La nueva perspectiva multipolar y la dimensión tangible de lo global que nos entregan las redes sociales, impone la posibilidad de que lo cotidiano, lo domestico, entre en diálogo con lo mundial, entre la fila del pan y el futuro de la humanidad, entre la cuadra de la panadería y las oficinas del pentágono, entre levadura y ojivas nucleares.
Los despliegues bélicos que invaden el mapamundi con puntos rojos en el cual las diferentes potencias buscan ubicaciones estratégicas, van acompañados de desembarcos similares hacia el terreno de lo simbólico, de lo cognitivo, pasa, sucede tan rápido que no siempre logramos tramitarlo, asimilarlo, ubicarlo en los hemisferios de nuestra ética.
Es así que mientras buscaba dónde cargar la sube, la generala Laura Richardson se reunió con la nieta de Allende y volvió a enunciar lo estrategico que es para Estados Unidos el litio, y de paso hablo de lo que ella considera una «crisis global de la democracia y la libertad»
Aunque parezcan cosas muy distantes el precio del pan, la quita al subsidio al transporte, y los objetivos estratégicos del comando sur en la región se emparentan en una intencionalidad común delineada por la retórica del mercado como ordenador supremo, de los intereses económicos por encima de lo humano, la geopolítica de la crueldad.
Es así que este tiempo multipolar, multilateral, nos demanda tener un análisis profundo que logré reconocer en el vértigo de la metralla informativa escenarios múltiples vinculados a la geopolítica, entendiendo que en el precio de las medialunas habita una orilla del alborotado mar que configura un mundo en disputa.
En una capilla de José Leon Suarez entre las intenciones de la misa, una señora pide por el viaje de Francisco a Asia, y en esa escena tan doméstica emerge otra perspectiva de la geopolítica, una lógica comunitaria en la cual lo humano disputa su derecho a existir, entre la demanda de proteínas y el grito que pide paz y fin de la guerra.
La implicancia en lo publico, en lo local y el lo global, representa hoy un compromiso con la suerte de lo humano, un acto amoroso por la propia vida y las de los afectos inmediatos pero tambien un posicionamiento etico frente a tensiones elementales en las que se disputa, lo simbolico, lo retorico pero tambien el derecho a la vida.
El papado de Francisco es una oportunidad para la reflexión hacia lo humano, tan argentino y universal como un mendrugo, el Papa es para nosotros un puente didáctico que nos permite comprender la potencia de una logica comunitaria que irrumpe en la historia en defensa de la vida y la cultura, en defensa del abrazo, del mate compartido pero también de una redistribución global más justa.
Mirar la geopolítica desde lo comunitario hace más fácil entender el mundo en el que vivimos, las disputas que atraviesan nuestro tiempo, pero también nos permite, involucrarnos, hacernos parte de aliviar el dolor del otro, gestionando el futuro universal, reclamando y ensayando el buen vivir, un barrio y un mundo para el buen vivir de todos, de todas.