La ilusión argentina en Roland Garros encontró su frontera en las semifinales. Hasta allí llegaron Nadia Podoroska, por el cuadro femenino, y Diego Scwhartzman, entre los varones. Pero la histórica actuación en el polvo de ladrillo francés parece proyectarse mucho más allá de ese límite. Desde este lunes, Podoroska estará entre las mejores cuarenta tenistas del ranking, algo que no ocurría con una mujer argentina desde que en 2005 Gisela Dulko se metió en ese lote por primera vez. El Peque será 8°del mundo, un puesto al que sólo accedieron otros ocho tenistas nacionales: Vilas, Del Potro, Clerc, Gaudio, Nalbandian, Coria, Cañas y Mancini.

Además de los números, lo que deja la actuación criolla en el torneo favorito de los argentinos es un empuje anímico, una brisa de aire fresco para un deporte que parecía en crisis en el país. A mediados de 2019, unas 50 tenistas profesionales argentinas se unieron “para que el tenis femenino no desaparezca”. Visibilizaron las limitaciones para competir a nivel internacional: no tenían al alcance torneos, infraestructura, equipamiento. Es una problemática regional. “Las tenistas latinoamericanas -tituló el diario El País de España, en enero pasado- sin opciones a la cima mundial”. Si una jugadora quiere meterse entre las 100 mejores del ranking, no se puede quedar en Sudamérica: debe emigrar a Europa o a Estados Unidos.

Eso hizo Podoroska, que cambió Rosario por Alicante, España, para gastar menos dinero en los viajes a los torneos. Los ocho triunfos acumulados en el polvo de ladrillo francés le valieron casi medio millón de dólares, más de los 301.547 que había ganado en toda su carrera. Ya no tendrá la limitación económica para competir. “Lo que más hace falta en la región son torneos. Eso es lo que genera nivel y oportunidades y que al venir a Europa no sea tan diferente todo. Esa sería una buena manera de aprovechar lo que ocurrió estas tres semanas. Pero el costo para realizar torneos es alto, más con la situación económica de hoy”, dijo la Rusa en su despedida de París.

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(Foto: AFP)

En la vieja normalidad, cuando Roland Garros se jugaba en la primavera francesa y con público en las tribunas, una tradición era autografiar el lente de la cámara con un fibrón después de una victoria. En la edición de 2006, el argentino Martín Vasallo Argüello pasó a la historia: en su firma dejó las iniciales HLVS: Hasta la victoria siempre. Un homenaje al Che Guevara. Hoy Vasallo Argüello es Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Tenis, desde 2018 encabezada por Agustín Calleri y otros extenistas que fueron protagonistas dentro de la cancha las últimas tres décadas. “Fuimos francos en las expectativas. Cuando escuchamos ese reclamo lo entendimos como algo justo. La falta de torneos era la punta de una pirámide mucho más profunda y más delicada. Comenzamos a trabajar en visibilizar el tenis femenino desde diferentes lugares y que eso convoque a las marcas. No podíamos invertir en torneos, no podía suceder de la nada que lleguen los recursos para armar un circuito internacional en Argentina. Sí creíamos que había que dar infraestructura y desarrollo para jugadores que a veces no tenían entrenadores, les faltaba el equipo, les faltaba capacitación. Toda la estructura estaba muy dañada”, dice Argüello, al detallar el el Programa Integral de Desarrollo del Tenis Femenino (2019-2025).

Emma Kiernan tiene 19 años y es una de las exponentes de la nueva generación. Reconoce el espacio que se abrió en la AAT, con el surgimiento de un área de género y un departamento de tenis femenino integrado por exjugadoras: “Somos distintas generaciones buscando un camino para las futuras tenistas”. Aunque asegura que aún está en construcción, la actuación de Podoroska es fruto del cambio de postura de la dirigencia y de parte de la comunidad del tenis. El desafío es aprovecharlo. “Los grandes resultados siempre son muy favorables para el deporte femenino. Generan una visibilidad, un espacio en la agenda. Sirve para deconstruir ciertos mitos como que no hay chicas con talento. Para que sea un punto de partida, necesitamos un proyecto y un apoyo que acompañen esta ola”, afirma Kiernan, estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires, optimista con lo que pueda ocurrir tras la actuación de Podoroska: “Hacia adelante, lo bueno es que Nadia se colocó en un lugar de referente. Habló del tema cada vez que le preguntaron, no es que dio un discurso vacío. Y cambia mucho que haya ídolos”.

Que Schwartzman y Podroska se hayan metido entre los cuatro mejores del torneo favorito de los argentinos -la gran mayoría de las canchas en el país son de polvo de ladrillo- también es una reivindicación del modelo asociativo que tiene el deporte en la Argentina. El Peque se formó en el Club Náutico Hacoaj. La rosarina en el tradicional Club Atlético Fisherton. “Toda la estructura de iniciación del tenis está dentro de los clubes, sobre todo, por un tema de costos. Es muy difícil -explica Vasallo Argüello- para un chico de 12 años tener su equipo propio. Generalmente van a escuelas que están dentro de los clubes, que tienen jugadores de alto rendimiento y también chicos que hacen una actividad social. Al jugador de alto rendimiento le da un espacio: representa al club, forma al jugador y a la persona. En algunos países sucede a través del Estado, en otros a través del sistema educativo. Acá se da con los clubes”.

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(Foto: AFP)

La AAT también buscó impulsar desde 2017 un torneo interclubes, del que participaron las mejores raquetas nacionales a excepción de Juan Martín Del Potro. Las dos primeras ediciones fueron en San Lorenzo, la última en el Buenos Aires Lawn Tennis Club. Hacoaj, San Lorenzo, River, Ferro, GEBA y otras instituciones históricas armaron su equipo con nombres de peso como Delbonis, Pella, Podoroska, Labat. La rosarina jugó para San Lorenzo: fue campeona en las tres ediciones. No sólo desarrolló un sentido de pertenencia que se hizo sentir en estas históricas semanas a través de las redes sociales. Además, el tesorero del Ciclón, Norberto Mañas, sumó a su cadena de farmacias La Santé como uno de los pocos anunciantes que tenía Podoroska para sostener su carrera. En París, se sumó Disney. Ese fue el salto argentino en Roland Garros, una proyección de lo que puede venir de aquí en más.