Si se le pregunta a Elena Roger qué es lo que más le gusta de su trabajo, contesta que le permite manejar sus tiempos. Y que le deja expresar sus emociones cuando considera necesario, claro. Porque desde que arrancó su camino cantando y actuando siempre se movió por instinto. Este jueves se estrena Lejos de Pekín, un film que protagoniza y en el que recorre una realidad dura, muchas veces soslayada: las dificultades de la adopción y los sinuosos caminos de la legalidad.
La actriz se destacó en films como Nadie nos mira (2017), de Guillermo Pfening; y en Wakolda (2013), de Lucía Puenzo, entre otros. «Disfruté de todas las películas que hice, siempre lo digo. Pero después me resulta difícil mirarlas objetivamente y no juzgarme en cada minuto. Pero me gustan las temáticas fuertes», afirma.
En ese rubro se inscribe Lejos de Pekín. Sostiene Roger: «Esta película trata de una adopción legal, pero indaga en las dudas que surgen al ser madre. Es un universo que lo tenemos tan abandonado. Cuando fui madre me di cuenta de que nadie te enseña a ser mamá, porque cada una lo vive distinto. Obviamente, sacar a alguien de su familia, alejarlo de su madre y llevarlo a otra familia puede que mejore su calidad de vida, pero para el bebé es algo que lo marca. También es algo muy fuerte para la madre que lo tuvo en su panza y que está amamantando, pero que se da cuenta de que no puede mantenerlo. Todo eso genera una gran angustia de sólo pensarlo, imaginate cómo será vivirlo», comenta Roger.
La actriz comparte escenas con Javier Drolas y Cecilia Rossetto, que representa un contrapeso interesante en el nudo de la narración. También se destaca la aparición de José María Marcos en una línea argumental que invita a reflexionar, siempre de la mano del director misionero Maximiliano González.
Roger es inquieta. Por eso no deja de lado su carrera musical: junto a Escalandrum, la agrupación de jazz liderada por Daniel «Pipi» Piazzolla, está por lanzar dos nuevos discos, esta vez con temas de María Elena Walsh. «Uno para chicos y el otro para grandes. Seguramente haremos una gira el año que viene, pero primero, en febrero, voy a filmar otra película de la que no puedo adelantar nada», se excusa.
–¿Qué te gustó al leer el guión y cómo te decidiste a formar parte de la película?
–Me sedujo contar de qué se trata la adopción, porque por más de que sea legal, siempre es un proceso muy duro. Tanto para la persona que adopta, como para la que entrega a la criatura, y por supuesto es dura para el niño, que es el que vive ese cambio forzado. No hace mucho escuché a muchas mujeres en contra del aborto legal y gratuito decir «que los den en adopción». No es tan fácil luego de nueve meses. Sobre todo, o todavía más, si sos muy joven y no tenés contención. Pensar en lo que le pasa al otro es la clave. Y eso me gustó de esta película. Porque en esta historia se ven distintos tipos de mujeres, cada una con su necesidad. Una quiere ser madre, otra no tiene demasiadas opciones y sufre mucho por entregar a su hijo. Las mujeres mismas tienen que ponerse en el lugar de otras mujeres: no siempre tenemos la posibilidad de pensar qué le sucede a otra mujer.
–También es una película que se mete en la dinámica de la pareja.
–Eso tiene que ver con que no es una película obvia. Trata el problema de la adopción, pero también el de una pareja con determinadas características, anhelos y búsquedas. El espectador debe descubrir qué es lo que les pasa a estos dos individuos frente a la situación que les toca. Hay amor, pero lo más normal es que haya alguna situación en la no hay acuerdo. Eso es bien interesante. Hay en un momento una confesión de mi personaje, que no quiero contar para no revelar la trama, o parte de ella, pero es algo en lo que la sociedad está de acuerdo para reaccionar de una determinada manera, pero ellos lo toman desde un lugar distinto. Es interesante porque cada uno elige replicar parámetros establecidos o no. Me parece que encontrarse o desencontrarse es algo que les pasa a todos y, en esta espera, esta pareja muestra una opción diferente a lo que supuestamente indica la lógica.
–Vivimos en una época en la que se cuestiona la noción del amor romántico. En algún momento trascendió que con Mariano Torre, tu pareja, tenían una relación que va más allá de las normas tradicionales de la monogamia. ¿Cómo lo viven?
–Nosotros nos decimos siempre la verdad. Algunos le pueden poner etiquetas y llamarlo «pareja abierta» o «libre». Pero lo que tenemos es sinceridad entre nosotros: nos decimos lo que nos pasa. No importa lo que sea. Darle libertad al otro para que sea individuo y no una posesión del otro. Eso es todo.
–¿El amor romántico tiende a desaparecer?
–Me parece que no es tan así. No sé por qué el amor romántico debería estar asociado a algo malo. Lo nocivo es lo posesivo. El romanticismo es algo lindo. No me parece algo machista o dañino. Son dañinos los celos, que son ganas de encarcelar a la persona que tenés al lado. Esas ansias de poseer y que sólo viva por y para vos, no es amor. El romanticismo puede esta liberado de eso, y no sólo tiene que ver con llevar flores, sino con un trato agradable que es bienvenido como muestra de cariño para un hombre o una mujer, respetando los sentimientos del otro. Me parece que asociarlo con algo malo es un error, lo mejor es tratar de comprender que en cualquier tipo de relación humana lo importante es respetar al otro. La sensibilidad tiene que ver con desarrollar esa capacidad de ver lo que te pasa a vos, pero también ver que le pasa al otro. Creo que mi faceta artística me ayudó a darme cuenta.
