Mina Mazzini es una popular cantante italiana que comenzó su carrera en los años ’60 y aún sigue vigente. Mina, che cosa sei?!? es el espectáculo que creó Elena Roger junto a su amiga –y directora- Valeria Ambrosio en 2003. Con distintas temporadas en los últimos 20 años, decidieron volver a montarlo hacia fines del año pasado. Difícil de encasillar, el trabajo tiene un algo de concierto, algo de comedia, algo de musical. “Es una performance musical basada en las canciones de Mina, porque no es un concierto, pero tampoco podría decir que es una comedia musical. No cuenta ninguna historia y cuenta muchas. Es la historia de una mujer que empieza cantando en un concierto música sacra y de pronto empieza a imaginarse escenas, y eso incluye dónde pone al hombre y donde a la mujer. Todas estas canciones de Mina tienen algo de eso”, resume Roger en diálogo con Tiempo Argentino.
Acompañada por una notable formación musical dirigida por Gaby Goldman, y un desarrollo escénico que impresiona en cuanto abre el telón, la actriz y cantante tiene en Diego Reinhold un socio en el baile, la comedia y el canto a la altura de su talento. Para los memoriosos, o que quieran buscar videos en internet, mucho de lo que hace Reinhold se basa en recuperar rasgos del dúo que Mina tenía con el cantante y actor Adriano Celentano. “Ellos hicieron ‘La coppia piu’ bella del mondo’ y nosotros agregamos esa versión bailada, que es muy linda, cuando la hicimos en el Opera (2011). También hay un dúo muy lindo que hace Mina con Lucho Battisti en el cual está basada esa secuencia de distintas canciones, que también es muy divertido”, confirma Roger. Toda la diversión y la belleza de la puesta en escena tienen como centro sus indiscutibles condiciones como cantante y actriz, además de su carisma, que se hace notable en una suerte de epílogo relajado, un cierre perfecto.
–¿Cómo surgió Mina… che cosa sei?!??
–Es un proyecto muy angelado. Valeria viene de familia de italianos, su papá y mamá nacieron en Italia. Yo soy segunda generación de argentinos y los padres de mi mamá eran italianos. Me crié en la casa de mis padres viviendo con mi abuela, la nona Amalia, que nos hablaba en italiano, nos cantaba canciones y nos hacía dormir con versos para niños. Era un poco una segunda lengua, entiendo muchísimo. Para mí tiene un significado muy especial ese sonido del italiano. Con Valeria nos conocimos en el verano del 97 en Punta del Este. Ella hacía la escenografía de un espectáculo que sus padres habían encargado a Pepe Cibrián, para hacer en el restaurante que la familia tenía allá. Yo era parte del elenco y en ese lugar convivimos durante la temporada. Pegamos mucha onda y ella me dijo: «¿Nunca escuchaste a Mina? Vos deberías cantar sus canciones». Yo había escuchado muchas canciones en italiano y en casa teníamos un simple que tenía «Un año de amor». Pero fue ella quien me introdujo a este personaje. Empecé a escucharla y hacerme de todo el repertorio. Me encantaba porque había canciones de humor, canciones dramáticas, de humor irónico, desopilantes, tristes, de amistad. En base a eso hicimos el espectáculo.
–Pero el espectáculo surgió seis años después.
–Exacto. Volvimos a trabajar juntas en Jazz, swing, tap, ella haciendo la escenografía y yo como parte del elenco. Un día, sentadas en las últimas filas del Brodway, yo le decía que admiraba un montón a Alejandra Radano, a Omar Callichio, y otros que hacían sus espectáculos y que quería hacer un trabajo que surgiera de mí, y ponerme en el lugar de la protagonista. Valeria me contó que sentía que podía dar el salto y empezar a dirigir. Esa charla quedó rebotando. Poco después hago un concierto con Alberto Favero en el British Art Center, curado por Eugenio Scavo, y cuando terminamos él me pregunta si no me gustaría hacer una fecha de un concierto mío. Le dije que sí sin pensar. “Qué harías”, me preguntó. “Música italiana”, le respondí con seguridad. Nunca había hecho un concierto sola. Fue puro impulso.
–Pero a diferencia de cuando se conocieron con Valeria, ya habías hecho una carrera.
–Sí, pero por primera vez tenía una fecha solista y pensé en aquella vieja charla. Me gustaba la idea, pero no me daba pararme y cantar las canciones de Mina sin más. Entonces le propuse a Valeria armar algo que tenga escenografía, movimiento y que contara una historia. Nos pusimos a escribir con el repertorio de Mina en la cabeza, fue un ida y vuelta proponiendo el orden, qué canciones iban y cuáles no. Hablando sin parar fuimos delineando esa primera versión de Mina… che cosa sei?!?, aunque le queríamos poner Esta Mina está loca, pero a Eugenio no le pareció que fuera para el British Art Center. Salió ese título y quedó hasta ahora. Lo sumamos a Diego para que sea mi partener, y entre todos creamos las situaciones escénicas. Lo hicimos y gustó mucho. Tanto nos alabaron que como lo habíamos grabado, Valeria, que estaba muy en contacto con Alejandro Romay, se lo llevó. Él lo vio y nos dio unas fechas en diciembre para que lo estrenemos en el Nacional. Imagínate pasar del BAC, que tendría 50 localidades, al Nacional, ¡era muchísimo! Lo primero que tuvimos que hacer era trabajar un poco más el espectáculo. Agregamos canciones, ampliamos la escenografía, por ejemplo la idea del piano largo para que yo pudiera caminar encima se armó para Nacional. Y no entendemos por qué ese 8 de diciembre del 2003, mientras llovía a cántaros, la sala se llenó. Vino un montón de gente del ambiente, vinieron amigos y fue un exitazo. Ahí empezó la locura. Después hicimos dos temporadas, una en el Broadway y otra en el Metropolitan.
