El chiste se viraliza en las redes sociales. Una foto del presidente François Hollande posando con todo su gabinete en las escalinatas del palacio del Eliseo, sede del gobierno nacional, una foto de las clásicas, las que se toman cuando el gabinete acaba de formarse tras las elecciones presidenciales. Una foto que envía protocolo a los medios. Sin embargo en esta instantánea, las caras están borradas. Vaya imaginando. El pie de foto reza: “Europe 1 y BFM TV (aclaramos que se trata de una radio y un canal de información) anuncian que no mostrarán más las caras de los responsables de los atentados”. Fin.

El 26 de julio, hace apenas 4 días, nuevamente Francia fue el objetivo de un ataque terrorista reivindicado por el mal llamado Estado Islámico (que ni es un estado, ni tiene que ver con la religión, sólo la utilizan, es, en definitiva, una organización criminal). El horror volvió a sobrevolar el territorio, esta vez, de manera inesperada, se podría decir. Ya que ni fue la capital ni ninguna señera a la manera de Niza. Esta vez se trató de una pequeña ciudad del noroeste francés, en la región de la Normandía, ciudad sin características particulares para los grandes medios capitalinos, a tal punto que muchos periodistas tuvieron que acudir urgente al google maps para ver donde quedaba St Etienne du Rouvray.

La ciudad de Ruan, puerto fluvial de los más importantes del país, atravesada por el río Sena que va a desembocar 50 km al oeste, en el océano Atlántico en el puerto marítimo del Havre, tiene una zona industrial, la aglomeración, el gran Ruan, con ciudades más o menos importantes. Una de ellas es St Etienne du Rouvray.

Cuando esta cronista llegaba recién a Francia, allá por el 2002, una de las primeras coberturas periodísticas realizadas fue, justamente en St Etienne du Rouvray. Y se trató nada menos que de un congreso internacional de la comunidad Mapuche chilena radicada en Europa. Fue una sorpresa ver la cantidad de familias de esa etnia, que huyendo de una muerte segura entre las garras del dictador Pinochet, se instalaron en los diversos países del viejo continente que les dieron asilo político y ahí estaban, en la aglomeración ruanesa, debatiendo sobre la situación de los Mapuche en Chile, en ese momento, en huelga de hambre. Era el gobierno de la Concertación el que dirigía los destinos del país vertical.

También conocimos St Etienne du Rouvray, porque allí vive Salvadora, una nica a la que entrevistamos cuando se cumplía un nuevo aniversario de la revolución sandinista. Vive en esta localidad Daniel Veltin, el presidente de la asociación France-Amérique Latine de la región y sobrino de la monja Yvonne Pierron compañera de las desaparecidas Alice Domon y Léonie Duquet. No es una localidad cualquiera, no, aunque para la gran capital lo sea. Transcurre sus días entre la solidaridad de múltiples asociaciones militantes y el sello en la frente que la  define: Zona sensible (definida por los números que hablan y que relacionan cantidad de habitantes con cantidad de delitos y así). Desocupación (21%), jóvenes que dan vueltas alrededor de la nada y sin un futuro a la vista (situación que se repite en montones de otras pequeñas ciudades galas, nada de otro mundo)

Estamos en guerra dijo el presidente francés. Si, guerra, pero no de religiones dijo el Papa argentino. En St Etienne du Rouvray, ciudad de intendente comunista y de buen diálogo interreligioso, asesinaron al cura Jacques Hamel, de 86 años que, aún jubilado, quería seguir cumpliendo con su fe. Lo asesinaron cuando daba misa en una de las iglesias de la pequeña ciudad de unos 30 000 habitantes, como cura auxiliar (una misa para 5 fieles). Iglesia integrante de una parroquia en donde la jerarquía eclesiástica, el obispo, es un sacerdote negro, venido de África. En el terreno de la iglesia más antigua, la que data del siglo XVI, hay una puerta siempre abierta. Esta puerta da al terreno de la mezquita. Este terreno fue cedido por un euro simbólico a la comunidad musulmana por las religiosas de la parroquia. A la hora de la plegaria, los musulmanes estacionan sus vehículos en el terreno de la iglesia. Y así la ciudad obrera del sur de Rouen, vive su cotidiano desde siempre.

Los asesinos, dos jóvenes, uno perteneciente a la pequeña aglomeración, el segundo originario del extremo centro este del país, el Jura. Los dos de 19 años y ambos fichados por los servicios de inteligencia, uno de ellos desde el 29 de junio, menos de un mes antes del atentado. El otro, el originario de la ciudad normanda, había sido puesto en libertad en marzo último y llevaba brazalete electrónico. Cumplía una forma de prisión domiciliaria. De lunes a viernes entre las 8.30 y las 12.30 podía salir. El atentado se perpetró a eso de las 10 menos cuarto de la mañana.

El presidente François Hollande oficializó este jueves la constitución de una guardia nacional a partir de “reservistas operacionales existentes” (es textual) que tendrá que estar lista “lo más rápido posible”. En ningún momento hizo referencia a la continuidad o no de su política exterior.


Nos quedamos con lo expresado por el psicoanalista Roland Gori en la entrevista que le realizara Pauline Graulle para Politis, que, en referencia a los autores de los últimos atentados, los definió como “monstruos del neoliberalismo” y agregó que “Daesh es el árbol que tapa una crisis política profunda y sin salida inmediata. Daesh nos impide ver que el problema mayor es político”. Y en otro tramo de la entrevista: “Es la definición que dio Gramsci de la crisis: ‘cuando el viejo mundo está muriendo y el nuevo tarda en nacer, es en ese claroscuro cuando nacen los monstruos’”

*Periodista de Rosario residente en Normandía, Francia. Esta columna se emitió por la radio LT8 en el programa Hipótesis, que va los sábados de 18 a 20 horas.