“El último, diatriba de amor por mensaje de audio” está basada en un hecho real. En 2020, Enzo Aguirre, un joven de 23 años muere asesinado por asfixia en un hotel del barrio de Retiro. Trabajaba de escort masculino y había pactado un encuentro sexual con dos jóvenes a través de la aplicación soytuyo.com. Lo que debía ser una cita se transformó en una emboscada: en menos de media hora lo maniataron, le robaron y lo asfixiaron. Su asesinato fue calificado en la causa como un crimen de odio.

Desde el teatro, “El último, diatriba de amor por mensaje de audio”, de Marcelo Allasino, retoma esta historia para recordar a Enzo Aguirre y poner en escena una realidad cada vez más cruda. Luego de presentarse en Rafaela, Santa Fe, Rosario y Buenos Aires, “El último” tuvo su reestreno este año en el teatro El extranjero.
En este nuevo contexto, “El último” no solo reconstruye una historia de violencia, sino que también interpela al público y lo invita a reflexionar sobre los modos de vinculación en las apps de citas y las vidas silenciadas por el odio.
El origen de esta obra tiene un trasfondo personal: Marcelo Allasino conoció a Enzo Aguirre a través de Grindr. Intercambiaban mensajes amigables por la app, aunque nunca se habían encontrado en persona. El asesinato ocurrió a la vuelta de su casa.
Cuando vio las noticias, Marcelo quedó profundamente impactado. Este dolor lo llevó a escribir El último, que inicialmente surgió como un monólogo sobre un hombre que, luego de conocer a un joven en una app de citas, le enviaba mensajes sin parar tras darse cuenta de que el chico había dejado de responderle.
Algo de eso pasa en “El último”. Un señor de unos 50 años (Hervé Segatá) mantiene encuentros sexuales con Martín (Agustín Keller), joven escort masculino. Él es francés, mayor, tiene dinero, mientras que Martín es joven, pobre, argentino.
«El último»: dos intensidades distintas
Hay dos niveles distintos de intensidad en “El último”: él tiene una obsesión con Martín, lo busca hasta el hartazgo, como si le debiera de todo por haberle pagado algunos encuentros sexuales. Martín solo quiere conseguir plata para tocar la guitarra y hacerse tatuajes. Martín no busca el amor en un cliente.
Y, además, tiene otra concepción sobre las relaciones y la circulación del dinero: “Para mí garchar por guita es una forma súper digna de subsistencia. Prefiero darle masa a un tipo que trabajar de mozo en un bar. Él contento, yo contento, todos contentos. Comparto felicidad y la guita circula de un modo más amable, no sé, más amoroso ponele. Hoy me parece más revolucionario canjear un celular por unas embestidas de pija que andar quejándome por un sistema que no cambiará, y –sobre todo– por el que yo nada puedo hacer”, le cuenta al público.
“La gente está loca y flashea confusión porque siente que el otro le pertenece”, sigue más adelante y se burla del título de la aplicación, Soytuyo.com.

Con solo dos actores en escena, la obra también pone en juego dos temporalidades distintas: los tiempos que maneja Martín, con la reticencia de sus respuestas, son diferentes a los que maneja el francés, con el acoso permanente a través de mensajes de texto. “Estoy dispuesto a rezar, a pedir, a implorar, llorar, a aullar. Me transformaré en tu perro aullador, en un chancho aullador. Seré un cerdo rastrero, un lechón lastimoso. Dale, terminemos con esto”, le dice en un momento.
Terminar con esto. La frase queda suspendida en el aire, como un eco imposible de silenciar. ¿Terminar con qué? ¿Con la insistencia desesperada del cliente, con la vulnerabilidad de Martín, con la violencia estructural que se filtra en cada uno de estos vínculos? La obra no da respuestas cerradas, pero deja en evidencia el modo en que el deseo, el dinero y el poder se entrelazan en relaciones marcadas por la desigualdad.
Desde el teatro, El último expone una historia particular, pero también una realidad extendida: la de quienes son perseguidos, violentados o asesinados por su identidad, su trabajo o su forma de habitar el mundo. Mientras la obra sigue en escena, las preguntas siguen abiertas. ¿Cómo nos vinculamos? ¿Quiénes tienen el derecho a desear sin miedo? ¿Cuántas vidas más serán silenciadas por el odio?

El último, diatriba de amor por mensaje de audio puede verse los sábados a las 20 en el teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3378, Balvanera, CABA). La obra está protagonizada por Agustín Keller y Hervé Segata y las entradas pueden conseguirse en Alternativa Teatral o en boletería del teatro.
Ficha técnico-artística de «El último»
Autoría y dirección: Marcelo Allasino
Actuación: Agustín Keller y Hervé Segata
Espacio e iluminación: Marcelo Allasino
Música original: Agustín Keller
Piano: Luis Enrique Carballosa
Mastering: Brian Taylor
Grabación de efectos sonoros: Nico Diab
Colaboración en vestuario: Gustavo Mondino
Colaboración en utilería: Salvador Aleo
Cámara: Juan Maldonado y Elisa Laorden
Foto: Juan Maldonado
Diseño gráfico: Leonor Barreiro
Prensa: Daniel Franco
Asistencia: Mateo Milione