Amante de la música y buscador crónico de sonidos, Emmanuel Horvilleur lanzó su séptimo disco de estudio que es una ceremonia musical a su exacta medida donde muestra su manera de entender las canciones, con su cadencia y estilo característicos, pero siempre buscando sonar fresco y envolvente. Casi como un perfume. De esa idea surgió el nombre: Aqua di Emma,  un recorrido hedonista  de diez canciones para bailar, relajarse o mirar el atardecer.

«Es un disco que comenzamos a hacer en marzo del 2020, cuando nos metimos al estudio para arrancar una nueva etapa. Pero la pandemia lo frenó y cambiamos los planes sobre la marcha. Primero hice el disco Pitada, con una onda y una forma de regístro que se adaptaban a lo que exigía la cuarentena, aquel momento tan complejo. Pero a medida que se fue abriendo todo pudimos retomar lo que había quedado en la heladera. Continuamos juntándonos en el estudio para ver qué era eso que en ese momento no tenía nombre ni forma. No estaba la selección final de las canciones ni nada. Era un laboratorio. Todo disco es un proceso, Aqua di Emma no es la excepción, pero se desarrolló a partir de un componente más lúdico todavía», repasa y reflexiona Horvilleur.

El álbum tiene temas como «Abrazarnos», compuesto y producido por Emmanuel y Lucas Martí (con un videoclip fue dirigido por Juan Gonzs); «Yo soy la disco», que fue lanzado como uno de los dos anticipos que tuvo este trabajo; «Te daría», que contó en su video con la participación de Emmanuel junto a su hijo Andre; «Boca», donde el ex Kuryaki comparte escena con Miranda!, Carlota Urdiales y la chilena Francisca Valenzuela, entre otras. «Son todas canciones nuevas, hechas para este disco, salvo una que se llama ‘Espíritu del lugar’, que es un tema que tiene unos años, pero que nos llevó su tiempo dejarlo tal cual quedó. Es como tres canciones en una: tiene una vuelta de tuerca que no fue fácil encontrar, pero es muy interesante. Siempre me gusta probar cosas nuevas», comenta quien fuera parte de la dupla Illya Kuryaki and the Valderramas junto a Dante Spinetta.

–Se nota un trabajo minucioso en el disco. ¿La pandemia y el tiempo te jugaron a favor?

–Creo que siempre el tiempo es un buen aliado. El proceso de decantación que le pudimos dar a las canciones me permitió jugar diferente. Ojo, cuando no hay tiempo y hay que resolver más en el momento está bueno también, porque está la espontaneidad. Uno se obliga a ser pragmático. Pero este disco tuvo un tiempo natural, un recorrido distinto que nos dejó ir probando diferentes cosas. En todos mis discos detrás de las canciones que terminan publicándose hay un montón de cosas adyacentes que quedan afuera. Esa forma de laburo me permite sentirme más conforme con lo que finalmente entrego. Ya es una forma de trabajar que se incorporó a mi rutina creativa.

–¿Sentís que a pesar de los distintos ambientes que se proponen hay un hilo conductor que los une en Aqua di Emma?

–El tiempo pasa y se prueban cosas, pero hay siempre algo en lo cual uno se siente más cómodo. Y quizás esos climas que se crean tienen que ver con cómo se siente uno. En este caso, me ayudó encontrar el título del disco. Sentía que tenía en este grupo de canciones cierta atmósfera envolvente, más aterciopelada y empecé a elegir las que iban en esa dirección. Dejé de lado algunos otros experimentos: algo más rapero, temas medio afro y una canción que hice con León Gieco, que tiene un perfil más social. Había otras direcciones donde ir, que estaban buenísimas, pero uno percibe o tiene ganas de ir para un lado, y fue por esta onda. Me parece que me volqué por dejar un disco prolijo, más de autor, circunscripto a un sonido. Por más de que tiene picos y aristas diferentes dentro de la búsqueda. Tiene temas bailables y explosivos, pero también hay canciones que bucean más en las profundidades. Soy melodista, pero hay R&B, funk, soul… Acá se condensa lo que  fui absorbiendo en mi vida, desde Los Abuelos de la Nada hasta Steely Dan o Earth Wind & Fire, ponele. Pero creo que como te digo, apareció el título y empecé a ver qué iba con esa onda. Quedó algo como lo quería plasmar, eso me deja contento. Me gusta jugármela por algo e ir con todo para ese lado.

Emmanuel Horvilleur.
Foto: Aitor Fernández

–¿Cómo surgió el nombre del disco?

–De casualidad, estando de vacaciones. En el ocio a veces se te acomodan los patitos, y un hecho fortuito te da la chance de crear: mi novia me saco una foto y luego bromeábamos porque parecía de una publicidad de perfume. Me gustó el concepto, me gustó el mood que podía ofrecer llamar a un disco como si fuera mi propia fragancia. Propone una onda positiva, de luz.

