Enfrentados a la hora de abordar la currícula que ordenan las autoridades federales y sobre todo por las brutales matrículas que aplican las empresas educativas privadas, esta vez los más importantes consejos escolares de la monarquía parlamentaria de Canadá se pusieron de acuerdo para demandar a las redes sociales por «los daños causados» a sus estudiantes. Les reclaman a TikTok y Snapchat (chinas) y a Facebook e Instagram (estadounidenses) una indemnización de 3400 millones de dólares. Sin embargo, lo más importante son los argumentos de la presentación judicial. Acusan a las redes de estar diseñadas para potenciar la adicción y, consecuentemente, maximizar sus beneficios gracias al deterioro de la salud mental de los estudiantes, y favorecer el acoso y la difusión de mensajes de odio.
«Las empresas acusadas actúan de manera prepotente, imprudente, maliciosa y reprensible, sin la menor consideración al bienestar de los estudiantes y el sistema educativo», dice con toda contundencia la demanda de las autoridades escolares del distrito de Toronto, del Consejo Escolar Católico de Toronto y de los consejos de Peel y Ottawa-Carleton. Además de la compensación económica, las cuatro circunscripciones de la provincia de Ontario piden que las plataformas matrices –ByteDance, cabecera de TikTok y Snapchat, y Meta, de Facebook e Instagram– cambien el diseño de sus aplicaciones. «Deben hacer todo lo razonable –dicen– para evitar que por el uso compulsivo de las redes los estudiantes sigan experimentando crisis de atención, de aprendizaje y de salud mental».
Mientras, en el Congreso de Estados Unidos los diputados –republicanos y demócratas– daban media sanción a un proyecto que, acudiendo a las mismas causales, la preservación de la salud mental de niños y adolescentes, oculta bajo tan altruista propósito lo que en realidad es una proclama para detener el acelerado proceso de crecimiento que ya situó a las empresas chinas entre las tres más influyentes redes del mundo, con 2300 millones de usuarios activos y sólo superadas por Facebook y YouTube. La demanda de los consejos canadienses, no habría sido congeniada con la dirigencia política del gran vecino de su sur, pero se sustenta en las mismas causales y sólo cita tangencialmente a las redes made in USA, mientras destaca los efectos dañinos del accionar de las empresas de China.
Aunque era un secreto guardado bajo siete llaves, la radiodifusión pública canadiense CBC reveló que «el gobierno federal ya había ordenado en septiembre de 2023 una revisión de seguridad nacional de la popular aplicación de videos TikTok». Amparado en que se trata de un caso que aún está en curso, el ministro de Industria, François-Philippe Champagne, dijo que estaba impedido de hacer comentarios debido a disposiciones de confidencialidad de la Ley de Inversiones. Sin embargo, no ocultó que el gobierno de Pekín «podría exigirle a TikTok el acceso a los datos de los usuarios de su red, dado que las leyes de seguridad nacional chinas obligan a las entidades del país a colaborar con la recopilación de información de inteligencia». Recién ahora se supo que, por «razones de seguridad» desde 2023 ningún teléfono o dispositivo oficial puede tener incorporada la aplicación TikTok.
«Los acusados se han aprovechado de la vulnerabilidad del cerebro de los adolescentes y cooptaron a decenas de millones de ellos en todo el mundo en bucles de retroalimentación positiva de uso y abuso excesivos», dice la documentación anexada a la demanda de los distritos escolares de Ontario. «Entre 2013 y 2023 –agrega– se constató un crecimiento del 30% de estudiantes que admiten sentirse tristes o desesperanzados, con una sensación de abatimiento tal que han llegado a plantearse seriamente la idea del suicidio».
«Crisis de privacidad»
En los anexos a los que tuvo acceso el diario La Vanguardia, de Barcelona, los consejos escolares canadienses argumentaron que la situación crítica a la que las redes sociales han llevado a los jóvenes, y a los estudiantes en particular, se debe a que las compañías generan diseños que, a sabiendas, promueven un uso excesivo y problemático, «a la vez que manipulan la reacción bioquímica dentro de la psicología de los usuarios». Este capítulo de la demanda se sustentó en parte en un memorándum interno de Meta en el que quedó probado que el gigante tecnológico sabía que el servicio de compartir videos y fotografías en Instagram hacía que el 33% de las adolescentes tuviera «mal concepto» de sus cuerpos y adoptaran actitudes peligrosas, especialmente manifestando trastornos alimenticios.
Un grupo de investigadores sociales del Pew Research Center, de Washington, extendió sus estudios a Canadá y concluyó que el 97% de los adolescentes incluidos en la investigación hacían uso de Internet a diario, con un 35% que estaba en al menos una plataforma de redes sociales «casi constantemente». Por su parte, un trabajo de campo de la Asociación Médica Canadiense vinculó el uso de dos o más horas diarias de las redes con un incremento de las tasas de depresión y pensamientos suicidas entre los jóvenes de los distritos escolares que demandaron a las más grandes redes del mundo.
Antes de que los canadienses anunciaran su demanda, pero después de que el Congreso norteamericano diera media sanción a la norma que persigue a TikTok –la ley la obligaría a vender su paquete accionario en un máximo de 180 días–, el gobierno de extrema derecha de Florida prendió la motosierra y la licuadora, todo a la vez. Prohibió el acceso de menores de 14 años a las redes y fijó que los de entre 14 y 15 sólo podrán hacerlo con autorización paterna. Meta (Facebook e Instagram) asombró por su hipocresía. «Eso traerá una crisis de privacidad, ya que los usuarios deberán dar información personal para verificar su edad», dijo el ogro creado por Mark Zuckerberg.
Aunque la destinataria es TikTok, la ley habla genéricamente de los «sitios que promueven la navegación infinita» y dice defender la salud mental de los adultos trasnochadores que tienen la reacción compulsiva del «Me gusta».