“Triunfo” del latín triumphus –título concedido por el Senado romano- refiere al más alto honor que podía pretender un jefe militar si lograba probar que había sido proclamado imperator por sus soldados (en virtud de haber matado a cinco mil enemigos en batalla y dirigido en forma personal a sus hombres). De lograr este honor, se lo veneraba con la ceremonia de triumphus -inspirada en las fiestas dionisíacas o bacanales-
El triunfo de la selección nacional nos atraviesa. Su misterio esplendoroso traspasa las fronteras.
Lejos de su traducción en tiempos del imperio romano, este triunfo no consta de jefe militar, senado, muertes o bacanales.
Ni más ni menos que un equipo de futbolistas empecinados en frotar sus lámparas maravillosas para que germine la exuberancia, la rebeldía, y el encanto de sus talentos al tiempo de tramitar el juego.
Dispuestos a llevar al límite el esfuerzo en la persecución del resultado.
Conscientes de la etimología futbolera -el “pase” como técnica necesaria de conexión entre los jugadores- que lejos de encandilarse ante el destello individual distinguen la importancia de la mirada sistémica, del “otro” como pieza imprescindible en la danza con la pelota hacia la meta, y en la construcción del territorio emocional que la sustenta.
Ávidos en la búsqueda de la victoria y osados en la ofensiva. Vencedores frente a las fauces subyugantes del fracaso. Sensibles en la percepción afectiva de lo que esta pasión despierta.
Artesanos de la belleza fondeada en “el acuerdo entre el contenido y la forma«.
Pienso el césped de Lusail como representación holográfica del cielo y sus movimientos.
Y en sintonía, la arquitectura de la “gran final”, como una invitación a salir de los estancos del círculo central e ir hacia la línea de meta, en esta suerte de tejido de la trama de la vida.
Conectar con los tesoros individuales, ofrecerlos en beneficio del equipo y hacerlos circular.
Enriquecer al equipo rival en el desafío, sin olvidar que todos somos parte del terreno de juego.
Como es arriba es abajo, dicen los sabios…gracias muchachos por expresar tan nítidamente las formas del cielo y mostrarnos un modo de leerlo.
La tierra gira alrededor del Sol…será necesario entonces ir en busca de propio Sol, el propósito de cada “si mismo”
Eje nodal, Tauro/ Escorpio
Neptuno Júpiter en Piscis
Plutón en Acuario