–¿Te sentís con más libertad por los años de carrera?

–Siempre me gustó profundizar, ir a fondo con lo que estoy buscando en cada momento. Es parte de mi gusto por hacer música, soy de la vieja escuela: creo en las obras, en los discos y en apoyarse en otros músicos. Siempre digo lo mismo: confié en mí y lo que quería, con 17 o 18 años si tenía una canción o un arreglo trataba de ir para adelante. Buscando la manera de divertirme, zapando o tratando de terminar una canción. Tengo claro cómo soy. Siempre que me preguntan digo que trato de preservar mi libertad creativa y nunca me dejé llevar por lo que pudieran sugerir desde una discográfica o lo que sea. Con la música me dejo fluir, aunque a veces cueste, porque no es fácil. No me pongo parámetros a cumplir o límites más allá de un sello propio, que tiene que ver con la impronta que le meto cuando interpreto, que me gusta que salga como me salga. Creo que el recorrido quizás me deja tomarme el tiempo para sacar un material que me identifique más, que me guste y que tenga un standard de calidad y de representación. Los discos son para siempre, por eso hay que darles todo el amor y detenimiento que se merecen. Tampoco me gusta estar cinco años haciendo un disco, no creo que sea sano. Porque cada trabajo representa un momento y no está bueno alargarlo tanto, pero sí dejar todo cada vez que hacés algo.

–¿Te sentís un referente o una inspiración para nuevas generaciones de músicos?

–No lo sé. Puede ser, pero no es algo que uno elige. Desde ya que si pasa está buenísimo, es un honor. Las influencias son constantes en este arte. Verse influenciado por otros es inevitable, es parte de cómo se mueven las cosas. Yo siempre escuché mucha música de muchos estilos, y sigo haciéndolo. Me mueve la música y tiene una gran importancia en mi vida, no sólo como trabajo sino como regulador de emociones. Si puedo ser parte de la formación o colaborar con la construcción de algún otro, es fenomenal. Me gusta y me halaga, porque sé que esa situación es importante, como los que a mí me marcaron. Porque a veces las ventas, los egos, los números y esa parte de la industria atenta contra la evolución y libertad musical. En cambio, si un tema te inspira, ya está, cumplió su cometido. La música es ser inquieto, ir cambiando, siempre intentando hacer lo propio. No concibo esto sin esa energía, que siempre viene de algún otro que lo hizo antes. Todos somos influenciados, pero hay que buscar la propia voz. Si te puedo ayudar, genial. La idea es fomentar oportunidades para que siga la rueda.



Emmanuel Horvilleur – Aqua di Emma

01. «Yo soy la disco».

02. «Te daría».

03. «Boca» (ft. Francisca Valenzuela)

04. «GI Joe» (ft. Miranda!).

05. «Prendan ese mic» (ft. Carlota Urdiales).

06. «Gato perdido».

07. «Abrazarnos».

08. «Novia de los planetas».

09. «Espíritu del lugar».

10. «Fin de fiesta».

La costumbre de invitar y compartir

Los invitados siempre fueron importantes para Horvilleur. Luego de un primer disco solista  totalmente en solitario (luego de tantos años de ser un Illya Kuryaki & The Valderramas), ya en su segundo álbum contó con la participación de Tweety González, el mismísimo Dante Spinetta y Botafogo. En Mordisco tuvo de invitados a Nico Cota, Ana Álvarez de Toledo y hasta a Gustavo Cerati. Luego, en Xavier contó con Usted Señalemeló y el ex Sin Bandera Leonel García. Y en Pitada, su anterior trabajo, compartió con Bandalos Chinos. Aqua di Emma no iba a ser la excepción: «Para mí la música es compartir. Para abrir el disco quería a Miranda! porque era perfectos para ‘GI Joe’, una canción algo nostálgica que le iba perfecto. Yo había participado en Hotel Miranda, su disco, entonces le mostré lo mío, les gustó y aceptaron participar. Así fue».
Con Francisca Valenzuela todo fue de casualidad: «Estaba en México grabando algo para el disco, salí a caminar y me la crucé en la calle. Le conté que estaba trabajando y le propuse si quería pasar por el estudio. Le gustó la idea y dejó su impronta en el tema ‘Boca’, que le dejó un aura impresionante. Me encantó, la rompió».
En el caso de Carlota Urdiales, la artista argentina/española, Horvilleur estaba buscando alguien que la acompañe en «Prendan ese mic», una balada jazzera. Vio un posteo de Instagram donde la cantante demostraba su talento. «Era un tema medio soul, con una onda Amy Winehouse, que me volvió loco. Con un mood parecido a Nathy Peluso espectacular. Ahí mismo le escribí, justo estaba en la Argentina y se vino. Quedó genial».

Horvilleur a punto de remontar vuelo.
Foto: Aitor Fernández