Debimos estar tocando fondo para llegar a eso y nos llevan a raspar la olla del decoro. Esos diarios que denunciaban «se robaron un PBI», cuando en realidad, los que roban son ellos mismos o sus protegidos, los que se meten en los negocios, en los bonos, en los bancos, en las criptoestafas.
Es un dolor moral muy grande para un país someterse al Fondo Monetario Internacional, darle la llave del país, tome, mande usted. Así se anima cualquiera. Pero los mismos que hablan de inmoralidad, de perversión, son los que terminan saqueando la república y condenan por décadas a su pueblo. «