-¿Cuándo nace la cabeza política de Diego?
-La invitación de Fidel en 1987 lo llenó de orgullo y entusiasmo. No sé si al Che Guevara le hubiera gustado ser Maradona, pero a Maradona le habría encantado ser el Che Guevara. Él ya tenía ganas de conocer a Fidel. Estuvimos nueve días en Cuba esperando para verlo. Estábamos en Varadero, en la playa, cuando nos avisaron que nos iba a recibir. Fuimos con Doña Tota, Claudia, Dalma y el periodista Carlos Bonelli. Fue increíble. Habremos llegado a las seis de la tarde. Tipo 9 nos hicieron entrar en el Palacio de la Revolución. Diego y Fidel se dieron un abrazo grande, afectuoso. Fidel empezó a hablar de cocina, sabía de todo, parecía un chef.
-¿Hubo fútbol también?
En un momento le preguntó a Diego por cómo patear los penales. Diego le dijo que tomaba carrera, apoyaba al pie derecho y cuando el arquero se movía a un palo él le pegaba al otro. “¿Y si se queda parado?”, preguntó Fidel. Le pego fuerte a un palo. “¿Y cómo haces para no mirar la pelota?”, le preguntó. “Ya se donde está”, dijo Diego. Fidel se dio vuelta y le dijo a un colaborador: “Anota eso”.
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-¿Qué va a simbolizar ahora Maradona?
-Ya lo simbolizaba. Diego es la reivindicación de millones y millones que veían que era un tipo que nunca renunció a su condición de clase, que se oponía al poder. Y que como decía Oscar Wilde, se revelaba ante cualquier injusticia en cualquier parte del mundo.