«Quedate tranquilo estamos trabajando para que nos concentremos en ciencia basada en evidencias y no ideologías. VLLC». Con esas palabras, el titular del Conicet, Daniel Salamone, respondió un tuit de un usuario mileísta (@ViejoLibertario), que rechazó la Agenda 2030, la desigualdad de género y el cambio climático.
El punto de partido fue una Diplomatura Superior en Género y Cambio Climático, realizada en junio por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). El usuario de LLA (en típicas acciones de trolls y seguidores del presidente que amplifican o multiplican conceptos que rechaza el oficialismo, como la ciencia, las políticas de género, de Derechos Humanos, o la justicia social), comenta: «Más pro Agenda 2030 no se consigue. ¿Desde cuando los «científicos» dejan de lado la ciencia para enseñar ideología? En los fundamentos de este curso figura: «los efectos de la globalización económica dando cuenta de un proceso de “triple exposición” (el clima, el colonialismo y el capitalismo) que afecta de manera desigual a las mujeres«.
Y completa: «¡Ah! Otra perlita: Para el público cuesta usd 310 en un pago, y si lo haces en 3 pagos, ¡¡te cobran un 74% en dólares!! Sería interesante que alguien mire que hace y lo más importante: Que deja de hacer el Conicet mientras predica una ideología que no se ajusta a la ciencia».
Ahí es donde Salamone le comenta las palabras del inicio de la nota. «Perfecto, alguien que le avise a los responsables de ese curso que los cambios de clima, los períodos de glaciación, existieron, existen y existirán con o sin los progresistas», le contesta el usuario. Y el titular del Conicet cierra con un emoji del brazo haciendo fuerza, en positivo, convalidando la absurda teoría del tuitero, plagado de la ideología que ellos dos afirman que no debería existir en la ciencia.
El comentario del funcionario motivó el rápido rechazo de científicos de diferentes sectores. Enrique Viale, de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas (AAdeAA), apuntó: «Vivimos una distopía sin fin. La máxima autoridad científica del país, el presidente del CONICET, Daniel Salamone, afirmando que el Cambio Climático está basado en ideologías. Defender el consenso científico absoluto mundial sobre el origen del Cambio Climático es absurdo. Es como ponerse a argumentar que la Tierra es redonda. A esta altura de la realidad, con eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes en todo el planeta (y en Argentina particularmente), el negacionismo climático equivale a acelerar exponencialmente el proceso de colapso ambiental en curso».
«En la actualidad, ser negacionista del cambio climático es equivalente a ser terraplanista. ¿No será terraplanista Salamone y hasta el propio Milei? Hasta ahora nadie se lo preguntó», completa.
Cifras del cambio climático
Cecilia Nicolini fue la primera y última Secretaria de Cambio Climático de la Nación, durante la gestión anterior, hasta diciembre de 2023. En entrevista con Tiempo en noviembre pasado, alertaba por el negacionismo del gobierno que estaba próximo a asumir. Y los efectos que trae el cambio climático, con el riesgo que conlleva el hecho de desconocerlo, lo que implicaría no elaborar políticas de prevención.
Lo puso en cifras: solo por sequía en 2023 el país perdió en un año más de 20 mil millones de dólares. Casi la mitad del acuerdo con el FMI. Lo que se perdía en una década ahora se perdió en menos de doce meses.
Solo al asumir Milei hubo eventos climáticos extremos en el sudoeste bonaerense, en Entre Ríos y en el AMBA. «Cuando estás en el gobierno y una sequía te hace pelota la economía te pulveriza el 3% del Producto Bruto Interno como nos pasó, donde perdimos casi un cuarto de las exportaciones, sumado a inundaciones, incendios extremos, y una helada temprana que afectó economías regionales, no podés decir que (el cambio climático) no existe, tenés que ponerte a resolver los problemas. Hace muchos años que la ciencia nos alerta que la crisis climática existe y que los impactos van a ser cada vez más pronunciados. Y eso se viene acelerando. Lo que antes podíamos ver como impacto en 10 o 15 años, ahora lo vemos en un mismo año. Y las economías regionales, por su población e infraestructura, están mucho más expuestas a esta variabilidad climática. Entonces ahí uno tiene dos caminos: invertir en política climática, adaptándonos. O negar la realidad hasta que estalle. Y ya sabemos quiénes están porque la Argentina estalle», resaltaba.
También enfatizaba que la cuestión climática es un debate profundamente económico: «Por un lado porque tiene que ver con la transformación de la manera en que producimos y consumimos, para que pueda hacerse un desarrollo más sostenible. Pero por otro lado, porque es una cuestión decisiva para comercializar con el mundo, para recibir inversión y financiamiento no solamente de bancos multilaterales de crédito, sino también que las grandes corporaciones y capitales empiezan a poner cláusulas climáticas o ambientales para sus inversiones en cualquier sector. Hoy la cuestión climática es decisiva para comerciar con el mundo y atraer inversiones», remarcaba.