–¿Considerás que la sensibilidad se entrena?
–No. Creo que tiene que ver con conectar con lo que te está pasando o lo que tenés que hacer. Soy sensible, me conmuevo fácilmente y desde allí me nace todo. No busco nada especial: me dejo llevar. Para mí la naturalidad es clave. Para interpretar un rol o cantar tengo que estar atenta a lo me produce para transmitir. Si yo tengo que impostar algo, no me sale, no podría hacerlo.
–¿El artista siempre tiene que tener en cuenta qué le pasa al otro?
–Un artista debe tener la capacidad de conmover. Si yo elijo algo, o en todo caso si me eligen, siempre pienso qué es lo que tengo para decir. Cuando no encuentro eso y soy sólo una herramienta, prefiero decir que no. El rol del artista tiene que producir algo en los demás, si no, no tiene sentido. Cada canción, cada película, cada obra de teatro tiene una función que cumplir. Obvio que no es tan directo. A veces no sabés exactamente de qué se trata, pero lo sentís. Hay que tomar conciencia de que nuestra responsabilidad es transmitir ideas y sensaciones, o provocarlas. No es fácil, pero es hermoso cuando sucede.
–¿Te sentís más cantante que actriz?
–Yo nunca dejo de interpretar. Al cantar no sólo digo sino que le pongo el cuerpo y la fuerza interna. Siempre pongo algo muy propio, por eso para mí todo lo que hago es muy cercano. Darle vida a una canción también es actuar. Lo mismo que bailar. Son distintos colores, pero hay algo que se repite. Una actriz no es sólo alguien que dice una letra, es un profesional que puede manejar el entorno y el modo en que se dicen las cosas, cantando, hablando o moviéndose.
–¿Cuál es tu relación con el tiempo? ¿Cómo analizás tu carrera?
–Lo que hice lo tengo atesorado y lo recuerdo siempre, pero lo uso para aprender y que me sirva para el futuro. Trato todos los días de vivir el hoy, aunque a veces es imposible, la ansiedad me gana y pienso mucho en el futuro. Me gustaría que no me pase. A veces lo logro, y cuando vivo el hoy soy más feliz. Invertir la energía en el ahora es mejor, pero las responsabilidades a veces te sobrepasan. Lo que más disfruto son mis hijos. Si tengo algo que hacer, estoy trabajando y ellos me reclaman, tengo que dejar todo. Ahí me cargo de energía. Pero primero uno es responsable y lucha: «¡Pará que termino y voy!». Aunque a veces cedo, dejo todo para jugar con ellos y es fantástico. Ahí estas en el hoy. Cuando compartís esos momentos que se van tan rápido te das cuenta de qué es lo verdaderamente importante. «
Lejos de Pekín
Guión y dirección: Maximiliano González. Elenco: Elena Roger, Javier Drolas, Cecilia Rossetto y José María Marcos. Estreno: 19 de diciembre.
Lejos de Pekín fue filmada en Buenos Aires, Misiones (el director es oriundo de Puerto Iguazú) y Formosa (hay un par de hermosas secuencias oníricas en el bañado La Estrella, el segundo humedal más grande de la Argentina). El film narra la vida de una pareja, María y Daniel, que tienen más de 40 años, llevan ocho de casados y no han podido cumplir su sueño de ser padres. Entonces realizan los trámites de adopción y viajan a una ciudad del norte argentino para continuar el proceso: «Más allá de la historia en sí, la película muestra otras realidades y te saca del ombligo de la ciudad. Habla sobre el universo de ser madres y cómo cada realidad social marca las angustias de cada una. Esta es una película que dispara reflexiones. No te deja todo absolutamente cerrado o resuelto. Y esa es una de sus fortalezas. La historia que construyó Maximiliano González te invita a pensar en la película, pero también en todas esas madres que pasan por momentos tan difíciles. Y que una película te deje pensando siempre es muy valioso», concluye Roger.
El retroceso cultural
Elena Roger es conocida internacionalmente por haber ganado en 2009 el Premio Olivier a la mejor actriz en obra musical por su actuación protagónica en Piaf (pieza teatral basada en la vida de la cantante francesa Édith Piaf). Pero sobre todo por haber sido elegida por Andrew Lloyd Weber para interpretar el papel de Eva Perón en la ópera Evita, en Londres (2006) y en Nueva York (2012).
La actriz y cantante sigue de cerca nuestra realidad política y la relaciona con su trabajo: «Me parece que una aporta al debate con los trabajos que decide hacer y con la forma en que se compromete en cada uno de ellos. Lo único que espero es que salgamos adelante y que las cosas mejoren. Tengo esperanza. Son tiempos de apostar a la esperanza. Hay que ser mejores y no dejarse llevar por antagonismos simplistas. Es necesario dejar grietas y críticas decididamente atrás, apostar a planificar algo superador para todos es lo mejor que nos pueda pasar. La cultura tiene que tener su lugar, creo que hubo un retroceso en ese aspecto y tenemos que recuperar el terreno perdido. Considero que se le va a volver dar el espacio que se merece porque la cultura es la voz de un pueblo y una de sus maneras más profundas para reflexionar».