El operativo que Patricia Bullrich mantuvo en secreto para este miércoles le rindió ganancias al gobierno de Javier Milei. La ministra de Seguridad cerró su primer intento para controlar la calle y quedó empoderada para lo que viene. Lo hizo en una fecha de alto valor simbólico, a 22 años de la renuncia de Fernando De la Rua tras 39 asesinatos perpetrados por las fuerzas de seguridad; pero con una táctica que la dejó al filo de la ley por las inconsistencias jurídicas del protocolo antipiquetes, que anunció la semana pasada, y una ambicioso despliegue de amedrentamiento: combinó más de 700 requisas a colectivos con manifestantes, una numerosa saturación del microcentro con efectivos federales y una campaña mediática enfocada en disuadir a quienes podían movilizarse a la capital desde distintos puntos del conurbano bonaerense.
En la cartera de Seguridad estiman que luego del operativo de este míercoles no habrán movilizaciones relevantes hasta febrero o marzo. La lectura revela el microclima que respira el entorno de la funcionaria. Consideran que el impacto del ajuste, la devaluación y el DNU para desregular distintas actividades de la economía, no provocará protestas de repudio ni recalentará el clima del verano. Aferrados al primer resultado, opinan que el control de la calle está asegurado, una expresión que tiene más deseos que realidades. De hecho, esta misma noche, luego de que el presidente Javier Milei anunciara por cadena nacional la reforma de decenas de leyes por DNU, comenzaron de inmediato múltiples cacerolazos en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense.
Después de las 18, cuando la movilización en Plaza de Mayo ya se estaba desconcentrando, Bullrich apostó a aprovechar el rating que le quedaba antes de la cadena nacional prevista para las 21. La ministra protagonizó una conferencia de prensa para cerrar la escenografía que arrancó en la mañana con los operativos en los accesos a la capital y continuó al mediodía con la presencia de Milei en el Departamento Central de la Policía Federal, donde funcionó el comando unificado del operativo. Antes del crepúsculo, cuando las pantallas de televisión estaban concentradas en las coberturas periodísticas sobre el final de la jornada, Bullrich habló desde el ministerio y se mostró flanqueada por los jefes de las cinco fuerzas de seguridad que participaron del despliegue.
«Con el Ministerio de Capital Humano les advertimos que las cosas han cambiado, que se acabaron los punteros dueños de los planes y que la gente es libre y en caso de cometer un delito (que está dentro del protocolo en el articlo 194 del Código Penal) iban a tener consecuencias con la perdida de plan», repitió Bullrich y desnudó una de las expectativas numéricas que tenóa su entorno. «Es evidente que la mayoria de la gente no concurrió ir a la marcha, porque la media que hemos tenido en general es una media de 20 y 50 mil personas y hoy ha sido reducida», aseguró.
La decisión de infundir miedo, que la ministra había reivindicado, estaba enfocada en reducir la asistencia todo lo posible y por eso sus funcionarios vivieron como un triunfo el operativo policial, el mensaje difundido en los medios y la ausencia de interrupciones del subte, la Avenida 9 de julio, el metrobús y los principales accesos a la capital.
«Es el inicio de una nueva etapa, los policías se sienten cuidados y saben que los respaldamos. Una muestra es que el Presidente se haya hecho presente en el comando unificado. Hubo libre circulacion en todo el páis, es algo que no vivimos hace muchos años», celebró. Según sus palabras, la experimentación de este miércoles es un anticipo. «Estamos organizando una lista exhaustiva de personas a partir de cientos de imagenes para ser derivadas a las dependencias que correspondan», prometió Bullrich.
La narrativa que articuló la ministra dejó debajo de la alfombra una interna inesperada con el gobierno porteño. El flamante jefe de la policía de la Ciudad, Diego Kravetz, aseguró que el alcalde Jorge Macri no había pedido la intervención de fuerzas federales. Con ese gesto desautorizó institucionalmente el despliegue federal. “Preguntale a Bullrich, no a mí, No voy a catalogar nada porque no es nuestro pedido», contestó el funcionario a una pregunta del canal C5N. El jefe civil de la policóia porteña viene de conducir el municipio en forma interina y perdió en las elecciones para suceder a Néstor Grindetti, pero no ha perdido las mañas ni el malhumor. La diferencia es que ahora no tendrá que convivir con Sergio Berni en la provincia de Buenos Aires, sino con Bullrich empoderada. Detrás de los cruces no sólo late la desconfianza que tiene la ministra con Kravetz, sino las diferencias en el operartivo y el sinsabor que le provocó al comando unificado cuando advirtieron que la policia porteña estaba siendo desbordada. Primera foto de un vinculo que podría tener más sobresaltos, aún cuando Kravetz y el ministro porteño de seguridad, Waldo Wolff, sean mansos con Bullrich.
El Ministerio de Seguridad frenó su comunicación pública apenas su titular terminó la conferencia, enfocada en transmitir una sensación de triunfo vinculada al discurso de la campaña electoral y a la decisión de ubicar como oponentes directos a los movimientos sociales, pero dentro de una lista que podría incluir a estudiantes, jubilados, trabajadores estatales, usuarios de prepagas, empresarios industriales, turísticos y hasta clubes de fútbol, entre otros. A 10 días de su asunción presidencial, Milei vivió este miércoles una jornada clave y reveladora sobre cómo gobernará y qué nivel de tensión tendrá con la ciudadanía, con la Justicia y, cuando convoque a extraordinarias, con el Congreso, al que le dio la espalda después de asumir la presidencia ante la Asamblea Legislativa.