«La Unión Europea ya pone barreras arancelarias por cuestiones como la deforestación, tenés muchas empresas con las que estamos trabajando aquí en Argentina para que reconviertan sus procesos y puedan exportar, porque en muchos productos exigen que sean libres de deforestación –acentuaba–. En 2022 la Argentina aprobó más de 2100 millones de dólares de financiamiento climático internacional, récord en nuestra historia. Mucho de ese financiamiento que viene del BID, tiene una cláusula que los proyectos productivos no tienen que colisionar con objetivos ambientales y climáticos, no pueden incentivar la deforestación, tienen que cumplir con la Ley de Bosques. El ejemplo clarísimo fue el de Bolsonaro al que le suspendieron el Fondo multimillonario de la Amazonía por tener una postura contraria a la política ambiental. Están en juego inversiones millonarias para la Argentina con una persona que niega la crisis climática».
Nicolini completaba: «Históricamente la agenda climática, sobre todo la impulsada por el norte global, era una agenda eminentemente de mitigación. Ahora bien, nuestra agenda también tiene que ser de adaptación, porque la crisis climática ya la estamos viviendo y donde más afecta es en nuestros países, que son los que tienen una menor responsabilidad. Si vos negás los efectos climáticos vas a seguir perdiendo mucho más. O sea que además es antieconómico. La clave no es solo analizar los costos de lo que vamos a invertir para la transición ecológica a la Argentina, sino lo que nos va a costar no invertir en eso. Y ahí vemos que los costos se te van a triplicar y hasta quintuplicar. No solo por sequía. Crecen las olas de frío y las olas de calor que te demandan invertir más en la atención de personas que tienen afecciones que requieren del sistema de salud. O las inundaciones que te demandan grandes inversiones en infraestructura y viviendas».
Cambio climático, terraplanismo y negacionismo
Como resaltaron en un artículo publicado en Tiempo meses atrás Valeria Edelsztein y Claudio Cormick, quienes afirman que la Tierra es plana, ante todo, no creen que sea importante la diferencia entre personas expertas y no expertas: «repiten una y otra vez –creyendo que en esto consiste la actitud genuinamente científica– que cada quien tiene que “hacer su propia investigación” para determinar la forma de nuestro planeta, y supuestamente cada quien puede hacerlo. La comunidad científica, además, no merecería crédito, por formar masivamente parte de una conspiración«.
Los terraplanistas no le otorgan ningún valor probatorio al consenso experto. Y no necesitan negar, a diferencia de la estrategia del tabaco, que tal consenso existe: nos dicen ‘claro que todos los científicos están de acuerdo; son todos parte del engaño‘. «Por esto mismo –en último lugar–, los terraplanistas no necesitan presentar, de forma fraudulenta, un supuesto “disenso” dentro de la propia comunidad científica».
El hilo conductor que reúne todos estos rasgos de la forma de negacionismo en que incurren los terraplanistas es lo que se conoce como individualismo epistemológico: la sistemática desconfianza respecto del testimonio de toda autoridad científica; la insistencia en que cada quien debe chequear “por sí mismo”.
«La visión terraplanista acerca de la “actitud científica” como una que involucra solamente el esfuerzo de un individuo aislado es ingenua y, en el mejor de los casos, atrasa dos o tres siglos», continúan.
Dado el enorme caudal del conocimiento científico acumulado por nuestra especie, y que no puede entrar en una sola cabeza, las personas de ciencia confían unas en otras; «ninguna es a la vez bióloga, antropóloga y física de partículas, y por eso es tan importante el trabajo interdisciplinar».
En el extremo opuesto, la actitud de “hacé tu propia investigación” característica de los terraplanistas es la que llevó a Mike “El Loco” Hughes a construir un cohete casero para ver por sí mismo que la Tierra era plana. En vez de eso el cohete se desplomó después de pocos segundos. «Hughes murió. Si algo no le negaremos, en todo caso, es haber sido consecuente».
Concluyen Valeria y Claudio: «El espectacular desarrollo de la ciencia durante los últimos siglos permite no solo que hagamos cosas que hace dos o tres generaciones hubiesen sido impensables –desde la llegada a la Luna, cuyo aniversario volvimos a celebrar este 20 de julio, hasta la comunicación en tiempo real entre extremos opuestos del planeta– sino también lograr que cualquier persona que haya terminado la escuela secundaria tenga una imagen del universo más ajustada de la que hubiesen podido lograr, con el esfuerzo de toda una vida, los sabios griegos y medievales, Copérnicoo Galileo. Estos son los logros de un proyecto colectivo, colaborativo, como lo es la ciencia: es lo que expresaba Newton (detalles de la anécdota al margen) cuando decía que había podido ‘llegar a ver más lejos’ porque estaba ‘parado sobre hombros de gigantes'».