En los años de gobierno PRO en la ciudad ha habido un claro favoritismo a la industria de la construcción, que es la industria de la que proviene Mauricio Macri y de la que participan o han participado muchos de sus funcionarios. La visión es construir más y para arriba, y eso sólo se entiende si el objetivo es la especulación inmobiliaria.
En los últimos diez años se construyeron 20 millones de metros cuadrados cubiertos. Al mismo tiempo, el porcentaje de gente que alquila también aumentó, es decir, que esas viviendas se volcaron al mercado inmobiliario, en vez de generar nuevos propietarios.
Por otro lado, el modelo morfológico que propone el gobierno no puede ser discutido en pequeñas reuniones, dejando la decisión en pocas manos. Es necesario que los vecinos de a pie tengan la posibilidad de decidir el modelo para su barrio, abrir el juego al ciudadano común, que conoce mejor que nadie los problemas que le traen las súper construcciones, y sabe perfectamente en qué barrio quiere vivir, él y sus hijos.
Hay una vocación, que no es secreta sino dicha a toda voz, de elevar la cantidad de vecinos de la ciudad de tres a seis millones. Pero el sueño de Macri es nuestra pesadilla. Llenar de gente la tierra y sentirnos aplastados por el cemento. «