–Pero tuvieron que cortar el suceso.
–Sí, vino lo de Evita y ese periodo se acabó. Lo volvimos a hacer cuando yo regresé después de hacer Piaf en Europa. Hicimos sólo tres fechas en el Ópera, que fue un lujo que nos dimos. Y ahora, después de 14 años, volvemos a hacerla. Es un flash porque después de la pandemia, después de haber sido madre y de haber perdido a mis padres, soy otra persona y Mina… sigue siendo ese mismo espectáculo medio tontón y divertido. Pero puedo encontrarle otra mirada y disfrutar el reencuentro con Valeria, profundizar la relación con Diego o reencontrarme con las miradas de Gaby. Me gusta que la gente termine contenta, que quienes vienen a verme después de Piaf se lleven otra mirada después de un trabajo no tan cargado de dramatismo. Creo que lo disfruto más ahora que antes, es un trabajo muy bello.
–En su carrera Mina tuvo muchas imágenes diferentes. ¿En qué Mina te referenciaste?
–La realidad es que no estoy haciendo el personaje de Mina. Nada que ver. Nos divierte esa situación de que yo siendo tan chiquitita, estoy cantando las canciones de Mina, que era una mujer tan grande. Para mí lo interesante tiene que ver con lo que te dije antes, Mina no escribe las canciones, pero ha elegido su repertorio muy inteligentemente. Tiene tremendos hits. Las canciones de Renato Zero o de Lucho Battisti son impresionantes. «I migliori anni della nostra vita» o «Io vivrò», son como decir ¡ay, qué temazo! Incluso durante el espectáculo la gente entiende el sentido aunque no entiende el idioma. Lo impresionante de Mina, y en el espectáculo lo ponemos en juego, es que pasa de cantar «Io vivrò» a «Lo Shampoo», que es una estupidez más grande que una casa, sin complejos. Hay un tema, que no lo pusimos, en la que ella se va a navegar en un bote con su novio y en un momento le dan ganas de tirarlo, y lo tira y ve cómo él baja y se hunde, y ella está ahí arriba y se siente poderosa. Es desopilante lo que está cantando. No hay muchas cantantes serias que cante ese tipo de canciones. Eso me parece muy enriquecedor y yo lo único que hago es interpretar ese momento. Con Diego buscamos el lado cómico presente en ese límite del dramatismo italiano de aquellas películas, en la propia exageración melodramática. Este espectáculo no es como el de Piaf, que aunque tenía algo de humor, sentías que era una historia pesada, densa. Este espectáculo ilumina y permite reírse hasta de las tristezas de la vida. «
¿Cuándo?
Mina…che cosa sei?!? Protagonista: Elena Roger. Con la participación de Diego Reinhold, la dirección musical de Gaby Goldman y la dirección general de Valeria Ambrosio. Jueves, viernes y sábados a las 20:30 y domingos a las 18:00 en el teatro El Nacional, Avenida Corrientes 960.
Elena Roger en la pantalla grande
Elena Roger participó en cerca de diez producciones entre películas y series para plataformas. Algunas de ellas tuvieron mucha repercusión, como Wakolda -de Lucía Puezo- o Un amor de -Paula Hernández-. “Me gusta mucho hacer cine y, cada vez que puedo, hago. Cuando me llaman intento de todas las maneras posibles adecuar la agenda. Uno nunca sabe cómo circulan esos trabajos. El otro día me llamó una amiga mía y me dijo que vio ‘la película de la adopción’ (Lejos de Pekín). ‘Es buenísima, qué bien que estás’. La película es de Maximiliano González y es muy linda. No me influye si los directores son muy populares, no necesito ser protagonista, ni me urge el premio o reconocimiento en el cine. En Wakolda mi personaje no es protagónico, pero es muy bueno y es importante en la trama. Es espía, como el personaje que hice en la serie En la mente del poder. Ahora estoy con un proyecto de una película que íbamos a filmar en mayo, pero se pasó a septiembre y ando moviendo todo para un lado y para el otro. A mí me gusta hacer de todo. Hago conciertos, un musical, o teatro, como El cartógrafo en el San Martín. Es lo que me divierte de mi profesión”, confiesa.
Una carrera en constante ascenso
“Mi carrera fue de libro. Empecé de peón, fui de a poco teniendo participaciones destacadas, hasta que Mina fue algo que me hizo conocida en el ambiente. Pero Doña Rosa no se enteró de que yo existía. Cuando hice Evita en Londres tampoco me popularizó, pero se supo de esta mujer argentina que triunfó allá”, puntualiza Roger.
“Me hice más conocida cuando volví de Londres para hacer Piaf, que de alguna manera, era mi tesis y con ese trabajo gané el premio Olivier –agrega-. No era solamente volver y decir me gané un premio con esta obra, sino que vine a mostrar con qué obra me habían valorado en el exterior. Creo que ahí fue cuando fui reconocida. Además, quería que con ese trabajo pudiera estar cómoda también en la Argentina. También quería volver para trabajar y estar acá: la Argentina es mi lugar. Después de hacer Evita en Broadway quería tener una familia y no iba a ser en otro país. Acá siento que soy reconocida, afuera soy una más, en cambio acá yo siento que la gente tiene una especie de orgullo con la carrera que hice como argentina en el exterior. Y me siento muy bien con el público argentino, me encanta.”