El Papa Francisco inició este lunes su visita de dos días a Timor Oriental afrontando la cuestión de los abusos sexuales, al pedir a las autoridades del país que “impidan todo tipo de abusos y garanticen una infancia sana y pacífica para todos los jóvenes”.
En un discurso dirigido a las autoridades nacionales tras su llegada a Dili, el Papa aseguró que “el problema está floreciendo en todo el mundo”.
Precisamente, en los últimos años, la iglesia de Timor Oriental se enfrentó a las acusaciones de pederastia contra el obispo Carlos Ximenes Belo, quien ganó el Premio Nobel de la Paz en 1996 por sus esfuerzos en la promoción de los derechos humanos y la autodeterminación de los timorenses orientales durante la ocupación indonesia de 1975 a 1999.
Belo cesó de su cargo en 2002, con 54 años, y en 2022 fue acusado públicamente de abusos sexuales a menores. El Vaticano declaró posteriormente que se le había prohibido ejercer su ministerio cuando surgieron acusaciones de que había violado y abusado de adolescentes en 2019.
Aunque Francisco no vinculó en su discurso los abusos sexuales a la Iglesia católica, dijo que todo el mundo está llamado “a hacer todo lo posible para prevenir todo tipo de abuso y garantizar una infancia sana y pacífica para todos los jóvenes”.
El Papa aterrizó este lunes en Timor Oriental tras visitar Indonesia y Papúa Nueva Guinea en la tercera etapa de su gira más amplia por Asia y Oceanía que también lo llevará a Singapur.
Antes de su llegada, la organización contra los abusos clericales Bishop Accountability publicó una carta abierta al cardenal estadounidense Sean O’Malley, presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, en la que insta al Papa a abordar la cuestión de los abusos en el seno de la Iglesia durante su estancia en Timor Oriental.
En la carta, pidió que Francisco sea “el defensor de las víctimas” e instó a O’Malley a aconsejar al Papa que “durante su visita hable en nombre de ellas».
La codirectora de Bishop Accountability, Anne Barret Doyle, señaló además en un comunicado que «es probable que un número incalculable de víctimas de abuso sexual infantil en Timor Oriental tengan miedo de denunciar su sufrimiento, mientras ven cómo poderosos depredadores se pavonean en la afirmación pública a pesar de las graves acusaciones de abuso en su contra”.
La violencia de las pandillas
Por su parte, Francisco habló de los retos sociales a los que se enfrenta Timor Oriental, como el abuso del alcohol y la violencia de las pandillas. «En lugar de utilizar este conocimiento al servicio de los indefensos, lo utilizan como una oportunidad para mostrar el poder fugaz y dañino de la violencia», aseguró.
También se hizo eco de la violencia del pasado reciente en Timor Oriental y de su lucha por obtener la independencia de la ocupación indonesia. Así señaló que «a pesar de atravesar un período tan dramático de su historia, no perdieron la esperanza, y también porque, después de días oscuros y difíciles, finalmente ha despuntado un amanecer de paz y libertad».
Además, abordó el fenómeno de la emigración, “que constituye siempre un indicador de un insuficiente o inadecuado uso de los recursos, así como de la dificultad de ofrecer a todos un empleo que produzca un beneficio justo y que garantice a las familias los ingresos que correspondan a sus necesidades básicas”.
Finalmente, condenó “el abuso en el consumo de alcohol entre los jóvenes y su incorporación a las bandas que, envalentonadas por su conocimiento de las artes marciales, en lugar de utilizarlo al servicio de los indefensos, se aprovechan de él para exhibir el poder efímero y dañino de la violencia”.
La última visita papal a Timor Oriental tuvo lugar en 1989, antes de la independencia del país, que declaró su independencia de Indonesia en 1975, pero no fue reconocida hasta 2002.
GS con información de NA y Europa Press